martes, 4 de junio de 2013

Frases que nunca debes decir a una mujer que ha tenido un aborto espontáneo

 GEMA LENDOIRO
Día 03/06/2013 - 00.51h
Cuando la naturaleza no quiere que un embarazo llegue a término, el sufrimiento de la madre es a veces poco entendido



En general es muy difícil practicar la empatía, es decir, ponerse en el lugar de otro. Es más, pocas personas lo consiguen de verdad. Una de las cosas más dolorosas a las que se puede enfrentar un ser humano es perder un hijo. Bien es cierto que puede parecernos que no es comparable la muerte de un hijo con diez años, con todas las vivencias, recuerdos, olores, sensaciones y anécdotas, que la muerte del no nacido, es decir, un aborto espontáneo. Sin embargo no hay que banalizar ese dolor, ese sufrimiento. Quién ha sufrido un aborto espontáneo sabe que el dolor es suyo y puede sentirse la persona más desgraciada y desdichada del mundo por tal pérdida.

Las mujeres, en cuanto saben que están embarazadas, en general desarrollan un mundo interior basado en la felicidad, esperanza e ilusión de imaginarse cómo será ese bebé. Da igual que sea el primero, el segundo o el décimo. Un hijo, especialmente cuando es deseado y aceptado, es un motivo de alegría y si esta se ve truncada porque la naturaleza así lo decide, puede provocar en los padres, especialmente en la madre, un trauma. No todas las mujeres lo sienten de la misma manera pero como nunca sabremos lo que pasa de verdad por la cabeza de alguien, es importante ser cauto y prudente con lo que se dice.

La sociedad occidental en general se escapa de la idea de la muerte. Suele ser un tema tabú y, por lo tanto, la gente o no habla del tema o si lo hace puede hacerlo de una manera torpe pese a que su intención sea la de ayudar.

¿Qué hacer entonces si nos encontramos con alguien que ha perdido a su bebé durante la gestación? No es fácil, pero podemos seguir, en general, unas pautas. Pilar Martínez, autora de un famoso blog, maternidad continuum, abordó hace unos días este tema. Estas son las pautas que nos ha indicado:

Aproximadamente el 20% de los embarazos puede terminar antes de tiempo con un aborto espontáneo y es una situación muy dolorosa para los futuros padres, por muy común que nos pueda parecer.

Cuando una mujer sufre un aborto espontáneo siente un dolor muy difícil de entender por otra persona que no haya pasado por la misma situación, pero lo cierto es que ha perdido un hijo y todos deberíamos intentar ponernos en su lugar para no decir algunas frases que pueden empeorar su dolor.

Esta mujer necesitará comprensión, empatía y mucho apoyo por parte de su entorno. Sin embargo muchas veces sólo recibe falta de tacto y negación de su dolor.

En nuestra sociedad no estamos preparados para lidiar con el sufrimiento por lo que intentamos quitarle importancia y así pensamos que no existe. Básicamente miramos para otro lado porque nos resulta muy difícil tener a alguien delante que lo está pasando mal.

Sin embargo, no debemos olvidar que perder un embarazo es perder un hijo y no se me ocurre nada más doloroso a lo que enfrentarse por lo que se hace necesario sufrir un duelo por esa pérdida, llorar lo que sea necesario y poder superarlo como buenamente se pueda (que no olvidarlo porque la muerte de un hijo no se olvida nunca).

Algunas cosas que se suelen decir y que deberían evitarse:

—«Es mejor así, ahí no había nada». Puede que uno piense que ahí no había nada, pero lo cierto es que la madre ya podía haber sentido sus movimientos y que alguien le diga que ahí no había «nada» es muy doloroso. Ese «nada» era, ni más ni menos que su hijo.

—«Seguro que venía mal y por eso lo has perdido». No en todos los abortos se sabe el motivo, así que es mejor dejar esas explicaciones a los médicos.

—«Ya tienes otro hijo, no deberías quejarte tanto». Cualquiera que tenga hijos sabe que a todos se les quiere por igual y un hijo no sustituye a otro.

—«Supéralo que no es para tanto». ¿Y quién decide que no es para tanto? Cada uno vive sus penas como quiere y nadie debe juzgarlas. Es imposible calibrar el dolor ajeno y es sumamente importante respetar el de los demás.

—«Ya es hora de que empieces a ser tú misma otra vez». Esta es, quizás, una de las frases más dolorosas que se pueden decir a alguien. Partir de la base de que alguien deja de ser uno mismo por ser madre no sólo es incierto, sino que, además, es absurdo. Cualquiera que sea padre o madre sabe que se puede seguir siendo uno mismo al margen de tener hijos o no.

—«Hace ya mucho tiempo ¿por qué no lo superas ya?». De nuevo se hace indispensable respetar los duelos de cada persona. A unas personas les cuesta más tiempo superar la tristeza (que no la pérdida) de un hijo.

—«Alégrate, eres muy mayor para tener hijos (o muy joven, o estás en paro, o...)». Es evidente que nadie puede alegrarse por perder un hijo. La sola pronunciación del verbo alegrar es ofensiva.

En general no se debe decir nada que intente restar importancia al dolor que sufre esa familia y mucho menos pedir que se alegren por la pérdida.

La mejor opción es dar un abrazo, decir lo siento mucho y no preguntar demasiado sobre el tema, dejando abierta la posibilidad de hablarlo si la familia lo necesita y sobre todo no olvidar nunca a ese bebé porque sus padres nunca lo olvidarán.

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