Jornadas completas en el
colegio, actividades extracurriculares y, encima, deberes; los chicos se quejan
por el poco tiempo de ocio y los padres los apoyan
Por Sebastián A.
Ríos | LA NACION
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Jazmín Peralta, de 7 años, completa la tarea con ayuda de su mamá, Viviana Genovese, Gustavo Bosco. Foto: LA NACION / Gustavo Bosco |
Jazmín Peralta tiene 7
años y cursa tercer grado en el Colegio De La Salle, en el barrio de Florida,
Vicente López. Es buena alumna, pero eso no significa que le guste hacer los
deberes, asegura su mamá, Viviana Genovese. "Cuando tiene que hacer tarea,
es algo que le pesa. Sería mucho más feliz si no tuviera nunca que
hacerla", agrega Viviana, de 45 años, docente y madre de tres hijos, que
se reconoce partidaria de reducir al mínimo indispensable la cuota de deberes
que los chicos se llevan a sus hogares.
Sus razones son las de
muchos otros padres que, ante la cada vez más intensa vida social de sus hijos,
las jornadas dobles de escuela y la profusión de actividades extracurriculares,
hoy dudan de la verdadera utilidad de esa suerte de institución denominada
"la tarea". "Estoy de acuerdo con que los chicos tienen que
trabajar mucho en clase, repasar y reforzar lo estudiado, pero hoy en día los
colegios tienen jornadas completas y a los chicos no les queda mucho tiempo
para hacer la tarea", agrega Viviana.
¿Cuál es, entonces, la
función de la tarea? Y, luego, ¿aporta el hogar como su epicentro algún valor
adicional?
"La función que
tiene la tarea dentro del proceso de aprendizaje es que los niños elaboren y
fijen lo aprendido", responde la psicopedagoga Elvira Giménez de Abad,
autora de libros como Chicos enchufados o Cómo poner límites a los hijos , que
señala que el hecho de que la tarea sea realizada en el hogar y no en la
escuela "no tiene un valor extra: pensar lo aprendido es lo
importante".
En una escuela de
jornada completa, opina la psicopedagoga, llevar tarea a casa "es
demasiado, ya que a los chicos les queda poco tiempo para otras actividades y,
sobre todo, poco tiempo para el ocio sano y para jugar".
Baile, circo, guitarra,
enumera Mariela Coria, de 37 años. Ésas son las actividades extracurriculares
de las que, por gusto y elección, participa su hija Martina cuando sale del
Colegio Santa Magdalena, en Olivos, a las 16.30. "Si tuviera tarea todos
los días, no podría hacer esas actividades", afirma Mariela, que cuenta
que eligió esa escuela, entre otros factores, por su propuesta de destinar
parte de la tarde a que los chicos hagan la tarea en el horario de clase, con
una maestra especialmente destinada para ello.
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Marcela López brinda clases de apoyo escolar en el Centro de Estudios de La Horqueta, donde los chicos hacen su tarea. Foto: Emiliano Lasalvia |
Si los chicos se llevan
deberes para el hogar es, la mayoría de las veces, porque no los terminaron en
el colegio, agrega Mariela. "Martina hace todo lo posible para no traer
tarea. Se organiza para evitarlo, a veces se ha quedado haciéndola en el recreo
para no tener que terminarla en casa."
La tarea, en algunos
casos, puede llegar a convertirse en un verdadero obstáculo para que los chicos
lleven adelante sus actividades extracurriculares, lo que plantea el dilema de
elegir entre cumplir con las exigencias del colegio o con los intereses de los
padres y de los mismos hijos.
"Desde el colegio
se nos sugiere que los chicos no tengan más de una actividad
extracurricular", cuenta Andrea Fornara, de 40 años, madre de Keila, de 8,
que cursa cuarto grado en el Florida Day School. "Este año Keila trae
tarea del colegio una sola vez por semana [una de castellano y otra de inglés],
pero sé que a partir de quinto o sexto grado tienen deberes casi todos los
días", agrega Andrea, que sí está de acuerdo con que los chicos hagan
deberes en el hogar.
Pero más allá de lo que
cada colegio pueda proponer para que los alumnos hagan en su tiempo libre, lo
cierto es que hoy las actividades extraescolares son, en mayor o menor medida,
según los recursos de cada familia, parte integrante de la educación (en
sentido amplio) de los chicos. "La infancia se ha convertido en una etapa
preparatoria para el futuro, en la que se borra el presente", advierte la
licenciada Eva Rotenberg, psicoanalista fundadora de la Escuela para Padres
Multifamiliar.
"Los padres creen
que ser buenos padres es prepararlos cada vez más temprano, con más idiomas,
más computación, y sin tampoco olvidarse del deporte... Quieren cubrir todas
las áreas y se olvidan, muchas veces, de la más importante, que es generar buen
clima familiar -dice Rotenberg-. Hoy la etapa de la escolaridad se ha
convertido en una sobreexigencia para toda la familia."
En ese contexto, la
tarea, cuando viene en grandes dosis y con alta frecuencia, se convierte en la
frutilla del postre, sumando un factor más de tensión parental. "Muchos
hijos no pueden estudiar solos por diferentes motivos, lo que se junta con el
hecho de que muchos padres que vienen de un día laboral intenso pierden la
paciencia, discuten entre ellos y se enojan con sus hijos", señala la
psicoanalista.
"La tarea escolar
se está convirtiendo en un problema familiar", advierte Marcela López,
docente y coordinadora del Centro de Estudios de La Horqueta, que brinda apoyo
escolar, ya sea para preparar materias, reforzar lo estudiado o, simplemente,
para hacer la tarea.
"La mayoría de los
matrimonios trabajan y llegan cansados como para ponerse a hacer la tarea con
sus hijos. Los chicos, por su parte, también vienen cansados después de una
doble jornada de escuela -describe Marcela-. Eso hace que muchos padres, para
no ponerse a discutir con sus hijos por las tareas, prefieran tercerizarlas y
no desgastar más la relación padre-hijo."
A la doble jornada
escolar, habitual en los colegios bilingües, pero también en muchos que no lo
son, se le suma la cada vez más extensa vida social de los chicos, agrega
Marcela. "Esta generación de chicos tiene una vida social mucho más activa
que la de nuestra época, y eso colabora con que les cueste también cada vez más
mantener el ritmo de estudio durante el año", dice la docente.
"Hoy los chicos
tienen una agenda muy intensa -confirma Viviana, desde su lugar de mamá-.
Además de las actividades extraescolares, están los cumpleaños, que, con lo
numerosos que son los cursos, hay uno día por medio; además, los chicos se
invitan a ir a la casa del otro a jugar, a tomar la leche, a almorzar... No
queda mucho espacio como para estar haciendo tarea. Ni voluntad, porque salen
cansados de la escuela."
TIEMPO PARA JUGAR
El tiempo para la
interacción social y el ocio libre y creativo es algo que tanto padres como
psicólogos y psicopedagogos coinciden en que debe tener lugar dentro de la vida
cotidiana de los chicos (ver aparte). Un tiempo que no debe ser avasallado por
los deberes.
"Si bien como
padres buscamos la mejor educación y capacitación de nuestros hijos, es
importante darles tiempo para que disfruten del tiempo libre y el ocio, y
tiempo para tener momentos familiares de conexión a través de juegos y
salidas", dice Yamila Chikiar, de 36 años, madre de Uriel, de 6, que cursa
primer grado en el colegio Tarbut.
"Los adultos se han
olvidado que la creatividad se desarrolla cuando hay tiempo libre", opina
la psicoanalista Rotenberg, que afirma que la problemática de los deberes es un
frecuente motivo de consulta de los padres, que sienten culpa o se sienten
"malos padres" ante las dificultades con la tarea de sus hijos.
"Sería bueno
repensar las problemáticas actuales en la educación y redisenar las jornadas
escolares -propone Rotenberg-. Debería haber momentos para que los alumnos puedan
hacer tareas en la escuela, para ayudarlos a pensar, ya que los docentes están
más preparados que los padres."
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Martina, alumna de cuarto grado del Colegio Santa Magdalena, en plena tarea, asistida por su mamá, Mariela. Foto: Gustavo Bosco |
La problemática de la
tarea es abordada de distinta forma por las escuelas. Así como hay colegios que
promueven y facilitan las herramientas para que los chicos hagan la tarea
dentro del horario escolar, otros estipulan una evolución gradual de los
deberes hogareños.
"En el colegio de
Uriel, los chicos tienen tarea para el hogar a partir de tercer grado y se va
intensificando a medida que pasan de grado. Al principio, no tienen todos los
días, pero hacia fin de año aumenta un promedio de tres veces por semana -cuenta
Yamila, su madre-. Los maestros apuntan a la autonomía de los chicos, les
enseñan a estudiar y a que ellos mismos se organicen con la tarea."
"En el colegio de
Jazmín son tres días de jornada completa y dos días de media jornada, y la
tarea sólo se da los días de media jornada -cuenta Viviana, mamá de Jazmín-.
Uno de los días que no hay contraturno es el jueves, y esa tarea hay que
entregarla el lunes siguiente, lo que da la opción de hacerla esa misma tarde o
hacerla durante el fin de semana. Así, si la familia planea un fin de semana
con muchas actividades, el chico puede elegir y hacer la tarea antes, en la
tarde libre del mismo jueves."
¿Es posible pensar en
una escuela sin tarea para el hogar? "Yo creo que no sólo es posible, sino
que también es muy conveniente, ya que entre las tareas que deben realizar los
chicos y los trabajos de los padres queda poco tiempo para el diálogo en la
familia y para el compartir momentos juntos", responde la psicopedagoga
Giménez de Abad.
"De todas formas
-concluye-, el compartir las tareas escolares también fortalece el vínculo, y
los chicos necesitan ver que los adultos se interesan por sus
aprendizajes."
CLAVES PARA EVITAR
CONFLICTOS
Los deberes son motivo
común de discusión
- Ayudar, no hacer
- Colaborar con los chicos
en la tarea es ayudarlos a aprender a pensar. Hacer la tarea por ellos es
incapacitarlos para el futuro
- Un buen clima familiar
- Es fundamental para que
los chicos se motiven y asuman sus responsabilidades. Evitar la ansiedad y los
nervios ante las dificultades de estudio
- No transmitir angustia
- Si el chico tiene
dificultades con la tarea, no hay que asumir que es menos inteligente que sus
compañeros, sino tomarlo solo como una dificultad
- Consultar a tiempo
- Si las dificultades son
muchas, buscar el consejo de un especialista
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