20/11/12
POR MARIANA ISRAEL
Hace 25 años no se
recomendaba que los bebés durmieran con los padres o que se les hiciera upa
cada vez que lloraban. Los pediatras de hoy aconsejan todo lo contrario. Y
cuanto más apego, mejor.
En la cama, con los padres. Durante décadas, el colecho estuvo prohibido. Ahora se promueve. |
Hace un cuarto de siglo,
los bebés eran como “mini adultos”: no había que hacerles upa porque se
malcriaban. Si lloraban, el mandato era dejarlos solos para que se
fortalecieran. ¿Las comidas? No más de seis al día, como cualquier régimen
estricto. Se respondía solo a necesidades fisiológicas: cambiarlo, alimentarlo
y dormirlo. Pero, desde entonces, la puericultura y la psicología infantil
impulsaron el apego, una crianza centrada en el contacto permanente entre
padres e hijos. Se entendió que los recién nacidos tenían otras demandas.
“La base de la nueva
crianza es reconocer las necesidades del bebé”.
Aprender a ver qué le
falta y qué está pidiendo. Es encontrar el lenguaje del chico”, explica la
pediatra Carolina Marotta, del grupo Familia y Crianza de la Sociedad Argentina
de Pediatría.
Esto repercute en el
modo de cuidarlo, tan radicalmente que contradice los antiguos manuales de
pediatría. Por ejemplo, la posición para dormir, clásicamente boca abajo, ahora
es boca arriba. “Sabemos que reduce un 80% los casos de muerte súbita”, explica
Silvia Monzón, puericultora del Hospital Fernández. Y si de dormir se trata,
los pediatras recomiendan que repose en el cuarto paterno al menos hasta los
seis meses, porque también disminuye el riesgo de muerte súbita. “Hace 20 años,
a los 20 días ya dormían solos”, recuerda el pediatra Eduardo Peszkin,
coordinador general del Area Ambulatoria del Hospital Garrahan.
El polémico colecho,
prohibido por décadas, es promovido por algunos especialistas.
Los detractores
argumentan que es poco seguro para el bebé y que atenta contra la sexualidad de
la pareja. Otros, como Monzón, lo ven como un “signo de la época”: “Como
trabajan ambos padres, si el bebé no duerme bien, es más fácil llevarlo a la
cama que pasar la noche sin descansar”. Para Carlos Wahren, jefe de Pediatría
del Hospital Italiano, “esta costumbre varía según la cultura y es muy
frecuente en los países orientales, cuyas estadísticas muestran menos casos de
muerte súbita”. “El contacto directo durante las horas de sueño favorece que el
bebé incorpore las distintas fases del sueño, y logra una sincronía en los
ritmos respiratorios de madre e hijo”, asegura Soledad Martín, puericultora y
directora del Centro de Orientación y Asistencia para la Primera Infancia.
¿Y si el bebé llora?
Al contrario de lo que
se predicaba hace 25 años, hoy aconsejan contenerlo . ¿Darle el chupete? Sí,
pero en algunos casos. “Antes se lo daban a modo de tapón, para que se callara.
Ahora su fin es ayudarlo a alcanzar un estado de relajación, sobre todo antes
de dormir”, describe Marotta. Peszkin agrega que en el pasado se ofrecía el
chupete enseguida después del parto. Hoy se recomienda esperar unos 20 días,
hasta que se consolide la lactancia.
Justamente, la lactancia
fue otro de los grandes cambios. Una mamá de clase media alta, hace 40 años
amamantaba solo el primer mes. Hoy, los pediatras enfatizan los beneficios
protectores de la leche materna y oscilan entre recomendar la “teta a libre
demanda” y una “libre demanda controlada”, es decir, cada 2 horas durante el día
y cada 3 de noche, los primeros 6 meses. “La lactancia es “de mutuo
requerimiento”: lo que el bebé demanda, pero también cuando la mamá quiere y
puede”, dice Marotta.
Otro de los pilares del
apego es el babywearing (portar al bebé): enlazado en el fular, una tela
especial, se fomenta que los padres carguen al niño a todos lados. Se cree que
así será más independiente y seguro de sí mismo, al revés de las antiguas
suposiciones de que hacer “upa” era malcriar. “Se fue pasando de una postura
rígida a un respeto de la demanda del bebé –afirma el doctor Wahren–. Es un
patrón mas plástico”.
Fernanda Gómez,
psicóloga perinatal, coincide con el médico y sostiene que “más que seguir una
teoría, hoy los padres se concentran en lo que su hijo necesita y lo que es funcional
para la familia”. Gómez difunde esta filosofía en grupos de crianza y desde sus
blogs, Gestando Criando y Yo soy mamá canguro. “ El contacto piel a piel es tan
necesario como la alimentación . Los bebés necesitan estar a upa”, declara.
Esto implica un desafío, en una sociedad donde el tiempo tiene precio. La
puericultora Martín concluye que “aceptar que ese tiempo es necesario para el
despliegue de la individualidad del ser en desarrollo, es generar un cambio
importante en la crianza de nuestra cultura”.
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