lanacion.com |El Mundo Lunes
11 de noviembre de 2013 | 10:31
Emily Ortega, de 21
años, fue empujada por la fuerza del agua del temporal y se aferró a un poste
para sobrevivir; ayer dio a luz a su Bea Joy meintras se refugiaba en el
aeropuerto
Emily Ortega descansa mientras una familiar
cuida a su beba. Foto: AP
TACLOBAN, Filipinas.- En
medio del llanto y la destrucción, hubo sonrisas. Fue ayer, en un aeropuerto de
la devastada ciudad filipina de Tacloban, donde se refugiaban cientos de
afectados por el tifón Haiyan, cuando Emily Ortega dio a luz una niña.
Fue una buena noticia en
una ciudad costera que no sabe aún cómo se va a recuperar del supertifón, que
dejó por lo menos 10.000 personas muertas y destruyó decenas de miles de casas
por los fuertes vientos y las olas.
En el nacimiento de la
pequeña Bea Joy Sagales colaboraron los médicos militares presentes en el
aeropuerto y apenas la beba vio la luz, los aplausos y la emoción colmaron el
improvisado centro de refugiados.
El médico militar que la
atendió, capitán Victoriano Sambale, contó que "la niña está bien",
pero advirtió que enfrenta un alto riesgo de infecciones, ya que no pudo
esterilizar los materiales.
"La madre sigue
corriendo el peligro de tener una infección o una septicemia. Tenemos que darle
antibióticos por vía intravenosa, pero por desgracia ayer nos quedamos sin
antibióticos por vía oral", explicó el médico.
VIDEO DEL NACIMIENTO
El nombre de la beba fue
elegido en honor a su abuela Beatrice, que está desaparecida tras el furioso
paso del tifón.
El nacimiento llegó
después de una odisea de la madre, con la valentía de quien lleva una vida en
su vientre.
Emily Ortega, de 21
años, estaba en un centro de evacuación cuando el tifón provocó la inundación
de la ciudad. La mujer tuvo que comenzar a nadar y se aferró a un poste para
sobrevivir antes de encontrar seguridad en el aeropuerto.
"Ella es mi
milagro. Cuando las olas llegaron y nos llevaron pensé que moriría con ella
dentro de mí", dijo la joven, acompañada por su marido Jobert, quien no
pudo contener sus lágrimas.
El flamante padre
explicó que la primera ola se llevó su casa de madera, en la localidad de San
José, y con ella a toda la familia. "Se supone que hoy tenemos que estar
de celebración, pero también estamos haciendo duelo por los muertos",
dijo.
REABRIÓ EL AEROPUERTO
Mientras tanto, las
autoridades filipinas lograron hoy reabrir parcialmente el aeropuerto de
Tacloban, declarado en ruina hace solo tres días, donde llegan aviones de la
aerolínea estatal Philippine Airlines.
De momento, solo aviones
con turbohélice podrán viajar desde Cebú a Tacloban, indicó la compañía de
aviones filipina.
El portavoz de Aviación
Civil de Filipinas, John Andrews, declaró en un comunicado que los vuelos
servirán para evacuar a la población en riesgo y para aprovisionar a los
servicios de emergencia de material médico, de seguridad y de primera necesidad
tales como agua y comida.
Entre los primeros
pasajeros de vuelos comerciales se encuentran personas que buscan
desesperadamente a sus familiares tras días sin poder contactar con ellos,
personal de ONG y medios de comunicación.
Al menos el 70 por
ciento de los edificios de Tacloban, entre ellos varios del aeropuerto, como almacenes
y la torre de control, quedaron destruidos tras el paso del tifón Haiyan el
pasado viernes.
"La devastación
aquí es absoluta", declaró el ministro de Interior, Manuel Roxas, tras
arribar a Tacloban, la población más castigada por el fenómeno meteorológico, a
unos 580 kilómetros al suroeste de Manila.
Agencias AP y EFE.
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