Martes 17 de septiembre
de 2013 | Publicado en edición impresa
Suele ocurrir antes de
los seis meses de iniciada la terapia clínica; la Sociedad Argentina de
Hipertensión Arterial advierte sobre los riesgos de suspender las indicaciones
médicas
Por Fabiola Czubaj | LA NACION
Una estimación
conservadora de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) revela
que una de cada dos personas que se enteran de que son hipertensas está
abandonando el tratamiento antes de los seis meses. Esa cifra podría crecer si
se tienen en cuenta las recomendaciones de incorporar actividad física, bajar
de peso, dejar de fumar o alejar el salero.
Al indagar, la mayoría
lo hace porque empieza a sentirse mejor, no tiene síntomas o siente que los
fármacos le hacen mal. Otros, en cambio, se olvidan o acomodan las dosis y los
horarios según cómo se sientan. "Como es una enfermedad crónica que no da
síntomas y quizás no cause problemas durante algún tiempo, es muy difícil que
la gente comprenda que tiene que cuidarse por el resto de su vida sin haber
tenido un infarto, un accidente cerebrovascular o ser diabético, y por algo que
sólo se detecta cuando se toma la presión", dice el doctor Walter Espeche,
miembro de la SAHA y responsable de la Unidad de Enfermedades Cardiometabólicas
del Hospital San Martín de La Plata.
Una persona es
hipertensa cuando sus valores constantes de presión sanguínea son iguales o
superiores a 140/90 mmHg (la presión normal es 120/80 mmHg o menos). El aumento
sostenido de la presión con la que la sangre recorre el organismo es el
principal factor de riesgo cardiovascular. Lo acompañan el consumo de sal, la
obesidad, el tabaquismo y la diabetes. Sin tratamiento, la hipertensión va
dañando poco a poco la buena salud de las paredes arteriales y órganos como el
cerebro, el corazón y los riñones.
En nuestro país, el 34%
de los mayores de 18 años es hipertenso (el 50% a partir de los 65 años). Sin
embargo, sólo un 13% se controla la presión de manera regular y correcta (ver
infografía). Además, la mitad de los hipertensos ignora que lo es.
Desde la SAHA reconocen que la adherencia al
tratamiento es actualmente todo un desafío en la prevención cardiovascular. El
Estudio Nacional Sobre Adherencia al Tratamiento (Ensat), publicado hace ocho
años en la Revista de la Federación Argentina de Cardiología, ya había hallado
que el 52% de los pacientes abandonaban el tratamiento antes del año.
"Lo que se vio
entonces es lo mismo que vemos en nuestra práctica diaria: los pacientes modifican
las dosis, modifican los horarios de toma de los medicamentos o dejan de
tomarlos, ya sea porque refieren efectos indeseables o porque se sienten bien o
mal", comenta el autor principal del Ensat, doctor Roberto Ingaramo, ex
presidente de la SAHA y miembro de la Sociedad Estadounidense de Hipertensión.
En el mundo, los
estudios sobre adherencia revelan un panorama similar. "En la Argentina,
sólo una de cada cinco personas con hipertensión tiene la presión
controlada", señala el doctor Marcos Marín, miembro de la Comisión
Directiva de la SAHA y cardiólogo de la Sección Hipertensión del Hospital
Italiano de San Justo. Se sabe desde hace una década que la hipertensión podría
controlarse en la mayoría de los hipertensos con un estilo de vida saludable y
los fármacos disponibles.
En la revista
Hypertension, un equipo internacional acaba de publicar que los hipertensos
pueden estar mal controlados por dos motivos: porque no adhieren al tratamiento
o la hipertensión es resistente a los fármacos. Pero esta segunda excusa se
aplica sólo a un 10% de los casos.
"Un paciente no
sigue el tratamiento por su personalidad, porque el médico no lo convenció lo
suficiente o el sistema de salud le pone tantas trabas que se pregunta para qué
insistir si es una enfermedad que ni siquiera sabe si la tiene porque no da
síntomas", dice el doctor Martín Salazar, coordinador del primer estudio
sobre adherencia en América latina de la SAHA y la Sociedad Brasileña de
Hipertensión.
Explicó que la no
adherencia al tratamiento tiene básicamente dos formas: por abandono y por
olvido. "La más importante sería el abandono. Es difícil mantener un
tratamiento de por vida de una enfermedad que no produce síntomas. Así que es
común que los pacientes vayan dejando el tratamiento", agrega Salazar,
jefe del Servicio de Hipertensión Arterial del Hospital San Martín de La Plata.
Allí, se dictan talleres
gratuitos para pacientes con hipertensión y riesgo cardiovascular. Son cuatro
encuentros de 60 minutos en los que se aprende qué es la hipertensión, sus
riesgos, cómo tomar la presión correctamente y de qué se habla cuando se recomienda
cambiar los hábitos de vida.
"Se van desterrando
mitos y reforzando conocimientos", explica Espeche, que dirige los
talleres (informes: (0221) 4251717 int. 359). "Los pacientes traen las
etiquetas de los alimentos y aprenden a leer qué están comiendo y que la mitad
del sodio que consumen ya está incorporado en el producto, como ocurre con el
pan o una medialuna dulce, que equivale nada más ni nada menos que a dos fetas
de jamón."
Poco a poco, allí se van
desglosando cinco consejos considerados fundamentales:
1. Sacar el salero de la mesa
2. No comer fiambres, embutidos y enlatados
3. Alejar el pan
4. Incluir frutas y verduras en cada comida
5. Incorporar a la rutina diaria la actividad física aeróbica.
La concurrencia a esos
talleres también muestra lo difícil que es mantener el interés de los
pacientes. Los organizadores tuvieron que suspender cursos por falta de
participantes. Y aun cuando esos consejos ayudan a reducir los valores de
presión casi tanto como con un fármaco: 10 mmHg de presión sistólica (máxima) y
5 mmHg de presión diastólica (mínima).
"ERA MUCHO, ASÍ QUE
DEJÉ TODO"
Carina Casaburi decidió
ir al médico porque siempre estaba con dolor de cabeza. Lo atribuía a problemas
familiares, pero como sus papás son hipertensos prefirió consultar. El médico que
la atendió entonces le habló de hipertensión y le recetó tres fármacos.
"Era mucho, así que dejé todo. Me sentía mal, tenía palpitaciones y la
presión por el piso", recuerda.
No tenía un médico de
cabecera, así que se volvió a controlar la presión un par de veces más y
"como estaba bien" se despreocupó. Pasó un tiempo y un día fue a
trabajar con dolor de cabeza. "Mis compañeros no me vieron bien y me
mandaron a tomarme la presión y la tenía alta de vuelta." Con su pareja
dieron con su actual médico, que enseguida le indicó estudios, un tratamiento
farmacológico y algunos cambios: una dieta "muy estricta", sin sal,
actividad física y nada de fumar.
"Me medicó con la
idea de ir reduciendo las dosis. Además, tenía que dejar de fumar, pero me
cuesta mucho. Y tengo períodos en los que hago actividad física", cuenta
Carina, empleada administrativa de 37 años. El médico le recomendó ir a los
talleres para hipertensos del hospital y no lo hizo sola. Fue con su pareja, y
aunque él no es hipertenso, empezó a cocinar sin sal y acostumbró el paladar a
los nuevos sabores.
Aprovechan más el ajo,
el perejil y condimentos con bajo sodio. Hasta hacen recetas que les pasan al
médico por mail para compartir con otros pacientes. "En casa, tenemos el
salero para cuando viene gente nada más", contó ella. "Ahora, recaí
con el cigarrillo y me colgué un poco con el tratamiento. También con las
consultas. Pero, en general, cumplo con la medicación, la dieta y el control de
la presión."
Al principio, se había
obsesionado con el tensiómetro. Se tomaba la presión cada tres horas.
"Pero eso tampoco es bueno", aclaró. Como su pareja aprendió a tomar
la presión, la controla en casa. Si no, ella lo hace en el trabajo. "En
mucho -admitió- me cuido porque me insiste él.".
Del editor: por qué es
importante.
No observar los
cuidados, cuando el trastorno no da signos, puede derivar en cuadros más
graves, como el ACV o el infarto.
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