29th noviembre, 2011
El parto no es solo el nacimiento de un niño o
niña, sino que también el nacimiento del ser madre.
Es un momento de profundos cambios tanto físicos como psicológicos en la mujer, en el cual ella debe incorporar a su identidad, a su sentido de sí misma, esta nueva dimensión que es el ser mamá. Esta adaptación implica una reacomodación en términos emocionales. La mujer entra en la marea de la maternidad, a un modo de funcionamiento muy distinto al del mundo externo y mucho más parecido al mundo del bebé. A pesar de que el parto conlleva una separación física entre madre el hijo/a, emocionalmente están muy unidos, por eso hablamos de díadas “mamabebé”.
Algunos hablan de que
estar en puerperio (la etapa que va desde el nacimiento hasta que los niño/as
comienzan a caminar e independizarse más de los padres) es como volverse un
poco loca.
Es que pasar de una
situación en la cual la mujer tiene el control de su vida -de poder
planificarse, de organizar su día- a la pérdida de control que implica estar al
cuidado de un recién nacido/a -que no tiene horarios y que tiene múltiples
necesidades, todas urgentes- puede ser una experiencia bien extrema, ante la
cual, si no se está preparada y apoyada por el entorno familiar, se puede
sentir mucha angustia.
En nuestro país,
especialmente en las grandes ciudades, el puerperio es una etapa vivida de
manera muy solitaria, sin que existan muchos espacios para que las mujeres
puedan compartir estas vivencias y encontrar apoyo y contención afectiva.
Tampoco se habla mucho de lo difícil que pueden ser las primeras semanas con un
bebé en casa, las revistas nos muestran imágenes de madres bellas y felices,
con bebés sonrientes, por lo que las mujeres que no lo viven así quedan muy
excluidas, con la sensación de que lo que les pasa es raro.
Se considera que el
puerperio dura aproximadamente hasta los dos años del niño/a, edad en la cual
ha alcanzado una relativa independencia emocional de la madre. Pero no todo
este tiempo es igual en términos de funcionamiento y necesidades de la díada.
Las primeras seis semanas suelen ser las de mayor demanda ya que se establece
la lactancia y el bebé está regulando sus ciclos de sueño/vigilia y de
alimentación. Además los padres se deben acostumbrar a la falta de sueño y a los
cambios en las rutinas y funcionamiento familiar. Es frecuente que los padres
se sientan sobrepasados y que haya momentos de angustia. Es recomendable
entonces que los padres pidan toda la ayuda que necesiten, y que las personas
alrededor de ellos la ofrezcan, especialmente lo que les ayude a liberarse de
tareas anexas a la crianza, dejándoles toda la energía para cuidar a su bebé.
Luego de las seis
semanas y hasta los tres meses viene un período de menor demanda, en parte
debido a que los padres ya se han acostumbrado a la nueva rutina (y a la falta
de sueño), y a que el bebé empieza lentamente a ordenarse en sus ciclos. Luego
de los tres meses tiende a ser más fácil y grato, y es el momento en que gran
parte de las madres y padres señalan empezar a disfrutar realmente de su mater (pater)
nidad.
¿Es normal? ¿Cuándo
consultar?
Las sensaciones más
comunes que experimentan las mujeres en el puerperio tienen que ver con cambios
de ánimo muy abruptos: pasar de la felicidad extrema a la tristeza extrema, del
querer mucho a su bebé a no estar tan segura de si quería tenerlo, junto a un
sentimiento de culpa por sentir que uno no lo está haciendo bien.
Estos sentimientos, que
además tienen que ver con los cambios hormonales, aparecen por lo general
durante las primeras seis semanas de puerperio. Se habla del “Baby blue”, que
mezcla sensaciones de tristeza, incertidumbre, ansiedad, sentir que no se tiene
tiempo para nada.
Sentir un amor a primera
vista por la guagua le pasa a un tercio de las mamás. Los otros dos tercios
tienen distintas sensaciones: que no están preparadas, que se les viene una
carga enorme encima, que no están tan seguras de que querían ser mamás, o que
su guagua no se parece tanto a lo que imaginaban. Estas son todas sensaciones
normales y esperables en un momento de cambio vital importante.
Esto no necesariamente
implica que la mujer esté deprimida, y generalmente estas sensaciones se pasan
si la madre es validada en sus sentimientos, no criticada por lo que hace o
deja de hacer, y recibe mucha contención y apoyo de su círculo familiar.
Pero si esta situación
se extiende, si pasan semanas en las cuales la mujer siente mucha pena, mucha
rabia, o sentimientos agresivos o ambivalentes hacia su guagua, entonces es
necesario pedir ayuda. Por eso es importante que las personas que la rodean
entiendan que las mamás pueden presentar emociones contradictorias, y estar
atentos para pedir ayuda profesional (a la matrona, enfermera, pediatra, o
psicóloga,) si esto tiende a prolongarse.
Cómo apoyar en el
puerperio
Cuando nace un bebé, todo
cambia. Se inicia un proceso de reorganización tanto para la madre, como para
el padre y el resto de la familia. Todo el sistema familiar, sus rutinas, sus
espacios, se reacomodan para incluir este nuevo integrante. Es un momento
crítico en el cual se requiere de mucho apoyo.
Contención y apoyo: Se
dice que la mujer puérpera nunca debería estar sola. Porque es un periodo muy
sensible en que la mujer tiene una conexión emocional tan fuerte con la guagua,
que tiene los mismos cambios de ánimo que ésta. Con todos estos cambios,
necesita que alguien las contenga, por eso es tan importante contar con una red
de apoyo, del padre, de la familia extensa, de la comunidad. Tendemos a visitar
a la madre y al recién nacido/a en el hospital o clínica y luego dejarlos solos
en casa. Las madres, especialmente cuando son primerizas, necesitan mucho
cuidado y compañía de personas que sean respetuosas de sus necesidades y de sus
tiempos, que le pregunte qué necesita, y la refuercen positivamente diciéndole
todo el tiempo que lo está haciendo bien, que lo que le pasa es esperable, que
los momentos difíciles van a pasar.
Refuerzo positivo y
apoyo en tareas del hogar: Durante las primeras semanas el ideal es que la
madre pueda desligarse, dentro de lo posible, de las tareas domésticas, de
manera de poder enfocarse en el cuidado del bebé y de sí misma. La mujer tiene
que pedir ayuda y su entorno debe comprender que no porque esté en la casa debe
hacerse cargo de todo. Ojalá todas las personas que están alrededor puedan
tomar un rol contenedor, ayudar con pequeñas tareas.
Fortalecer la lactancia:
Dar pecho produce en el niño y madre una sensación de placer por un bombardeo
de oxitocina y endorfinas (llamadas también hormonas del amor, o de la
felicidad) que contribuyen a mantener un buen estado de ánimo. De hecho, las
mujeres que amamantan tienen menor tendencia a desarrollar depresión postparto
que las que no amamantan. Pero la lactancia no siempre fluye desde el primer
momento, es un proceso de aprender a conocerse con el bebé, y en ese proceso
puede haber dificultades. Ahí es importante el apoyo de la red: otras mujeres,
consultoras de lactancia, matronas. Es muy importante que las mujeres pidan esa
ayuda, no sólo en cuanto a lo que es una buena técnica de lactancia sino que en
relación a todos los aspectos emocionales que rodean este proceso.
Atención de salud: Al
primer control de salud del niño/a, las mamás suelen llegar con una lista de
preguntas que frecuentemente escapan al campo médico, pero que se le hacen al
profesional porque es la única persona confiable con que cuentan para resolver
dudas respecto a la crianza y cuidado del bebé. Los profesionales de la salud
tienen una importante tarea que hacer ahí, en términos de bajar la ansiedad,
ayudar a la madre (y al padre) a empoderarse en su rol, a confiar en sus
instintos, siempre de manera respetuosa y contenedora. Ojalá las enfermeras y
los pediatras pudieran hacerse el tiempo para acoger las dudas de los padres,
estableciendo una relación de confianza y apoyo. Si eso no es posible, ojalá
pudieran gestionar una derivación a otros servicios y/o profesionales que
puedan acoger las inquietudes propias del puerperio y la crianza.
Rol del padre: Frente a
la angustia o ansiedad que pudiera presentar la mujer en este período, la labor
del hombre es cuidar, contener, acompañar a la madre. No “ningunear” sus
sentimientos, sino que calmarla, respetando sus preocupaciones. Es importante
entender que también pueden tener sentimientos muy intensos, de felicidad y
también de tristeza, ya que también tienen que acostumbrarse a una nueva
dinámica. Pasar de una esposa con la que compartía, disfrutaba y hacía planes,
a una que muchas veces no le presta la atención que él espera y está todo el
día en función de la guagua puede producir sentimientos de exclusión. Hay que
entender que es parte del proceso.
Si hay otros hijos o
hijas mayores, es el momento de tomar un rol más preponderante, de hacerse
cargo de tareas como salir con ellos, darles la comida, bañarlos. Y tanto para
el papá como para los hijos/as mayores, también es importante participar del
cuidado del bebé: mudar, bañar, regalonear. Con el correr del tiempo el rol del
padre será cada vez más importante para el bebé, pero en las primeras semanas
su rol principal es de contener a su pareja, para que ella pueda contener a su
hijo o hija. Y el rol de la sociedad en su conjunto es el de proteger a esta
familia para así darle al niño y niña el mejor comienzo.
Chile Crece Contigo
Francisca Montedonico
Godoy
Psicóloga de
Espaciocrianza
Escrito en Embarazo y
Parto, Espaciocrianza
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