Continúo con la sección “Historias de Lactancia Materna” gracias a mis maravillosas lectoras que me están enviando sus relatos ¡sois fantásticas!
Hoy tenemos a Sandra, que amablemente ha escrito su historia de lactancia para compartirla con todos nosotros. Una mamá que después de que su pareja la abandonara a los 15 días de nacer su hija, con el pezón plano y mucha presión por parte del entorno para que dejara el pecho, consiguió salvar su lactancia.
Os dejo con su historia:
Tengo una niña preciosa de 11 meses. Ahora que ha pasado este tiempo soy capaz de analizar cómo ha sido su lactancia.
Aún embarazada llegó a mis manos el libro de Carlos González, y por su puesto le tengo que agradecer el despertarme el enorme interés por la lactancia materna, sin embargo me hizo ser muy confiada porque parecía que era tan fácil .. Éste interés por la lactancia me hizo estar atenta a las clases de preparto que me animaron muchísimo al parto respetado y natural. Hice incluso un cursos de posible parto en casa.
Al final fui a un hospital público, eso si con mi plan de parto muy estudiado. Conseguí dar a luz sin epidural a pesar de unos cuantos sabotajes, pero tuve la gran suerte de poder dar a luz a mi hija de pie y cogerla mientras acababa de latirle el cordón fui increíble inolvidable.
Sabia la importancia del piel con piel y lo fundamental de las primeras horas para establecer la lactancia, así que en cuanto nos dejaron tranquilitas, a pesar de las visitas de las vacunas, aplastarme la barriga, e idas y venidas de médicos y pediatras, yo ponía al pecho todo lo que podía a mi hija.
Comprobé alucinada como movía la boquita al contacto con mi pecho, eso es un misterio maravilloso. Nadie me hacia caso ni me dijo si veían algún problema, si lo estaba haciendo bien, no eché de menos ayuda porque estaba convencida que era algo natural y mejor sin intromisiones. Casi agradecí pasar desapercibida.
El problema fue que yo tenía el pezón plano, y mi niña se perdía, pero en su instinto ella chupaba fuerte donde pillaba. Así pasamos una noche, y al llegar el día empezó a llorar, y a mi a dolerme muchísimo el pecho. Cuando me di cuenta lo tenia todo amoratado incluso tenia algunas heridas. Pero yo seguía, ya con mucho cansancio dolor y miedo de creer que no estaba alimentando a mi hija porque lloraba.
Aquí empezó la gran presión de la familia, mi madre comenzó a decir que yo aún no tenia leche y la niña tenia hambre. En el hospital no se dieron cuenta del fallo hasta la segunda noche en que yo estaba ya desesperada llorando con mi hija. Me miraron y dijeron que tenia que descansar el pecho y podía darle el biberón mientras tanto. Aguante toda la noche otra vez sin darle el biberón, pero al llegar las visitas a la mañana y verme tan mal, consiguieron darle el biberón. Yo lloraba mas fuerte…
Por fin llegó una matrona que se dio cuenta del problema y me ayudó a sacarme el pezón antes de poner la niña, y todo empezó a ir un poco mejor. Sin embargo mi entorno ya se había quedado con la copla de que la niña lloraba por hambre. Así que empezó un lactancia mixta por estas presiones.
Tomaba tres biberones de 60 ml al día y el resto teta. Me propuse sola que tenia que dejar los biberones y por intuición decidí no despegarme a la niña del pecho. A la tercera semana ya no le daba biberones!
Sin embargo la niña seguía llorando mucho, y empezamos crisis de lactancia, pedía casi cada hora, y luego se ponía a llorar en el pecho. Aquí tengo que contar otro factor que marcó la lactancia, y es que el padre de mi hija decidió marcharse de casa, ya me avisó con 6 meses de embarazo que ya no me quería y que lo mejor era separarnos.
Se marchó a los 15 días de nacer la niña. Así que me fui a mi pueblo buscando la ayuda de mi madre. En esta situación, mi hija lloraba mucho, yo a veces también, y parecía que no le gustaba el pecho. Lógicamente las presiones para que acabara ya con la lactancia materna eran enormes. Sin embargo yo no podía renunciar a amantar a mi hija, era el único momento en que me encontraba querida y sentía que podía seguir adelante con el corazón herido. Ella me curaba. Así que por teléfono conseguí apoyo de las voluntarias de la liga de la leche, de matronas del hospital del pueblo que me dieron buenos consejos para que no me doliera el reflejo se succión inicial. Y por fin la ayuda de una matrona de Sevilla que me devolvió la confianza en mi misma. Incluso con mi niña de dos meses me metí en un viaje para visitarla. Fue como mi ángel de la guarda.
A partir del tercer mes y medio, superamos por fin las crisis de lactancia, y mi niña ya no lloraba tanto y dormía mejor. Empezó ahí nuestra relación de amor total. Fue incluso mejor cuando volví a mi casa, que aunque sola, me sentí libre.
Otra vez se complicó al volver al trabajo, la dejé con 6 meses casi 9 horas separada de mi. Me sacaba leche en el trabajo. Así estuve un mes, pero al final era mucha presión de la guardería, del trabajo, y al mes tuve que empezar al dejarle en la guardería leche artificial. Pero durante al menos tres meses mas le dejaba además una toma de mi leche.
Ahora que casi vamos a llegar al año, no me lo puedo creer. Estoy contenta de haberlo logrado, y no se qué habría sido de mi si no hubiera podido amamantar a mi hija. Ella me ha ayudado tanto a mi que solo espero que de alguna manera mi leche también le haya hecho bien. Miro atrás y entiendo que no solo lloraba de hambre. Lloraba porque su mama estaba rota y ella era tan pequeña y puro sentimiento, que creo que era la única que sabia como me sentía.
Espero que mi historia pueda ayudar a otras mamás, es lo que me ha animado a escribir.Fuente:http://www.maternidadcontinuum.com/2013/07/historias-de-lactancia-la-historia-de-sandra/
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