El retorno al mundo
laboral nos despierta sentimientos como angustia, incertidumbre y miedo.
Cómo organizarnos y que
hacer para enfrentar esa vuelta Primera parte
Por: Giselle López Ponce
Este es un tema difícil
de abordar en pocas líneas, ya que presenta varias aristas.
Las puericultoras
podemos asesorar en crianza además de lactancia, pero también, conocemos los
derechos de las futuras madres. Esto también es parte de nuestro rol de cuidar
al que cuida.
La vuelta al trabajo
despierta varios sentimientos en una mamá. Por un lado, angustia por tener que dejar a su cachorro tan chiquito (y en este aspecto 45 días o 9 meses es lo
mismo… para una madre siempre es chiquito). Por el otro, incertidumbre de no
saber si se podrá sostener la lactancia en el tiempo. Además, el miedo de no saber
si lo estamos dejando en buenas manos (en casos donde el cuidador es una
persona ajena a la familia). Como vemos, ninguno de estos sentires es positivo
y es importante para las mujeres contar con la ayuda y el apoyo necesarios para
poder enfrentar esta situación.
Pero, ¿Quiénes son los
encargados de sostener y apoyar? Podemos decir que el primer cuidador debería
ser el Estado. En países europeos como Suecia, por ejemplo, los afortunados
bebés gozan de 16 meses compartidos entre mamá y papá. Pero aquí, y en varios
más, contamos sólo con 90 días si trabajamos de manera formal (en blanco).
Dicho esto, vamos a
abocarnos a dos ejes centrales de la vuelta al trabajo: organización y
lactancia.
Sabemos que de por sí,
llevar adelante una casa no es simple. Con un bebé y muchas horas fuera, se
puede complicar aún más. Mi sugerencia es que se pueda delegar lo más posible y
organizarse.
Por ejemplo:
•Armar un plan semanal
de comidas, cocinar los fines de semana la mayor cantidad posible y freezar.
•Dedicar un día para
hacer las compras en base al plan semanal.
•Si hay abuelas
macanudas en la familia, pueden ser ellas las que se encarguen de ayudar a las
mamás, lavando o planchando la ropa, por ejemplo. Cada una sabe con qué ayuda
puede contar. Lo que intento decir es que sé que, a veces, nos cuesta pedir esa ayuda porque nos gusta hacernos cargo de todo: Pero finalmente terminamos agotadas y en el poco tiempo que nos queda para disfrutar de nuestro hijo seguimos
trabajando, esta vez en casa.
Un tema para nada menor
es hablar con la pareja. Si los dos trabajan y el hijo es de ambos, considero
que ambos tienen que ocuparse. Hoy en día esto es más simple que en la época de
nuestras madres, en la que los maridos no levantaban ni un plato de la mesa.
Propongo un diálogo del tipo: “Mi amor, yo sé que estás cansado tanto como yo,
pero si me ayudas con el gordo y con algunos quehaceres, vamos a terminar más
rápido y más rápido vamos a poder descansar” ¡Vamos mujeres! Ustedes seguramente tienen más de un as bajo la manga para llevar adelante esta conversación.
¿O no?
Giselle Lopez PoncePuericultora
universitariaFUNDALAM / UNSAM
Extraído de Maternar en
Tribu
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