miércoles, 7 de agosto de 2013

"Para mí la única opción siempre fue amamantar a mis hijos"

La experiencia de Natalia, una joven madre de 31 años que amamantó a sus tres hijos: Guadalupe 3 meses, Santiago 5 años y Sofía 7 años.
01/08/2013 00:01 , por Redacción LAVOZ


Natalia Duarte con su tercera hija, Guada, de 3 meses. 
Todos fueron alimentados con leche materna (LA Voz / Ramiro Pereyra).

Antes de quedar embarazada, en mi cabeza no cabía otra opción que dar la teta a mi hijo.
Con Sofía en la panza iba a gimnasia preparto y allí me saqué varias dudas sobre el tema, porque en las clases había otras mujeres que preguntaban de todo.

Me inquietaba no tener leche, que no fuera suficientemente nutritiva, si el bebé se sentiría satisfecho, o si lloraría por hambre o sueño.

Sofía, mi primera hija, tomó la teta hasta los nueve meses; Santiago, mi segundo hijo, hasta los cinco y con Guadi estamos con la teta a full . A los tres, los tuve por cesárea y –por este motivo– tenía miedo de que no me saliera la leche. Pero gracias a Dios tuve siempre.

El momento en el que te dan el bebé para que le des el pecho es mágico y nunca lo olvidaré. Porque, además, una llega al parto con tantos miedos y se siente tan invadida por la situación de estar internada –más el estrés que se vive en el hospital–, que encontrarte con tu hijo y darle el pecho es algo vital para los dos.
Algunas veces, es doloroso y ese es un desafío para superar.

También fue una sorpresa ver el color del calostro: nadie me dijo cómo era, siempre pensaba que debía ser blanco, pero a veces era de un tono amarillito. Y hasta se puso verde. En ese momento, pensé que era una infección, pero no.

Con Sofía, el dolor duró unas dos semanas, pero después desapareció. Con Guadi fue más complicado, porque se me habían agrietado los pezones, inclusive llegaron a sangrar. Mi desesperación era qué le iba a dar de comer si me dolían tanto, pero tomé coraje y lo volví a intentar a pesar de todo.

A Sofi no le gustaba mucho la pezonera, prefería el pecho; entonces, le dábamos un poco con la pezonera y después del pecho directamente. Al principio, costó acostumbrarla, pero después se fue adaptando, hasta que la leche comenzó a salir bien y ya no hizo más falta.

Lo más importante es que uno esté convencida que lo mejor es darle de mamar a tu bebé. Entonces, los obstáculos se van superando como sea. Por suerte mi esposo, Luis, siempre me ayudó: a la noche se levantaba, le cambiaba el pañal a Sofi, a Santiago y después yo les daba el pecho.

Durante nueve meses, por la noche, le daba de mamar a Sofía cada dos horas, durante dos horas y media. Cuando ella se dormía, yo la acompañaba y también descansaba. Por suerte, pude elegir no trabajar en suplencias como preceptora para estar con ella.

Trabajo mediante. En agosto de 2008 me dieron un cargo de titular. Ya había nacido Santiago, pero acepté. Mi mamá me ayudó muchísimo a cuidarlo. A veces, el bebé se tomaba una mamadera y después me esperaba a que yo regresara de la escuela, momento en el que tomaba la leche que no había bebido antes toda junta. Él fue el más llorón, pero era porque tenía cólicos. Así que aprendimos a hacerle masajes y ejercicios con las piernitas y se le fue pasando de a poco. Con Guada ya estamos más cancheros y no nos asustamos tanto.

Para evitar que se me agrieten los pechos uso mucha crema de caléndula, que es atóxica, trato de no usar corpiños porque son muy incómodos, sobre todo los que tienen alambres. Como tengo mucha leche, uso dos protectores mamarios diarios.

Sí, es verdad que se caen un poco los pechos después de que amamantas, pero para algo están. Si sirven para alimentar a mis hijos y nutrirlos, no me importa. Porque es lo mejor para ellos, tanto para fomentar el vínculo madre-hijo como desde el punto de vista nutricional. A mí recién se me cayeron un poco con Guada, la tercera, pero nada que no se pueda resolver con un buen corpiño o una remerita ajustada. Me di el lujo y el placer de darles la teta a mis tres hijos. El momento de hacerlo es importante para ellos, para mí y tenemos que hacernos el tiempo, estar relajados. Nunca queda mal darle de comer a tu hijo, es un bebé que vino a nuestra vida y una decisión y una responsabilidad darles lo mejor.

Producción
Rosana Guerra

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