Salud al Día
2 de junio de 2013
Ese modelo busca lograr
una relación de afecto seguro entre el infante y su cuidador principal, lo cual
favorecerá en lo relativo a la socialización y a las emociones.
Esta filosofía de vida
está íntimamente relacionada con
la crianza respetuosa, pues toma en cuenta las
demás
necesidades, etapas y ritmos del niño.
Por Andreína Monasterio/
El Nacional Venezuela
La diatriba de cargar o
no al bebé cuando llora, dejarlo dormir solo en su habitación o compartir el
lecho es motivo de discusión entre padres y expertos. Es gracias a ese debate
que los términos crianza con apego y crianza respetuosa resuenan en blogs,
libros y redes sociales. Pero, ¿en qué consisten y qué es lo que proponen esas
premisas? Todo empieza por confiar en el instinto materno y apostar por el
contacto físico.
Louma Sader Bujana,
venezolana radicada en España, es odontóloga y bloguera. Su mayor ocupación es
ser mamá. Desde que quedó embarazada de su hijo, que nació en 2008, se ha
dedicado a investigar sobre crianza respetuosa y temas relacionados. En su
blog, Amor Maternal (www.amormaternal.com), dicta cursos que ayudan a las
madres a manejar berrinches y a ejercer una crianza respetuosa.
Sader explica que la
crianza con apego propone seguir la teoría desarrollada por John Bowlby,
psicoanalista, quien concluyó que el apego emocional dependía de la cercanía de
una figura -generalmente la madre- que se muestra sensible a las necesidades
del niño. Ese modelo busca lograr una relación de afecto seguro entre el
infante y su cuidador principal, lo cual favorecerá en lo relativo a la
socialización y a las emociones.
Berna Iskandar,
comunicadora, mamá, locutora y autora del blog Conoce mi mundo
(www.conocemimundo.com) destaca el apego como una necesidad primaria: “somos
mamíferos, primates, aunque muy sofisticados. Por lo tanto, requerimos el
contacto piel con piel para sentir afecto y seguridad, sobre todo cuando somos
crías completamente dependientes para sobrevivir”.
Esta filosofía de vida
está íntimamente relacionada con la crianza respetuosa, pues toma en cuenta las
demás necesidades, etapas y ritmos del niño. Esta se basa en cuatro aspectos
fundamentales: la horizontalidad, que no es más que tratar a los niños como iguales;
empatía, la capacidad de ponerse en los zapatos de los pequeños; dar respuesta
inmediata a sus necesidades, e inculcar respeto hacia los límites.
Beneficios a largo plazo
Guadalupe Pérez,
psicóloga clínica y terapeuta de familia, afirma que los modelos de apego y
respeto empleados en la crianza evitan relaciones conflictivas en el futuro.
“Se trata de algo evolutivo. Los adolescentes problemáticos suelen formarse
desde la primera infancia”, señala.
La crianza con apego
también favorece a la madre: la ayuda a profundizar el vínculo con su hijo y a
que descubra por sí misma el modo indicado, y particular, de cuidarlo.
“También es un marco
perfecto para la lactancia. La leche materna fluye mejor en la medida en que
los cuerpos de mamá y bebé permanecen cerca y en sincronía”, afirma Iskandar.
La seguridad es otro de
los beneficios derivados de esta práctica. “Una madre que sigue y confía en sus
instintos tiene confianza en sí misma”, explica Sader.
Sobrevivir a los
berrinches
El manejo respetuoso de
los arrebatos de enojo en los niños es una de las cosas que más les cuesta
lograr a muchas madres, especialmente si los hace en un espacio público. “Los
berrinches son productos de las confusiones emocionales de los pequeños y de la
falta de herramientas que tienen para manejarlas. Ellos procuran hacer valer su
voluntad, poner en práctica sus criterios”, explica Iskandar.
Para que ambas partes
salgan ilesas de esta situación hay que concentrarse en el sentimiento del niño
y olvidar lo que puedan pensar los demás. Podemos hablar con él cuando se
calme, contenerlo y sacarlo del lugar, si intenta ponerse agresivo. Cuesta
mucho hacerlo por la presión social, pero, en la medida en que se comprenda
cómo actuar respetuosamente, los berrinches irán disminuyendo y pasarán por sí
solos.
Sader propone llegar a
un acuerdo en el que se otorgue cierto poder al niño dentro de lo razonable.
Debemos marcar lo que es inamovible para que podamos conversar con él en lo
demás. No se obligará al niño a meterse en la ducha, por ejemplo, pero se le
explicará que es necesario que lo haga y que puede leer un cuento antes o
después del baño.
Pérez destaca que los
padres deben estar estables emocionalmente para manejar esos momentos de
tensión. Iskandar recomienda mantener una higiene emocional: tener un espacio
para descargar el llanto y el estrés, hacer actividades que ayuden a drenar o
tomar una ducha para dejar atrás la tensión.
Evitar el castigo físico
Los modelos de crianza
respetuosa descartan el uso del castigo físico. En su lugar sugieren negociar
por medio de la empatía y la coherencia. “Si yo no le daría un golpe a la
cajera del supermercado por equivocarse en mi factura, ¿cómo se lo voy a dar a un
hijo indefenso que depende de mí y a quien le llevo ventaja de tamaño, peso y
edad?”, sentencia Sader.
Establecer los límites
es un asunto de suma importancia que evitará conflictos en el futuro. Una vez
que el niño adquiere habilidades tales como expresarse a través del lenguaje,
socializar, comprender límites razonables y mantener algunas reglas, los padres
están en la obligación de hacerles ver que la libertad de dar rienda suelta a
determinados impulsos se termina cuando se daña a los demás o se pone en riesgo
la propia integridad.
Iskandar afirma que eso
no es más que registrar y respetar los límites connaturales de la vida y la
convivencia. No se trata de ponerles límites a los hijos, sino de ayudarles a
reconocerlos y a comprender la importancia de respetarlos.
Pérez agrega que si
entre los primeros tres y cinco años de vida ambos conceptos se han integrado
bien todo será más fácil para la familia.
Fuente: Grupo de Diarios
América-GDA/El Nacional/Venezuela
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