Empatía
La empatía (del vocablo
griego antiguo εμπαθεια, formado εν, 'en el interior de', y πάθoς,
'sufrimiento, lo que se sufre'), llamada también inteligencia interpersonal en
la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad
cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir.
También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la
realidad que afecta a otra.
Algunos estudios señalan
la existencia de rasgos afines a la empatía en algunos animales no humanos,
como por ejemplo los roedores u otros primates. En este sentido, se podría
confirmar el argumento de que el origen de la empatía se sitúa en mecanismos
neuronales básicos desarrollados a lo largo de la evolución.1
Ciertas corrientes de
pensamiento psicológico postulan que la mente humana tiene en común sensaciones
y sentimientos. La única diferencia entre dos personas es el momento en el que
se muestran dichos sentimientos, provocando emociones que motivan a actuar. Que
una persona no sienta igual que otra en un momento dado, es por razones educativas,
predisposiciones genéticas y condicionantes hormonales, que inducirán a
encauzar los estímulos de una forma u otra. Por eso, infieren que la empatía es
posible en un individuo capaz de razonar acerca de sí mismo, evaluar sus
sentimientos y razonar acerca de otras personas de forma que no tienda a
justificar sus propios deseos. El deseo sería la unidad de degeneración del
pensamiento objetivo, y el grado de exactitud estaría desvirtuado, en mayor o
menor medida, dependiendo la profundidad del conocimiento de uno mismo, o lo
que es lo mismo, de su inteligencia emocional.2
También parece ser que
la empatía desempeña un papel significativo en la teoría de juegos y en la vida
económica:
Solamente a través de la imaginación podemos concebir sus
sensaciones (sc. los de nuestro hermano) (...) son las impresiones de nuestros
propios sentidos y no la de los suyos lo que nuestra imaginación copia.3
Adam Smith, 1759.
Incluso expresiones de
la psicología popular tales como "nosotros", "nosotros los
nacionales", "nuestro pueblo", etcétera, serían imposibles sin
tal empatía (es decir, sin la asunción hipotética de la existencia de
"personas parecidas a mí"). Parece ser que la capacidad de empatizar no
es solamente importante para la observación de una conducta moral o social,
sino paralelamente también para experimentar sentimientos como la envidia, el
odio, guerras religiosas, etc. La filósofa Edith Stein ha realizado un estudio
profundo sobre el problema de la empatía, de un gran rigor filosófico y
científico. Su tesis de doctorado, publicada en español y titulada "Sobre
el problema de la empatía", trata de la esencia de los actos de empatía en
general, así como de la noción de persona que se obtiene a través del análisis
de estos actos.
Por otra parte, se ha
observado que un determinado tipo de neuronas, las neuronas espejo, solamente
se activan cuando el mismo acto que realiza un primate lo efectúa otro que es
observado por el primero. De forma análoga, en los humanos se activa la misma
área cerebral, en el curso de una emoción, al observar a otra persona en el
mismo estado emocional. Se ha verificado también experimentalmente que la
empatía es mayor entre personas de idéntico sexo, raza o edad, y que el grado
de empatía es muy variable de una persona a otra. Por tanto, la empatía parece
ser un importante factor de cohesión social y es una ventaja evolutiva
desarrollada por selección natural.
Además, parece que esta
capacidad, al menos en las personas, es susceptible de desarrollo y aumento: se
acrecienta más fácilmente en los que no han padecido problemas afectivos, con
padres que se han ocupado de ellos, y que han vivido en un ambiente en el que
han sido aceptados y comprendidos, han recibido consuelo cuando lloraban o
tenían miedo, y que han visto como se promovía la preocupación por los demás...
En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado
cubiertas desde los primeros años de vida.
Así pues, la empatía
describe la capacidad intelectiva de una persona de vivenciar la manera en que
siente otra persona; posteriormente, eso puede llevar a una mejor comprensión
de su comportamiento o de su forma de tomar decisiones. Es la habilidad para
entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en
su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Como tal es
un sentimiento objetivo cuyo desarrollo requiere un cierto tipo de
inteligencia. Quienes padecen autismo, síndrome de Asperger o determinadas
psicopatías ven muy mermada esta capacidad cognitiva; por el contrario, quienes
ejercen un liderazgo altruista suelen caracterizarse por el amplio desarrollo
de esta capacidad. Los estudios demuestran que esta capacidad suele darse más a
menudo en el género femenino de la especie humana, quizá por el hecho biológico
de tener hijos y cuidarlos, aunque no es privativa del mismo.
Las personas con empatía
son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y
motivaciones; por eso, poseen normalmente alto reconocimiento social y
popularidad, ya que se anticipan a las necesidades, antes incluso de que sus
compañeros sean conscientes de ellas, y saben identificar y aprovechar las
oportunidades comunicativas que les ofrecen otras personas. Esta capacidad se
extiende entre especies, permitiendo al empático una mejor interacción con los
animales; inversamente, algunos animales poseen también esta capacidad, como el
delfín. Ciertos animales domésticos que han tenido un largo trato con el
hombre, han sido seleccionados a causa de su empatía, facilitando su doma o
domesticación. Ha sido demostrado, además, que la sutitución de juguetes por
animales facilita los avances cognitivos y el desarrollo de la empatía y las
facultades comunicativas en los niños autistas.4
Nuevos estudios permiten
suponer que existe una relación entre la imitación o simulación del
comportamiento y la capacidad de empatizar; incluso en el mundo animal se
investiga la capacidad de empatizar como un posible avance en la evolución, al
posibilitar relaciones de cooperación o simbiosis. También es frecuente la
empatía entre animales, incluso hacia seres vivos de otras especies.
En el uso común, es la
actitud de estar completamente disponible para otra persona, omitiendo expresar
nuestras propias preocupaciones, sentimientos y pensamientos, para ofrecerle
nuestra plena atención. Se trata de ofrecer una relación de calidad, fundada en
un escuchar no valorativo, en el cual concentramos la comprensión de los
sentimientos y necesidades fundamentales del otro.
En profesiones como el
trabajo social, la medicina o la enseñanza, donde se requiere mucha empatía, el
ejercicio continuado de la misma suele provocar su degradación, el cansancio o
desgaste emocional, el síndrome del quemado o síndrome de burn-out. Por otra
parte, existen los alexitímicos (personas incapaces de expresar los propios
sentimientos y de percibir adecuadamente los de terceros) y los elementos
antisociales o psicópatas, quienes guardan poca o ninguna consideración por los
sentimientos ajenos y, en muchos casos, suelen manipularlas en su propio
beneficio.
Numerosos pensadores han
tratado sobre la empatía; entre ellos destacan Edith Stein, Sigmund Freud, Carl
Rogers o José Antonio Marina.
Cualidad adquirida
Algunos investigadores
dedicados al estudio de la empatía infantil han propuesto que esta cualidad, la
capacidad de comprender los sentimientos ajenos, es adquirida. “Se ha mostrado
que los niños víctimas de abuso no responden con empatía ante la aflicción de
otros niños —explica el doctor Mark A. Barnett, profesor de la Universidad
Estatal de Kansas en Manhattan, según se cita en el periódico The New York
Times—. Tal vez vean a un niño angustiado y no reaccionen, o se acerquen a
chillarle o empujarlo.” Por otro lado, agrega que “el niño cuyas necesidades
emocionales han sido bien atendidas es más sensible a las emociones ajenas”. El
doctor Barnett explica que la empatía pasa de padres a hijos.
Diferencias en función
del género
Hoffman (1977) estudió
el fenómeno y concluyó que la empatía es más relevante en las mujeres que en
los varones.5 Para Díaz-Aguado esto tiene que ver con la educación diferencial
de niños y niñas.6
Referencias
Notas
Cf. Frans B. M. de Waal, «La empatía en los animales», Mente y Cerebro, 38, 2009, págs. 20-27.
↑Uno de los ejemplos ambivalentes de la empatía se ilustra ya en la historia de Caín y Abel, en dónde realmente parece ser
que ciertas complejas emociones "sociales" como, por ejemplo, la
envidia y el odio, son posibles gracias a la capacidad de empatizar (véase
Frith & Blakemore 2004)
↑It is by the imagination only that we can form any conception of what
are his (sc. our brother's) sensations (...) it is the impress
Edith Stein (2004). Sobre el problema de la empatía. Trotta. ISBN 9788481646306.
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