Pocas mujeres dan a sus
bebés el pecho pese a las políticas públicas de fomento de la lactancia materna
- Pesan la cultura del biberón y la falta de formación y apoyo de los
profesionales
CECILIA JAN 4 AGO 2010
Una de las experiencias
más agobiantes para una madre primeriza es intentar que el bebé llorón y
hambriento que acaba de revolucionar su mundo se enganche al pezón, dolorido
por las grietas, mientras su suegra repite: "Dale un biberón, se crían
igual de bien". Y es que cualquier conversación de madres, un vistazo a
los foros de Internet, o la cantidad de artilugios inventados para facilitar la
lactancia materna parecen indicar que somos unos extraños mamíferos que ya no
sabemos alimentar a nuestros bebés, y que nos extinguiríamos si no existieran
los biberones.
¿Por qué algo en teoría
natural resulta tan difícil hoy en día, hasta el punto de que muchas madres
deciden no dar a sus bebés leche materna, pese a sus incontables beneficios,
tanto para la salud como para la vinculación afectiva? La Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef y la Asociación Española de Pediatría (AEP)
recomiendan amamantar de forma exclusiva (sin agua, zumos, infusiones, ni leche
artificial) hasta los seis meses de vida, y seguir con la lactancia, junto con
otros alimentos, hasta los dos años o más.
Pero la realidad es muy
distinta: aunque a la salida del hospital, la mayoría de las madres (80%) dan
el pecho, a los tres meses solo el 52,5% de los niños toman leche materna en
exclusiva, y a los seis, el 36%, según los datos que dio el lunes, comienzo de
la semana mundial por la lactancia, la AEP.
Una mezcla de falta de
formación y de apoyo coordinado de los profesionales, junto con la información
insuficiente de la futura madre, sometida a un bombardeo de falsos mitos y
presiones familiares y sociales, dificultan que se cumplan las recomendaciones
sanitarias y los deseos de muchas mujeres de prolongar la lactancia. Subyace la
pérdida de referentes culturales, tras décadas en las que no hemos podido
aprender a amamantar observando a otras mujeres pues el biberón se ha
convertido en la norma, en gran parte por la mercadotecnia agresiva de los
fabricantes, que han logrado que se vea como positivo alimentar a los bebés con
leche de otra especie -la vaca- en la que hay que eliminar y añadir componentes
para imitar a la leche materna. Si se suman las raquíticas políticas para
compaginar lactancia y trabajo, como la baja maternal de 16 semanas, el
resultado es obvio.
La vivencia de Mónica
Cuello, de 31 años, es un ejemplo de esta conjunción de factores. No pensaba
amamantar -"mi madre no pudo", dice, algo de lo que están convencidas
muchas mujeres que dieron a luz en la segunda mitad del siglo XX-, pero tras
las clases de preparación al parto, decidió hacerlo. "El problema es que
te dicen que es importante dar el pecho, pero no cómo ni qué esperar",
opina esta mujer trabajadora. "No me informé más pues creía que era algo
natural".
Cuando nació Alejandro,
hace 15 meses, se dio de bruces con la realidad. "El primer día ni me
preguntaron cómo me iba. Sólo me dijeron que me lo pusiera 10 minutos a cada
pecho cada tres horas". Cuello pensaba que mamaba bien, pero al día
siguiente había perdido el 7% de peso, y le dieron un biberón de leche de
fórmula. Cuando al fin una matrona le ayudó a colocarse al niño al pecho, le
dolió mucho. "Me dijo que tenía que doler". Esta madre abandonó la
lactancia antes de salir del hospital. "Del dolor tan fuerte me deprimía y
no me permitía estar bien con el bebé".
"El mayor error es
que las madres lleguen pensando que dar el pecho es fácil", opina Jesús
Martín-Calama, coordinador nacional de la Iniciativa para la Humanización de laAsistencia al Nacimiento y la Lactancia. Lanzada por la OMS y Unicef, acredita
a los hospitales que cumplen una docena de pasos con el sello IHAN, que en
muchos países se identifica con una atención de calidad. "En el 50% de los
casos, hay problemas", dice Martín-Calama. "Los bebés se tienen que
adaptar al pecho de su madre, y para eso, necesitan paz, tranquilidad, tiempo
para ponerse en contacto y acoplarse", explica. "Que quede claro que
los primeros 10 días no es fácil, no es lo bonito que vendrá luego. Pero como
no ayudes a la madre esos primeros 10 días, se quedará sin vivir esa
experiencia".
Para Martín-Calama,
"lo que distorsiona todo es la gran facilidad para solucionar cualquier
problema con un biberón, lo que no sucede en la naturaleza. Al mínimo
contratiempo, se tira la toalla", afirma. "El mundo sanitario sigue
sin confiar en que la madre produzca suficiente leche, lo que hace que muchas
abandonen en los primeros meses", critica Gema Cárcamo, presidenta de
Multilacta, una asociación madrileña de apoyo a la lactancia.
"Ni para ser médico
ni pediatra me enseñaron nada sobre lactancia", dice Carlos González,
autor de Un regalo para toda la vida. Guía de la lactancia materna. "Ahora
sí se hace, pero los médicos que llevan más años necesitan un reciclaje".
Es un problema común en los países desarrollados. "Con demasiada
frecuencia, cuando hay dificultades, los profesionales de la salud suplementan
con biberones, por falta de las destrezas o la experiencia necesarias",
dice Bernadette Daelmans, médica del equipo de salud y desarrollo de recién
nacidos y niños de la OMS.
Josefa Aguayo, miembro
del comité de lactancia materna de la AEP y jefa de sección de Neonatología del
Hospital Virgen del Rocío de Sevilla va más allá: "Hay muchas
interferencias. Empieza desde la medicalización del parto, lo que se ha
extrapolado a la lactancia y la crianza", opina. "Aún hace falta
mucha formación", afirma Aguayo, para la que es fundamental que los profesionales,
desde atención primaria, transmitan un "único mensaje" a la mujer.
Coincide Concepción Martínez, vicepresidenta de la Federación de Asociacionesde Matronas de España, quien añade: "Se ha perdido el instinto. Un recién
nacido, si lo dejas sobre su madre, piel con piel, a los 70 minutos como máximo
empieza a mamar".
La experiencia de Cuello
también muestra una situación frecuente, tanto en centros públicos como
privados: la contradicción de que una política oficial de apoyo a la lactancia
materna, en la práctica, choca con rutinas anticuadas, falta de formación o un
simple comentario de un profesional, que dicho en un momento de máxima
sensibilidad y agobio, puede acabar con el deseo de amamantar de la mujer.
Aunque el hospital de
Cuello siguió la recomendación de poner al recién nacido sobre la madre, llevó
a cabo prácticas desaconsejadas: fijar duración y tiempo a la toma, dar leche
artificial sin haber intentado que la madre se extrajera leche, y hacerlo en
biberón en vez de con jeringuilla (para evitar que el bebé confunda el modo de
succionar la tetina con el del pezón, totalmente distintos). Y por último,
dejar que la mujer se fuera con la convicción de que dar el pecho es doloroso,
cuando con solo corregir la postura podría haber dejado de serlo.
"Desde 2008,
sabiendo que las cosas no se hacían bien, empezamos un proyecto de fomento de
la lactancia materna", explica la doctora Begoña Arias, responsable de
este programa en los hospitales de Sanitas, entre ellos el de La Moraleja,
donde dio a luz Cuello. Arias reconoce que, por desgracia, "estas cosas puntuales
seguirán pasando", aunque se trabaja para evitarlo: han dado charlas de
formación a todo el personal, están cambiando protocolos de actuación, y han
creado una consulta externa de lactancia para las madres una vez recibida el
alta.
"Es muy difícil
lograr el cambio de mentalidad de todos los profesionales de un centro",
confirma Martín-Calama. En España, sólo hay 15 hospitales acreditados por la
IHAN, y otros dos están en proceso muy avanzado. Son menos del 10% del total,
frente al 90% en países como Suecia o Noruega. "Hay que poner a todo un
hospital, incluidos auxiliares o celadores, a trabajar para una causa",
explica.
El 12 de Octubre
(Madrid) está a punto de lograr la acreditación, algo meritorio, según
Martín-Calama, dado el tamaño del centro, con 7.000 trabajadores. Es el primer
hospital español con un banco de leche materna, y sigue prácticas como limpiar
al recién nacido o valorar su salud encima de la madre, incluso tras una
cesárea si su estado lo permite. Las vacunas o el peso se posponen dos horas, y
se intenta que madre y niño se separen lo mínimo. Un profesional observa la
primera toma para prevenir problemas.
Este centro cuenta con
una consultora certificada en lactancia materna, Juana María Aguilar. Una de
sus labores es impartir talleres a las madres ingresadas. En camisón, y la
mayoría con el bebé de pocos días en brazos, las mujeres, algunas muy jóvenes,
muchas inmigrantes, desgranan sus dudas. "Las clásicas son: 'No tengo
leche', '¿Le alimentará lo suficiente?' y '¿Se queda con hambre?", resume
Aguilar. Durante la charla, muy participativa, esta enfermera intenta reforzar
la confianza de las madres.
"El pilar
fundamental es que la mujer desee lactar. Cuantas más armas le ofrezcamos para
que informe a la familia y a la pareja, mejor", afirma. Armas necesarias
para vencer la presión de madres y suegras de las parturientas. "Pues yo
te crié con biberón y mira qué bien estás". O "¿Por qué pide tanto?
Se ha quedado con hambre", son dos clásicos que alimentan las
inseguridades maternas.
Una vez la madre
consigue lo más difícil, instaurar la lactancia, las presiones, incluso de los
propios pediatras, continúan con comentarios como "ya es muy grande para
tomar el pecho" o "lo estás malcriando". "A menudo,
familiares y amigas de la madre saben muy poco de lactancia, o han tenido
experiencias negativas y no la pueden ayudar. De hecho, puede oír todo tipo de
comentarios destructivos de gente ignorante que no entiende el proceso de la
lactancia", afirma por correo electrónico Christiane Rudert, experta en
nutrición de Unicef.
Por suerte, el panorama,
poco a poco, está cambiando. "Hace 20 años, era rarísimo que alguien diera
el pecho más de seis meses", asegura Carlos González, quien reivindica el
amamantamiento, más allá de los beneficios para la salud, como "un
derecho, una experiencia vital" muy importante para muchas mujeres.
"Mejorará a medida que salgan nuevas generaciones de médicos con formación
en lactancia materna, y se vean más mujeres dando el pecho. Es un círculo
virtuoso".
Falsos mitos sobre la
lactancia materna
Los expertos consultados
para este artículo responden:
- No tendré suficiente
leche. Muy pocas mujeres no producen leche. Tener más depende de que el bebé
mame muchas veces y de forma eficaz, vaciando el pecho. Para que el pecho adapte
su producción a la necesidad del niño, hay que darle cada vez que pida, no
"cada tres horas 10 minutos de cada pecho".
- Se queda con hambre.
Al dar el pecho, nunca sabemos cuánto toma el bebé. Por eso hay que darle según
pida y dejar que llegue a la leche del final, más grasa. Hay épocas en que mama
con más frecuencia (brotes de crecimiento), para aumentar la producción.
- El calostro no es
bueno. La primera leche, muy concentrada, tiene muchas proteínas y defensas. Se
produce poca porque el estómago del recién nacido es muy pequeño, como una
canica.
- Dar de mamar duele. En
situaciones normales, no duele. El dolor es síntoma de problemas, como las
grietas, que son fruto de una mala postura al mamar, y desaparecen al
corregirla.
- Mi bebé crece menos
que los que toman biberón. Hasta hace poco, las curvas de crecimiento se
basaban en niños alimentados con leche artificial, lo que podía llevar a
recomendar una obesidad prematura. La OMS ha publicado nuevas tablas, con los
niños amamantados como referencia de crecimiento saludable.
- Toma el pecho por
vicio, lo malcriaré. La OMS recomienda amamantar como mínimo hasta los dos
años. El pecho no solo es alimento, también consuelo, por eso los chupetes
imitan al pezón.
- No puedo dar el pecho
porque tomo medicamentos. Muy pocos tienen efectos sobre la leche materna.
Consulte si es compatible aquí (hospital de Denia).
Los riesgos del biberón
Si hubiera una vacuna
que redujera el riesgo de meningitis bacteriana, diarrea, otitis, infecciones
respiratorias, diabetes, linfoma, leucemia, obesidad, asma y síndrome de muerte
súbita del lactante, ¿se la pondría a su hijo? ¿Y si además protegiera a la madre
de la osteoporosis, el cáncer de mama y de ovarios y la ayudara a perder peso?
Esa vacuna existe, pero pocos niños y mujeres se benefician de ella, y menos de
la forma óptima recomendada por las organizaciones médicas. Es la leche
materna.
"Las ventajas son
tantas que más bien hay que hablar de los inconvenientes de los sucedáneos de
la lactancia materna. Es como con el tabaco: hay que proteger de la lactancia
artificial, no demostrar las ventajas de la lactancia materna", afirma
Josefa Aguayo, del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. Aunque la creencia popular es que las leches de fórmula son casi tan
buenas como la materna, los expertos alertan de sus riesgos: "Hay más
alergias, riesgo de desarrollar procesos infecciosos, obesidad...", cita
Aguayo.
Según la OMS, la
prolongación de la lactancia hasta los seis meses en exclusiva y hasta los dos
años de forma complementaria salvaría cerca de 1,5 millones de vidas
anualmente. Incluso en sociedades industrializadas, la leche artificial se
asocia a mayor riesgo de enfermedad y muerte: "Un estudio muestra que se
podrían salvar 9.000 vidas al año en EE UU mediante el amamantamiento exclusivo
y prolongado" por la reducción del riesgo de muerte súbita, dice
Christiane Rudert, de Unicef.
El fomento de la
lactancia es "una prioridad", dice Concepción Colomer, directora del
Observatorio de Salud de las Mujeres, del Ministerio de Sanidad. "Aquí no
hay controversia, está demostrado que es lo más conveniente". Por eso la estrategia
de salud sexual y reproductiva que preparan Gobierno, comunidades autónomas y
asociaciones científicas incluye un apartado sobre el tema. Uno de los puntos
del texto, al que ha tenido acceso EL PAÍS, es "aplicar el código de
comercialización de sucedáneos de leche materna" para "proteger la
lactancia materna de prácticas publicitarias engañosas que inducen al abandono
de la misma". El marketing de los fabricantes fue uno de los factores que
hicieron que en el siglo XX la lactancia materna casi desapareciera en los
países desarrollados. El código, aprobado en 1981 por la OMS, prohíbe anunciar
leche artificial o dar muestras. Pero en España y en el resto de la UE sólo se
aplica parcialmente.
¿Y si la madre no quiere
dar el pecho o no lo consigue? "Lo importante es que la decisión sea
informada. No hay que presionar a la mujer", dice Aguayo. "Prefiero
una madre que dé el biberón con cariño a una que amamanta con mala leche",
opina Gema Cárcamo, de la asociación Multilacta. Carlos González tiene otra visión:
"La lactancia es una parte muy importante del ciclo de vida de la mujer.
Por desgracia, la sociedad no comprende que, si no lo logra, es normal que le
dé pena o rabia".
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