lanacion.com |Sábado 16
de noviembre de 2013 | Publicado en edición impresa
Opinión
Por Florencia de
Luca | Para LA NACION
La experiencia de vivir
con un marido en casa es francamente buenísima. Siempre tuve claro que quería
ser profesional, pero nunca me imaginé ni planeé este tipo de organización familiar.
Soy licenciada en Comunicación y Literatura, y doy clases en los últimos años
del secundario en el programa de Educación Popular, en los barrios marginales
de la ciudad de Bariloche. Es muy lindo hacerlo, pero desgasta mucho, porque el
ambiente es la mayoría de las veces muy hostil. Sin embargo, la hora de llegar
a casa es un alivio, un oasis, ya que mi familia me está sosteniendo.
Hace 14 años que estamos
juntos con Ezequiel. Él ya vivía solo cuando lo conocí y este estilo de vida se
fue dando así, de manera natural. A él le encanta cocinar, coser y ocuparse de
los chicos, y de esa forma nos complementamos bárbaro. Yo soy un desastre
cocinando y nuestros hijos dicen que comen bien cuando la comida la hace el
papá. Además, Ezequiel me pasa a buscar por el trabajo muchos días a la semana,
vamos a hacer las compras y hasta limpiamos juntos la casa...
Todos nuestros amigos
ven esto como normal, nadie se sorprende. Tengo que admitir que quizá, para
algunos, pueda sonar un poco extraño que las mamás del colegio lo llamen a él y
no a mí para organizar las fiestas infantiles o consultarle sobre las cosas del
colegio, pero a nosotros no nos preocupa.
Los chicos, por su
parte, lo vivieron siempre como algo natural, no se comparan con los demás
porque no tienen necesidad de hacerlo. Nuestros amigos y los padres del colegio
ya saben que nuestra familia se organiza así, y de hecho hay muchas parejas más
como la nuestra que también llevan la vida familiar de esta manera, y lo
encuentran superpráctico.
Algo que nos divierte
especialmente es que a Ezequiel le encanta coser y se encargó de hacer todas
las cortinas de la casa. También confecciona los disfraces de los chicos y
¡hasta el delantal del más chiquito, que tiene 5 años! Es en serio: las mamás
del colegio también le piden consejos a mi marido para hacer ellas mismas los
trajes de las fiestas del colegio y de los actos, y para mí es muy divertido
verlo.
A las reuniones de
padres no puedo ir por mi horario de trabajo, pero eso no significa que me
quede afuera del tema. Como les pasa a tantos otros padres que no pueden decir
presente, mi pareja luego me cuenta lo sucedido y compartimos las decisiones a
tomar. Así vamos viviendo muchas experiencias que quizá se salen del formato
tradicional, pero a nosotros no nos afecta y lo más importante es que, como
familia, somos muy felices.
Algunas veces me cargan
y me dicen Flor, ponete las pilas, pero yo siempre contesto que hago otras
cosas. Y me encanta que sea así. Me enamora día a día la forma de ser de mi
marido, siempre dispuesto a ayudarme. En mi caso, además, que no tuve un padre presente,
me parece increíble ver esto, me gusta mucho. Siento que es muy aliviador, sí,
esa es la palabra.
Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/1638630-las-mamas-del-colegio-ahora-lo-llaman-a-el
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