Esculturas a pie de
calle: Normalizando la lactancia en público
Los parques, jardines,
calles, plazas, entradas de edificios de uso público,… incluso los cementerios,
lugar de último descanso, de muchas ciudades y pueblos están adornados con
esculturas de mujeres amamantando a sus retoños.
Imágenes que pasan
desapercibidas para los viandantes diarios pero que despiertan la curiosidad de
los turistas. Para los primeros la presencia de la estatua no les provoca
sobresalto, están acostumbrados a verla, la imagen no les provoca ni admiración
ni rechazo, forma parte de su día a día cotidiano, como mucho si algún día se
cruzan de frente y no van distraídos pueden esbozar una sonrisa de saludo hacia
la madre y el hijo de piedra. Tan solo a los turistas les causa sorpresa
encontrarse de frente con la mujer de mármol, de piedra, de metal,… con
sus pechos en pleno acto de comunión con
sus hijos. Esa sorpresa se materializa en dos tipos de reacciones: una
admiración por la hermosura de la escena o estupor al no estar acostumbrados a
visualizar esa imagen en su vida diaria.
Eso mismo es lo que
sucede en nuestras calles, parques, plazas,… cuando una mujer se abre la camisa
y saca su pecho para dar de mamar en público a su hijo calmando de esa forma su
necesidad de alimento o afecto (ambas igual de urgentes y necesarias de
satisfacer con inmediatez).
Cuando se está
acostumbrado a visualizar esa imagen en el entorno inmediato (familia, amigos,
vecinos) encontrarse en el banco de
enfrente con una mujer dando el pecho no produce ningún tipo de reacción, como
mucho se sonríe a la madre o al niño… tal vez incluso las mujeres de más edad
se acerquen a la madre y la feliciten por su acto y rememorarán con ella su
propia lactancia y maternidad.
Pero desgraciadamente en
este mundo moderno y artificial que nos toca vivir la imagen predominante en el
subconsciente colectivo cuando se trata de relacionar alimentación y niños es
la de un artilugio de plástico llamado biberón. Por ello cuando los ojos que no
conocen otra opción posible de alimentación infantil se encuentran con nuestros
hijos mamando a plena luz del día en un banco cualquiera, de un lugar
cualquiera, de una ciudad cualquiera, la sensación que embarga a esos ojos, a
esas personas, es la de estupor, rechazo… El desconocimiento, la ignorancia, el
analfabetismo biológico provoca rechazo, ira, indignación…
Si la lactancia materna
fuera la opción normal de crianza cuando los ojos de los turistas se
encontraran frente a frente con las esculturas que inmortalizan en piedra,
mármol o metal esa parte básica de la maternidad no mostrarían estupor ni
asombro. No. Mostrarían una sonrisa a la madre y el hijo de piedra y sus
conversaciones además de alabar la belleza de la imagen se centrarían en los
detalles de la estatua, la habilidad del artista, el realismo de los detalles…
Mientras llega el día en
que abrirse la camisa y amamantar a los niños en público sea lo normal
tendremos que conformarnos con alabar la belleza de estas y otras estatuas
similares que adornan las calles, plazas, parques, jardines… de nuestras
ciudades, que poco a poco, día a día colaboran en el proceso de normalización
de la lactancia.
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