GEMA LENDOIRO
Día 03/06/2013 - 00.51h
Cuando la naturaleza no
quiere que un embarazo llegue a término, el sufrimiento de la madre es a veces
poco entendido
En general es muy
difícil practicar la empatía, es decir, ponerse en el lugar de otro. Es más,
pocas personas lo consiguen de verdad. Una de las cosas más dolorosas a las que
se puede enfrentar un ser humano es perder un hijo. Bien es cierto que puede
parecernos que no es comparable la muerte de un hijo con diez años, con todas
las vivencias, recuerdos, olores, sensaciones y anécdotas, que la muerte del no
nacido, es decir, un aborto espontáneo. Sin embargo no hay que banalizar ese
dolor, ese sufrimiento. Quién ha sufrido un aborto espontáneo sabe que el dolor
es suyo y puede sentirse la persona más desgraciada y desdichada del mundo por
tal pérdida.
Las mujeres, en cuanto
saben que están embarazadas, en general desarrollan un mundo interior basado en
la felicidad, esperanza e ilusión de imaginarse cómo será ese bebé. Da igual
que sea el primero, el segundo o el décimo. Un hijo, especialmente cuando es
deseado y aceptado, es un motivo de alegría y si esta se ve truncada porque la
naturaleza así lo decide, puede provocar en los padres, especialmente en la
madre, un trauma. No todas las mujeres lo sienten de la misma manera pero como
nunca sabremos lo que pasa de verdad por la cabeza de alguien, es importante
ser cauto y prudente con lo que se dice.
La sociedad occidental
en general se escapa de la idea de la muerte. Suele ser un tema tabú y, por lo
tanto, la gente o no habla del tema o si lo hace puede hacerlo de una manera
torpe pese a que su intención sea la de ayudar.
¿Qué hacer entonces si
nos encontramos con alguien que ha perdido a su bebé durante la gestación? No
es fácil, pero podemos seguir, en general, unas pautas. Pilar Martínez, autora
de un famoso blog, maternidad continuum, abordó hace unos días este tema. Estas
son las pautas que nos ha indicado:
Aproximadamente el 20%
de los embarazos puede terminar antes de tiempo con un aborto espontáneo y es
una situación muy dolorosa para los futuros padres, por muy común que nos pueda
parecer.
Cuando una mujer sufre
un aborto espontáneo siente un dolor muy difícil de entender por otra persona
que no haya pasado por la misma situación, pero lo cierto es que ha perdido un
hijo y todos deberíamos intentar ponernos en su lugar para no decir algunas
frases que pueden empeorar su dolor.
Esta mujer necesitará
comprensión, empatía y mucho apoyo por parte de su entorno. Sin embargo muchas
veces sólo recibe falta de tacto y negación de su dolor.
En nuestra sociedad no
estamos preparados para lidiar con el sufrimiento por lo que intentamos
quitarle importancia y así pensamos que no existe. Básicamente miramos para
otro lado porque nos resulta muy difícil tener a alguien delante que lo está
pasando mal.
Sin embargo, no debemos
olvidar que perder un embarazo es perder un hijo y no se me ocurre nada más
doloroso a lo que enfrentarse por lo que se hace necesario sufrir un duelo por
esa pérdida, llorar lo que sea necesario y poder superarlo como buenamente se
pueda (que no olvidarlo porque la muerte de un hijo no se olvida nunca).
Algunas cosas que se
suelen decir y que deberían evitarse:
—«Es mejor así, ahí no
había nada». Puede que uno piense que ahí no había nada, pero lo cierto es que
la madre ya podía haber sentido sus movimientos y que alguien le diga que ahí
no había «nada» es muy doloroso. Ese «nada» era, ni más ni menos que su hijo.
—«Seguro que venía mal y
por eso lo has perdido». No en todos los abortos se sabe el motivo, así que es
mejor dejar esas explicaciones a los médicos.
—«Ya tienes otro hijo,
no deberías quejarte tanto». Cualquiera que tenga hijos sabe que a todos se les
quiere por igual y un hijo no sustituye a otro.
—«Supéralo que no es
para tanto». ¿Y quién decide que no es para tanto? Cada uno vive sus penas como
quiere y nadie debe juzgarlas. Es imposible calibrar el dolor ajeno y es
sumamente importante respetar el de los demás.
—«Ya es hora de que
empieces a ser tú misma otra vez». Esta es, quizás, una de las frases más
dolorosas que se pueden decir a alguien. Partir de la base de que alguien deja
de ser uno mismo por ser madre no sólo es incierto, sino que, además, es
absurdo. Cualquiera que sea padre o madre sabe que se puede seguir siendo uno
mismo al margen de tener hijos o no.
—«Hace ya mucho tiempo
¿por qué no lo superas ya?». De nuevo se hace indispensable respetar los duelos
de cada persona. A unas personas les cuesta más tiempo superar la tristeza (que
no la pérdida) de un hijo.
—«Alégrate, eres muy
mayor para tener hijos (o muy joven, o estás en paro, o...)». Es evidente que
nadie puede alegrarse por perder un hijo. La sola pronunciación del verbo
alegrar es ofensiva.
En general no se debe
decir nada que intente restar importancia al dolor que sufre esa familia y
mucho menos pedir que se alegren por la pérdida.
La mejor opción es dar
un abrazo, decir lo siento mucho y no preguntar demasiado sobre el tema,
dejando abierta la posibilidad de hablarlo si la familia lo necesita y sobre
todo no olvidar nunca a ese bebé porque sus padres nunca lo olvidarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!