Toda una generación de mujeres ha vuelto a
hornear, tricotar y hacer conservas con celo casi profesional y como una forma
de activismo anticonsumo. Pero hay quien ve en esta nueva domesticidad un
riesgo de involución.
BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ/ 02 DE JUNIO DE 2013 /08:16 H.
Amanda Blake-Soule vive en una granja de Maine (Estados Unidos) con su
pareja y sus cinco hijos, a los que educa en casa porque desconfía del sistema
docente. Además de criar animales y niños, teje su ropa, hornea su pan y hasta
crea sus propios cosméticos a base de hierbas.
Amanda, autora del blog Soule Mama, es un ejemplo de manual del
movimiento que se ha dado en llamar Nueva Domesticidad. Individuos que deciden
apearse del ritmo que impone la sociedad para abrazar un estilo de vida basado,
entre otras cosas, en el Hazlo Tú Mismo y el retorno al hogar. Ojo, no debe
confundirse (del todo) con las malenis,
esas ávidas creadoras de cupcakes y
gorros de ganchillo que se han convertido últimamente en blanco de cierto
escarnio mediático: lo que para la maleni media
es un hobby, para un nuevo
doméstico es una opción vital y tiene algo de activismo.
¿Qué ocurre cuando hordas de mujeres, la mayoría con un alto nivel de
estudios académicos, deciden dejar de alimentar la maquinaria corporativa y
centrarse en alimentar a su propia familia, eso sí, con huevos de gallinas criadas
en casa y puré de verduras orgánicas? Que la sociedad en su conjunto se
resiente.
Esa es una de las polémicas conclusiones a las que ha llegado Emily
Matchar, la autora del libro Homeward
Bound: Why Women Are Embracing the New Domesticity[Retorno al hogar: por
qué las mujeres abrazan la nueva domesticidad]. «En los últimos años me he
encontrado con más gente interesada en cultivar habilidades domésticas de la
vieja escuela: hacer mermelada, hornear pan, atender el huerto… Paralelamente,
observé un creciente descontento con el mercado laboral, tanto entre hombres
como entre mujeres, debido en gran parte al mal clima económico y a la
sensación que tienen las generaciones más jóvenes de no querer sacrificar tanto
por su trabajo como hicieron sus padres», explica Matchar a S Moda.
Portlandia se ríe de tendencias como la de hacer conservas.Foto: Cordon Press |
La autora asegura que ha tratado de no reducir a los integrantes del
movimiento a un estereotipo como los que aparecen en Portlandia, en la que los modernos se
pasan el día haciendo conservas y añoran «los días en los que todo el mundo
llevaba tirantes y la gente hacía a mano sus propios cubitos de hielo», según
cantan en un sketch de
la serie. «Es interesante cómo muchas de esas actitudes progresistas y
anticorporativas pueden acabar pareciéndose al ultraconservadurismo. Hoy en
día, mucha gente está tan asqueada con el statu quo que intenta hacer las cosas
por su cuenta: parto en casa, educación en casa, negocios domésticos… Todo esto
está bien y es comprensible, pero son acciones individuales, no benefician a
todo el mundo», observa.
Aunque «la manía por el Hazlo Tú Mismo», como la llama Matchar, ha
significado de alguna manera la dignificación de algunas tareas
tradicionalmente consideradas femeninas, según la autora, también puede
conllevar mayores dosis de (auto)exigencia. «Muchas mujeres se sienten juzgadas
por no cocinar lo suficiente o por no ser buena madre. En la era de la crianza
de apego y de las papillas orgánicas, el listón de lo que se considera una
buena maternidad no para de elevarse». Si en 1963 Betty Friedan urgía a las
mujeres en La mística de la
feminidad a salir de la cocina y asociaba todo lo doméstico con el
yugo social, 50 años más tarde sus hijas y sus nietas no solo vuelven, sino que
están dispuestas a hacer de la cocina su espacio de realización personal.
En España el clima económico, más que invitar, empuja a muchos y a
muchas a volver al ámbito doméstico o a reinventarse saliendo del mercado
laboral tradicional. Claudia Calderón, de 33 años, dejó su trabajo al principio
de la crisis y pasó un año dando la vuelta al mundo. A su regreso, fundó The
Braveliving, un servicio de coaching «sin
caspa», como lo describe ella, pensado más allá del etos corporativo, para aquellos
que, como ella, quieren reorientar su vida. Ahora está embarazada y no descarta
optar por educar a su hijo en casa. «Me gusta llevar una vida natural y quiero
que la crianza de mi hijo sea así», cuenta. Los movimientos que abogan por este
tipo de maternidad tienen mucho que ver con la nueva domesticidad y provocan
debates encendidos.
La filósofa francesa Élisabeth Badinter añadió leña al fuego con su
libro La mujer y la madre (La
Esfera de los Libros) en el que denunciaba que ser madre en esos términos es
«una forma de esclavitud». Matchar concurre con ella en que «el esencialismo
biológico, pensar que las mujeres están hechas para cuidar y nutrir, es una
gran amenaza para el progreso feminista». Que no se lo digan a Kelli Paulus, doula (matrona tradicional) y
experta en parto con hipnosis. «Abogo por una paternidad responsable y por las
mujeres que retoman el poder sobre sus cuerpos, también durante el embarazo y
el parto. No veo cómo eso puede no ser feminista», dice desde Chicago, donde
escribe el blog The Hipster Homemaker. Su web, y otras como The
Brooklyn Homesteader, que escribe una exinformática dedicada a la
apicultura y a hacer cerveza artesanal, actúan como cantos de sirena para
muchas mujeres que aspiran a cambiar su estilo de vida. Matchar lo llama «el
sueño del estilo de vida Etsy» o «el sueño de la bloguera», y advierte: «Solo
funciona para unas cuantas afortunadas. Puede ser un buen hobby, pero una manera desastrosa de
ganar dinero».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!