Advierten que el 30%
puede sufrir algún grado de disminución auditiva
Por Fabiola Czubaj | LA NACION
Si megaestrellas de la
música como Phil Collins o Sting hubiesen tomado conciencia de los riesgos de
exponer sus oídos al volumen intenso en los ensayos y recitales, no tendrían
que convivir con una disminución auditiva de hasta el 60% y con molestos
zumbidos.
Por eso, dos entidades
médicas advierten que los chicos y adolescentes que adhieren a la moda de usar
los auriculares del celular o el reproductor portátil casi como una parte
inseparable de su cuerpo están en zona de riesgo auditivo.
La Asociación Argentina
de Otorrinolaringología y Fonoaudiología Pediátrica (Aaofp) y la Federación
Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología (FASO) estiman que el 30% de
los chicos y adolescentes tendrá algún grado de hipoacusia que afectará su
rendimiento estudiantil o laboral.
La exposición continua,
de dos o tres horas por día, a más de 90 decibeles (dB) dirigidos directamente
al interior del oído garantiza una lesión. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) recomienda que ese tipo de reproducción no supere los 50 dB de
intensidad. De hecho, cuando muchos jóvenes acuden al especialista descubren
que ya tienen una disminución auditiva que puede ser permanente.
Otros hasta tuvieron un
accidente en la calle por cruzar o andar en bicicleta escuchando música con
auriculares puestos.
"Deberíamos
preguntarnos si nuestros chicos hoy serán discapacitados auditivos mañana. El
30% de la población de entre 10 y 24 años tendrá trastornos auditivos por
exposición no laboral al ruido. Y eso no es poco: equivale a por lo menos 3
millones de personas que sufrirán un daño que no se cura", dijo a LA
NACION la doctora Graciela González Franco, otorrinolaringóloga infantil
especializada en prevención e integrante de la Aaofp.
En el XXXIII Congreso de
la Sociedad Panamericana de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello,
organizado por ambas entidades en Mar del Plata, también se planteó la ausencia
de políticas públicas de prevención y de concientización.
"En mi sala de
espera -dijo González Franco-, están los nenes de menos de 10 años con los
auriculares puestos escuchando música del teléfono del papá o de la mamá o con
el ruido de los jueguitos electrónicos, y los papás no son conscientes del
volumen al que lo están escuchando. Y si uno escucha la radio o mira la
televisión, los locutores hablan gritando, aunque tienen el micrófono delante.
Sin conciencia de semejante exposición, mal podemos trabajar en
prevenirla."
Un decibelímetro que
cualquiera puede descargar de Internet en el celular le permitió a la
especialista registrar en un acto de chicos de jardín de infantes que el nivel
de ruido ambiente superaba los 119 dB, como el despegar de un avión. Las normas
de la Unión Europea establecen que una persona podría estar expuesta ¡apenas 28
segundos! a esa intensidad. Pero cualquier equipo de música llega a los 120-130
dB y están programados para encenderse a más del 60% de su capacidad.
"La OMS dice que
una de cada cinco personas escucha música durante tres horas diarias a 95 dB,
lo que provoca hipoacusia -dijo González Franco-. Pero a eso en los jóvenes hay
que sumarle la exposición que sigue a la noche en los bares y los
boliches."
DE ALTO IMPACTO
También según la OMS, el
76% de la población que vive en la ciudad queda expuesta a un impacto acústico
muy superior al recomendable, lo que afecta su calidad de vida porque le
produce estrés, irritabilidad o taquicardia.
"Es cultural que la
música tiene que estar muy fuerte para escucharla. Lo es en un pelotero, el
gimnasio, un casamiento y un boliche", dijo el doctor Daniel Orfila,
director de congresos de la FASO. A eso le sumó el uso de los auriculares de
inserción, que, según explicó, son más dañinos que los de copa, que dispersan
el sonido un poco más.
"Deberíamos hacer
más campañas y que inspectores concurrieran a los boliches con un decibelímetro
para medir la intensidad de la música. Nos están exponiendo a sonidos por
encima de los 110-120 dB y no hay oído que lo resista", sostuvo el
especialista en otología y neurootología.
De hecho, la FASO
realizó controles auditivos a la salida de un boliche y registró la disminución
de la audición en los asistentes.
"Si es una vez, se
trata de un trauma acústico de primer grado -explicó Orfila-. Pero si esa exposición
se repite todos los fines de semana y con equipos reproductores, no se recupera
más [la audición perdida]. Empiezan a perder las frecuencias agudas, la
discriminación fina [de los sonidos], además de aparecer los zumbidos en los
oídos."
UNA RECETA SENCILLA
Orfila dio una receta
muy sencilla para saber si el sonido está muy alto. "Si estoy cerca de
alguien con auriculares y escucho lo que está escuchando, la intensidad supera
los 100 dB y se está lastimando los oídos", dijo.
Recomendó que el volumen
nunca supere la mitad de la capacidad del equipo.
"Cuando prendemos
un aparato, el volumen está por encima de esa potencia tolerable. Lo que hay
que hacer es colocar el volumen a la mitad, dejar que el oído se acostumbre y,
entonces, bajar el sonido un poquito más", indicó.
Claro que no sólo están
la intensidad y la duración de la exposición, sino también la predisposición
individual. "Pero, ¿quién sabe si es susceptible o no?", planteó
González Franco.
Y desafió: "Si
alguien siente vergüenza por usar tapones en sus oídos, debería meditar si no
será más frustrante fingir que entiende lo que no escucha porque está
sordo".
USAR PROTECCIÓN EVITA
LESIONES
Por haber pasado al
último año del secundario sin llevarse materias, Javier tiene más tiempo en
vacaciones para tocar con su banda. Sabe que si usa tapones cuando ensaya o
toca, no oye zumbidos ni silbidos a la salida. "Me pasa bastante seguido
que cuando vamos a tocar, la música está fuerte -cuenta-. Por eso, empecé a
usar protección auditiva."
Los tapones reducen unos
20 dB el ruido. "También estamos tratando de tocar más bajo, regular los
amplificadores, y donde tenemos retorno, bajamos el volumen -enumera-. Trato de
no usar auriculares dentro del oído y si no puedo usar tapones, tratamos de
descansar para no saturar tanto los oídos."
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