Domingo, 24 de marzo de
2013
Hace unos días mi amiga
Ileana de Tenemos Tetas escribía un post más que recomendable titulado “Los
bebés no son como nos lo contaron”. Ésta es la reflexión que ha estado rondando
por mi cabeza después de leerlo y que por fin he encontrado tiempo para escribir:
las madres puérperas, las recién paridas, tampoco somos como se dice por ahí…
Las madres, las recién
paridas no estamos deseosas de ponernos a dieta, ni de recuperar no sé qué
dichosa figura, las madres (muchas) echamos de menos nuestra pancita y nos
vamos adaptando poco a poco a los cambios… Queremos re-conocernos y
re-descubrirnos en nuestros nuevos cuerpos y sabemos que dicho cuerpo es sabio
y que todo volverá a su lugar, que no tiene porqué ser el mismo.
Las futuras madres,
antes de parir, no estamos deseosas de que nos abran el vientre y nos hagan una
cesárea programada (inne-cesárea) para no enterarnos del parto. La gran mayoría
de las madres (le pese a quien le pese) queremos parir.
Las madres recién
paridas no necesitamos soltarle el bebé al primero que pase para irnos de
copas, de cena con la pareja o de tiendas con las amigas. Para muchas de
nosotras la vida social pasa a un segundo plano, especialmente si nuestro bebé
o niño no es bienvenido en el lugar donde vamos. Nosotras nos estamos enamorando
de un amor que durará toda la vida, es normal que le dediquemos mucho tiempo.
Así que cuando llega la noche (y buena parte del día) estamos deseosas de
DORMIR.
Las madres recién
paridas no estamos contando los días para volver al trabajo con vistas de que
éste nos libre de “esa supuesta carga” que es criar. Las madres estamos
deseando bajas maternales más largas y remuneradas para no separarnos ni un
segundo de nuestro bebé y la mayoría volvemos al trabajo llorando, ya es hora
que se sepa.
Las madres puérperas no
andamos buscando un fin de semana romántico con el padre de la criatura
todavía, y puede ser que no lo necesitemos en muchísimo tiempo… tampoco
ansiamos estar 24 horas en un Spa, queremos darnos un agradable baño en casa,
sabiendo que si nos reclaman estaremos disponibles, queremos seguir tranquilas
nuestros propios tiempos.
Las madres recién
paridas no necesitamos horarios para dar el pecho, ni queremos separarnos de
nuestros bebés para dormir, la mayoría experimentamos ansiedad cuando la
criatura está en otros brazos por muy conocidos que sean… las madres
necesitamos brazos y manos ajenas que
cocinen para nosotras, que frieguen, que laven, que limpien... y se encarguen
de la ropa… por lo general preferimos no delegar (al menos fue mi caso) en
nadie el cuidado directo del bebé, ni de día ni de noche.
Las madres no queremos
una batería de artefactos que nos sustituyan antes de empezar: chupetes,
biberones, calentadores, esterilizadores, mantitas, muñecos, telecomunicadores,
potitos, etc. Queremos ser libres de utilizarlos solo si así lo decidimos y no
que nos los metan en la maletita del gine o nos los regalen en el centro de
salud.
Las madres queremos asesoras
de lactancia cercanas, doulas que nos acompañen en el puerperio y vengan a
casa, un personal médico más preparado en lactancia materna y con capacidad de
desplazarse al hogar si hiciera falta, lo que salvaría muchas de nuestras
lactancias que se quedan por el camino… queremos ser prioritarias para la
sanidad pública y la privada, queremos que la lactancia materna sea una
asignatura de importancia en la Universidad de Medicina y en los cursos de
formación continuada de los sanitarios. Estamos hablando de salud comunitaria,
de mucho dinero y de salvar vidas, poca broma.
Las madres no queremos
ser superwomans, ni estar monísimas (“de la muerte”) para nuestros bebés… las
madres ya sabemos que somos para ellos lo mejor del mundo… Nosotras queremos
poder vivir el puerperio con dignidad, sin que se nos obligue a saltárnoslo o a
pasar por él de puntillas, acompañadas por buenos profesionales cuando sea
necesario. Queremos disfrutar de pasar tardes en pijama, con los calcetines
desparejados, despeinadas, concentradas en el placer de cuidar y amamantar(Eso
sí que alguien nos traiga mucha agua, chocolate o algo para picar cuando se lo
pidamos, que la lactancia a demanda da mucha sed y hambre).
Las madres recién
paridas no estamos deseosas de pasarnos horas en el gimnasio poniéndonos a
tono, ni de tomar suplementos dietéticos o usar cremas adelgazantes, nada más
lejos de la realidad… las madres buscamos un grupo cercano de
postparto/lactancia donde hablar y ser sostenidas o un lugar para practicar
hipopresivas donde podamos acudir tranquilamente con nuestros bebés para
recuperar nuestro suelo pélvico.
Las madres recién
paridas no estamos como locas intentando recuperar nuestra vida sexual conyugal
(ni hace tanta falta que en los cursos “oficiales” de pre y post parto se nos
insista en que posturas coitales son las mejores para evitar en dolor de la
episiotomía) Las madres tenemos nuestra sexualidad focalizada en nuestra
criatura como cualquier hembra de una especie mamífera. Parir y amamantar son
parte muy importante de nuestra sexualidad, aunque no se nos explique.
Las madres no soportamos
el llanto de nuestros bebés, necesitamos abrazarlos, calmarlos, amamantarlos,
llevarlos encima... Las madres estamos hartas de que se nos mienta y se nos
recomiende dejarlos llorar. No hay ni una sola que lo lleve bien pues es contra
natura.
Yo sé que hay tantas
madres como mujeres, por lo tanto habrá algunas madres que no se identifiquen
con este texto, pero también observo que cada vez se respeta menos la
maternidad a nivel social, sobre todo el periodo del puerperio.
Parece que solo existan
dos prototipos “oficiales” de madres: la "madre mártir "que no
disfruta de su maternidad sino que se sacrifica (lo cual no me gusta nada
porque yo creo en la maternidad gozosa y liberadora) y la "madre
superwoman" adicta al trabajo y a la vida social para la cual la
maternidad es una faceta más en su vida, ni siquiera la más relevante…
En el camino nos hemos
quedado las madres comunes, las del día a día, las que yo conozco, las que
queremos estar tranquilas para criar en paz y
vivimos la maternidad con la mayor dignidad que podemos...
No somos pocas, que
conste, somos millones, y movemos el mundo.
Myriam Moya Tena
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