La organización Las
Casildas promueve estos encuentros en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires
Un grupo de mujeres
discute el mandato de tomar el cuidado de sus bebés como un acto individual, o
familiar. Para ellas es colectivo y político. Comparten sus miedos y fantasmas,
y así van encontrando sus propias respuestas.
Por: Lucía Álvarez/08.12.2012
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Es sabido que la llegada
de un bebé revoluciona el hogar, la pareja, la vida de las mujeres. En los
últimos años, manuales y guías para evitar el colapso prosperaron como una
opción ante los miles de mandatos que existen sobre la maternidad. La organización
Las Casildas ideó ahora una propuesta para afrontar ese momento y esa sensación
de soledad: los grupos de crianza. La invitación es sencilla, pero
profundamente transformadora: hacer de la crianza un acto colectivo. Tejer una
red de contención, armar una tribu. Para ser parte de ese tejido no hay
requisitos, ni reglas. Las recetas, los mitos, los prejuicios quedan del otro
lado del salón, en ese "afuera" que estas mujeres sienten como un
gran dedo acusador, una voz que les repite "lo estás haciendo mal".
Adentro, hay piedra libre para criticarlo todo, para exponer los miedos, el
cansancio, las dudas, y sobre todo, para asumir que la maternidad es muchas
cosas, pero jamás el lecho de rosas de las propagandas de pañales.
Tal vez por eso, los
grupos están compuestos por mujeres que, a simple vista, parecen tener poco en
común: se unen allí publicistas, diseñadoras, maestras, empleadas públicas,
antropólogas, cantantes o biólogas. Algunas parieron en la casa, otras en
instituciones; unas practican el budismo, otras cumplen con un trabajo de
oficina. La magia del compartir se extiende luego a otros espacios: sus
participantes se juntan a tomar mate, van juntas a clases de masajes con sus
hijos, de yoga para bebés, o incluso a una marcha contra la violencia de
género.
La idea nació hace algo
más de un año, cuando Valeria Wasinger, Julieta Saulo y Mariela Franzosi,
coordinadoras de los grupos de crianza, crearon Las Casildas.
La organización trabaja
sobre aquellos temas que el feminismo más tradicional había dejado vacante: el
parto, la maternidad y la crianza. En poco tiempo, montaron varios grupos, en
la Ciudad y provincia de Buenos Aires.
Tiempo Argentino
conversó esta semana con cinco mujeres del grupo de crianza del barrio de
Chacarita (Lola, Natalia, Micaela, Pamela y Laura) y contaron por qué asumieron
este desafío. "Es el espacio menos careta del mundo", contaron.
– ¿Por qué se unieron al
grupo?
Natalia: –Me decidí
después de estar un mes encerrada en casa, en invierno. Mis amigas tienen hijos
más grandes, o no tienen hijos, y cuando no tenés pares, es difícil.
Laura: –Cuando estás
embarazada te cuesta mucho compartir con otros que no están en tu misma
situación. Si bien somos distintas, estamos atravesando cosas similares.
También es un modo de enfrentar la desinformación y poder decidir sobre qué es
lo que una quiere.
Pamela: –Hay mucha
ignorancia en algunos temas clave. El grupo te sostiene, te ayuda a que no
tomes decisiones en la soledad del hogar, con tu marido que, quizá, está en
crisis igual que vos.
Micaela: –Yo creo que
nos une la búsqueda de una tribu. De una cosa que quizá antes se daba
naturalmente, pero que en la ciudad está perdida: todas las mujeres criando
juntas a los chicos.
Laura: –Acá las
coordinadoras nos ayudan a encontrar una decisión propia, no la estándar. Es
dentro de una línea pero sin fundamentalismos, sin bajar línea. En general
todos tienen recetas, pero acá el saber se construye en el grupo.
– ¿Cómo es esa soledad
de la que hablan?
Pamela: –Más allá de tu
pareja, de tu familia, está la soledad de vos y tus mambos, que reverdecen y
sentís que nadie te entiende. Y todo el mundo piensa que te agarró la
depresión. El gran fantasma de la depresión posparto.
Laura: –Creo que siempre
debe haber existido la sensación de soledad, pero no se hablaba o no era
legítimo. Quizá estaba mal visto que una madre plantee que la maternidad no es
color de rosa. Pero cuando estás recién parida, te recluís y ves pasar la vida
por la ventana, te sentís afuera del mundo.
Micaela: –Yo empecé a sentir
soledad cuando empecé a tener miedos
nuevos, porque tenés la responsabilidad de la vida de alguien. Pero la gente te
acusa de paranoica. Las mujeres lo viven en silencio, pero estos espacios te
hacen dar cuenta que no estás sola.
Pamela: –Y te conectan
con tu bebé, porque si te dejas llevar por todo eso, es difícil encontrar la
conexión con él. También está el miedo de haberse imaginado como mamá de una
manera y darse cuenta que no sos eso que te habías imaginado. Cuando te
encontrás con que es mucho más difícil y entrás en crisis, te peleás con tu
pareja, se viven momentos de caos y ese es un miedo grande.
– ¿Cómo trabajan esa
sensación en el grupo?
Pamela: –Te pongo un
ejemplo. Hay días que venís con una carga tremenda y entonces las chicas
proponen hablar del puerperio. Es algo que nunca te planteaste, es algo que te
está pasando, hay gente que escribió sobre eso, y ese día te vas tranquila,
diciendo: soy una mujer puérpera, ya se me va a pasar.
Micaela: –También ayuda
a confirmar lo que uno piensa. Todos te dicen que lo vas a malcriar, que le va
a agarrar vicios. Las chicas nos guían, nos dicen que no es tan así. Y una
puede sostener lo que siente, y que el afuera te pone en duda.
Lola: –Parece que la
maternidad es patrimonio de la humanidad, todos tienen la receta, lo hacen
mejor que una. Yo creo que el ser humano es así, pero la maternidad te pone en
un lugar tan vulnerable que uno lo siente potenciado.
Pamela: –Este es un
espacio donde podemos decir cualquier cosa y nadie se va a horrorizar.
Laura: –Es el espacio
menos careta del mundo.
– ¿En qué consiste la
crianza con apego?
Laura: –Más que
definiciones, se trata de algo que te va saliendo. Yo pensaba que no estaba
bien que el nene duerma en la cama, pero no me salió dejarlo en el catre.
Micaela: –Con tantas
recetas te mareás, pero vos lo que querés es que duerma con vos, o toda la
noche.
–¿Es seguir la
intuición?
Lola: –Es verlo llorar y
no aguantar.
Pamela: –También hay
pediatras que bancan eso y te sentís segura.
–¿Y hay algo de dogma en
la filosofía del apego?
Laura: –Sí, pero
justamente estos grupos tienen la idea de libertad, que vos tomes lo que te
sirve, lo que te sale. Hay algunos que bajan el apego como dogma, y si no le
das la teta a demanda, sos una mala madre.
Lola: –Es el miedo del
hombre, querer bajar un concepto y encerrarlo. Me parece piola lo que dice al
respecto el pediatra Carlos González: más amor y menos instrucciones con los hijos.
–¿Qué reacciones hay
cuando dicen que van a un grupo de crianza?
Pamela: –"¿Qué es
eso? ¡Qué fundamentalista!" También da miedo que quieras atravesar tu
maternidad de un modo tan carnal. ¿Para qué tanto si te puede ayudar tu mamá y
tu familia?, te cuestionan. El concepto
de tribu da miedo.
Lola: –Yo subí una foto
al Facebook y me ponían comentarios muy graciosos, tipo: "¿es una
competencia de amamantamiento?"
Micaela: –A mí me
dijeron: "¿Necesitas ir a un grupo para poder criar?" Igual yo creo que explicando, el
otro entiende que está bien, porque se trata de ignorancia.
Laura: –Creo que da
miedo desnaturalizar la crianza, obliga al otro a hacer algunas preguntas.
Pamela: –Yo trato de no
explicar tanto, porque da la sensación a algunas mujeres como que se
confundieron en todo, y no es tan así.
–¿Se puede politizar la
crianza?
Lola: –Es que no se
trata de mi hijo, son los hijos del mundo, de la nueva era.
Laura: –Hay una
necesidad de involucrarse y participar. El acto de criar es profundamente
ideológico. Cuando acompañás a un hijo, estás transmitiéndole tu mirada de la
vida. Por el modo en el que lo criás, podés favorecer que sea una persona libre
o que se deje someter, que sean súbditos. «
El hombre, padre y
compañía
A las 8 de la noche, cuando ya el grupo está
terminando, uno de los padres se asoma por la puerta. Las mujeres festejan la
aparición, lo animan.
Él prefiere tomar a su
bebé y quedarse a un costado del salón. Lo sabe: este es un espacio para ellas.
Aunque los grupos fueron pensados sólo para mujeres, Las Casildas también
ofrecen actividades mixtas para aquellos varones que también buscan vivir su
rol de un modo distinto. "Una, como mujer, le demanda presencia,
contención, una paternidad activa. Pero además el hombre sigue en el lugar de
proveedor y eso los coloca en un lugar difícil", reflexiona Laura.
"Se trata de una
crianza, en la que estamos los tres. Pero el rol del padre consiste sobre todo
en acompañar a la mamá, entenderla, para que ella a la vez pueda contener al
bebé", dice Pamela, mientras su marido escucha a un costado, con Rufo en
brazos, el hijo de ambos.
La idea del parto
orgásmico
Las Casildas es por
Casilda Rodrigañez Bustos, una feminista española cuya primera obra, Pariremos
con placer, se convirtió en emblema para los defensores de recuperar la energía
sexual femenina y el parto orgásmico. Allí Rodrigañez Bustos expone el encierro
de la maternidad al ámbito doméstico y la investidura del parto como una
experiencia dolorosa y sufrida. En la web, la española explica: “Aunque ahora
las mujeres creamos tener más libertad sexual que antes, en realidad tenemos
más libertad formal pero más represión y más violencia interiorizada: los
úteros espásticos y atróficos, los dolores de parto y de regla, así como los
cánceres de útero y mama serían la punta del iceberg de esta violencia.”
"El sistema busca la desconexión"
La crianza con apego fue un modo de recuperar
un modelo de maternidad que había quedado de lado tras la revolución de las
mujeres y su ingreso masivo al mercado laboral.
A los mandatos de los
manuales como Duérmete niño, se opuso entonces toda una nueva filosofía en
defensa de la lactancia, el colecho y el instinto materno.
Un promotor de esta
filosofía es el médico pediatra español, Carlos González, autor del best seller
Bésame mucho.
González cuestionó las
recetas sobre la necesidad de que los niños duerman solos o aprendan a comer de
todo.
Pero también la crianza
con apego fue blanco de severas críticas, sobre todo, por promover un modelo de
familia conservador y exigirles a las mujeres que suspendan sus aspiraciones
profesionales.
"Tampoco es
cuestión de volver al rulero y las pantuflas", responden las chicas a la
pregunta sobre cómo combinar esta maternidad más comprometida con sus trabajos.
"Tiene que ser una
elección. Hay mujeres que necesitan conectarse con el mundo laboral para
mantener la cabeza sana y está genial. Pero si no, el sistema tiene que
permitirles a las mujeres vivir su maternidad de otro modo. Yo ahora me tomé
una licencia sin goce de sueldo, pero muchas mujeres no pueden hacerlo, tienen
que volver a los 45 días", aclara Laura, y agrega: "Por eso, estos
grupos son también una forma de posicionamiento político. Hay que pelear para
que las mujeres puedan decidir cómo parir, y cómo quieren criar, y eso también
tiene que ver con la vida material de esas mujeres."
Entre la agenda de
demandas, la extensión de la licencia es la más relevante. Pero hay otros
temas, vinculados con la lactancia, que también resultan de gran importancia
para ellas. "Una cosa se une a la otra. La teta se debe dar, mínimo, por
seis meses. Pero si tenés que trabajar durante ocho horas, desde los 45 días,
es muy difícil. No tenés dónde sacarte leche, dónde guardarla en condiciones.
Yo creo que el sistema busca esa desconexión, te quiere hacer creer que la
leche que se vende es mejor que la tuya, y eso es imposible", reflexionó
Micaela.
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