La abogada madrileña, Francisca Fernández Guillén.Perfil |
Perfil
Madrid, 1967
Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, está especializada en derechos de los pacientes y salud reproductiva. Socia del colectivo «El Parto es Nuestro», colabora con la asociación desde su vertiente profesional. Este grupo, de carácter nacional, se enmarca dentro de la Red Europea de Asociaciones de Humanización de la Atención al Parto. Una de sus máximas es que «solo desde la comprensión y el respeto a estos derechos podemos conseguir una atención médica adecuada».
Abogada, miembro de la
asociación «El Parto es Nuestro»
Francisca Fernández
Guillén
«El sistema sanitario en
la atención a las mujeres cuando dan a luz es profundamente patriarcal y
misógino»
01.06.2013 | 01:54
La abogada madrileña,
Francisca Fernández Guillén. Foto Emilio Fraile
La atención al bebé tras
el parto
Perfil
Madrid, 1967
Licenciada en Derecho
por la Universidad Complutense de Madrid, está especializada en derechos de los
pacientes y salud reproductiva. Socia del colectivo «El Parto es Nuestro»,
colabora con la asociación desde su vertiente profesional. Este grupo, de
carácter nacional, se enmarca dentro de la Red Europea de Asociaciones de
Humanización de la Atención al Parto. Una de sus máximas es que «solo desde la
comprensión y el respeto a estos derechos podemos conseguir una atención médica
adecuada».
B. BLANCO GARCÍA La
abogada Francisca Fernández trabaja desde la asociación «El Parto es Nuestro»
para que a la mujer se le reconozcan sus derechos como madre desde el mismo
momento en el que da a luz. Una lucha en la que también los propios bebés
tendrían mucho que ganar, superando así los escollos de una sociedad
«eminentemente patriarcal».
-¿Qué hay detrás de la
defensa de un parto y un nacimiento respetado por los que aboga?
-Lo que se intenta
defender desde la asociación «El Parto es Nuestro» es que haya una atención
mucho más humana y respetuosa con los derechos de las madres y de los niños y
que los mismos derechos que tenemos los pacientes en otros ámbitos de la
sanidad se extiendan también a la atención obstétrica. Significa poder tomar
decisiones informadas y decidir sobre tu salud y tu cuerpo.
-¿Qué falla en el
sistema sanitario a este respecto para que se tengan que exigir estos derechos?
-En primer lugar, en
España estamos muy atrasados en cuanto a la evidencia científica. Hacía ya más
de 20 años que la Organización Mundial de la Salud venía diciendo que ciertas
prácticas rutinarias como la episiotomía u obligar a las mujeres a parir tumbadas
de espaldas no aporta ningún beneficio e incluso podían ser perjudiciales.
Habría también que moderar un intervencionismo desproporcionado porque un uso
racional de la tecnología está muy bien, salva vidas, pero lo que no se puede
hacer es que por el mero hecho de que existan determinados recursos
tecnológicos se deban utilizar siempre, porque si el balance de riesgos y
beneficios no es adecuado, nos quedamos solo con el daño.
-¿Las propias mujeres
están ayudando a este cambio?
-Ha habido que hacer
mucha labor de concienciación de las mujeres y de las familias, porque iban al
parto sin saber apenas qué ocurriría y qué recursos tenían para que todo fuese
bien. Hay que asumir nuestras responsabilidades y en la gestión de nuestra
salud ha habido que hacer mucho trabajo para que la ciudadanía se haga cargo de
lo importante que es el nacimiento y la crianza con apego de nuestros hijos y
los beneficios que esto reporta para la sociedad. El parto es un tema de
mujeres muy importante y del que no se hablaba.
-¿Y a qué se puede deber
este silencio?
-Sin duda el sistema de
atención al parto que tenemos es profundamente patriarcal, bastante misógino.
En otros ámbitos de la vida la mujer ha llegado a la igualdad pero en la
atención al parto nos queda mucho por hacer. Se trata de un momento que
escenifica muy bien lo que significa el patriarcado: la lucha por apropiarse de
la capacidad reproductiva de las mujeres, por controlar su cuerpo y su poder
creador.
-¿La mejor opción es el
parto natural?
-Hay mujeres que optan
por un parto natural y otras que están más seguras con la epidural. Lo que
buscamos es que toda mujer tenga derecho a decidir qué es lo mejor para ella y
su bebé. La epidural puede conseguir que partos muy traumáticos se conviertan
en una experiencia agradable. Pero muchas de nosotras, tras estudiar las
alternativas y vivir experiencias de partos muy medicalizados, pensamos que el
parto natural es lo mejor, más sano y seguro para nosotras.
-¿Cuáles son los
derechos más importantes que debe defender una madre como paciente?
-El primero sería el
derecho a recibir información adecuada, saber los pros y los contras de cada
intervención para poder valorarlos según sus prioridades y tomar decisiones. Si
no tenemos información en un mundo cada vez más sofisticado y dominado por los
expertos no se puede tomar ninguna decisión. Y en un tema como el parto es aún
más importante.
-¿Están más avanzados en
otros países?
-Entre otras cosas, en
la mejora de la intimidad de la que disfrutan las mujeres en los paritorios. En
Inglaterra dan a luz con las puertas cerradas y aquí están abiertas y entra
personal que no está adscrito al cuidado de la mujer. Una persona cuando entra
en un centro hospitalario cede parte de su intimidad pero no toda, solo la
justa. Aparte de que el parto es un proceso tímido, que necesita silencio para
que la mujer se sienta segura. Además, la labor del profesional es aconsejar y
hacer propuestas terapéuticas al paciente, pero quien tiene el poder de decidir
es ella. También debe protegerse nuestra dignidad y no ser utilizadas para la
docencia con los denominados partos didácticos.
-¿Dónde se enmarcan los
derechos de los bebés?
-El principal es no ser
separados de sus madres. Lo primero que necesita un ser humano cuando nace es
estar en brazos de su madre, además de la lactancia materna. A veces se le
separa de la madre injustificadamente, aunque el niño esté bien. Pero incluso
después de una cesárea, si la madre está consciente, o aunque esté en la sala
de reanimación, puede tener a su bebé al pecho.
-¿Esta separación es
dolorosa también para la madre?
-Las madres sufren
muchísimo también. El cerebro de una madre y un bebé tiene un equilibrio
hormonal que está pensado para el apego y como mamíferos que somos ha diseñado
un programa muy sofisticado para producir ese enamoramiento inenarrable que si
se interrumpe queda una huella indeleble. También a nivel físico, porque se ha
demostrado que los prematuros evolucionan mejor en los brazos de sus madres. Y
esto lo queremos también para los niños sanos.
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