Muy interesante, lo recomiendo mucho!!!
Lunes 22 de julio de
2013 | Publicado en edición impresa
Por Nora Bär | LA NACION
Uriel Pérez y una expresión que denota mil días a pleno. Foto: Mariana Araujo |
Aunque todos llegamos al
mundo con un bagaje genético, hay un período crítico de mil días durante el
cual somos particularmente sensibles a la interacción con el medio ambiente.
Ese intercambio temprano puede dejar una impronta que modifique la expresión de
los genes y ayude a promover nuestras potencialidades, o por el contrario
inhiba nuestro desarrollo y aumente el riesgo de sufrir enfermedades.
"Estudios
realizados durante las últimas décadas muestran que esa etapa es una ventana de
oportunidad -subraya el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de
Estudios Sobre Nutrición Infantil Alejandro O'Donnell-. Los primeros mil días
son un momento de plasticidad de nuestro genotipo. Después, se cierra el
paquete genético que traemos y ya seremos lo que somos."
Éste fue, precisamente,
el tema de un simposio científico organizado por Cesni para celebrar el 37°
aniversario de su creación. A lo largo de esa jornada, destacados especialistas
insistieron en que en el lapso que transcurre entre la concepción de un bebe y
los dos años se "imprimen" cambios genéticos que inciden
decisivamente en su futuro. En esos meses, la nutrición y el estilo de vida de
la madre, primero, el amamantamiento, después, y la "nutrición
perceptiva", a partir de los seis meses, cumplen un rol fundamental.
Los cuidados de los mil
días empiezan cuando el bebe está en el útero. La placenta lleva el oxígeno y
los nutrientes para que pueda crecer y por lo tanto la calidad de la
alimentación de la madre y sus hábitos son fundamentales. "La obesidad al
comienzo del embarazo aumenta el riesgo de complicaciones y de cesáreas,
duplica el riesgo de bajo y de alto peso de nacimiento, así como el de diabetes
gestacional, y disminuye la tasa de inicio de lactancia y de abandono
temprano", dice Carmuega.
Según datos de la
Encuesta Nacional de Nutrición, los problemas nutricionales abundan entre los
700.000 nacidos anualmente en el país. Ya sea por desnutrición, por
malnutrición (carencia de micronutrientes, como las vitaminas A y C, y ácidos
grasos esenciales) u obesidad.
"El crecimiento
tanto dentro de la panza como en el período posnatal se asocia con las
capacidades cognitivas y el rendimiento escolar más tarde", destaca
Carmuega.
Una de las
preocupaciones más frecuentes es la carencia de hierro que, según explica la
doctora Elvira Calvo, epidemióloga de la Dirección Nacional de Maternidad e
Infancia del Ministerio de Salud de la Nación, afecta al 30% de los que
integran grupos vulnerables (embarazadas y recién nacidos) y es causa de bajo
peso al nacer.
"La anemia por
falta de hierro suele desaparecer sola en los chicos más grandes, cuyo ritmo de
crecimiento es menor, y por eso muchas veces se cree que es fisiológica -afirma
Calvo-. Las soluciones técnicas parecían fáciles; sin embargo, algunas medidas
no resultaron. Por ejemplo, en el país se indica la suplementación de hierro
por ley. Si lo toman, funciona, pero la medida no ha sido efectiva porque sólo
un 15% de las mujeres cumple con esta recomendación más allá de un mes o un mes
y medio."
Estudios internacionales
sugieren que, aunque más tarde reciban suplementación, quienes carecieron del
aporte indispensable de hierro no llegan a ponerse al nivel de quienes
recibieron una nutrición adecuada en los primeros años.
Paradójicamente, la
intervención de mayor impacto durante el primer año es la lactancia materna.
"La leche humana es un tejido vivo, que trasplanta células inmunológicas
activas y sin rechazo -dice el doctor Miguel Larguía, jefe de Neonatología de
la Maternidad Sardá-. Sus nutrientes están todos presentes en las cantidades
exactas y en condiciones de actuar en forma sinérgica. Tiene factores
antiinfecciosos, antiinflamatorios e inmunomoduladores que confieren al
lactante protección contra infecciones. Ofrece además factores antioxidantes,
de crecimiento y antivirales. Aporta un anticuerpo de amplio espectro que
representa toda la experiencia inmunológica de la madre y resulta más
abarcativa cuanto más desfavorables son las condiciones en que ella se
desarrolla. Tal como ofrecen actualmente numerosas fórmulas, la leche humana
aporta gran cantidad de prebióticos, factores que favorecen su digestión, y
probióticos, es decir, bacterias cuya colonización es favorable. El resumen de
la lista terminaría aquí si no fuera que además la alimentación a pecho tiene
beneficios a largo plazo (lo que hoy día se llama programming ). Por ejemplo,
disminuye la incidencia de obesidad, diabetes, enfermedad celíaca, leucemia y
linfoma en edades mayores."
En la Argentina sólo el
35% de los bebes reciben lactancia exclusiva hasta los seis meses, y el 45%
hasta los cuatro meses.
"La baja
perseverancia en lactancia materna es consecuencia de que no existen políticas
de apoyo formal para su protección -dice Larguía-. Perfectamente podría recibir
un estímulo económico que se traduciría en un indudable beneficio en salud. Los
hospitales y agentes de salud deberían recibir capacitación en lactancia
materna como requisito formativo."
El especialista también
destaca que después del parto debería respetarse "la hora sagrada":
el contacto piel a piel entre la madre y el hijo recién nacido sano durante la
primera hora de vida. "Mejora el vínculo y el apego tan necesarios y
trascendentes -dice Larguía-, como también el inicio exitoso de la alimentación
a pecho."
Y subraya que la
carencia de hierro durante el primer año puede prevenirse con el
"clampeo" tardío (cortar el cordón umbilical tres minutos después del
nacimiento). Esta sencilla maniobra permite que la sangre que está en la
placenta, y que contiene un tercio de la hemoglobina, fluya hacia el cuerpo del
recién nacido.
"Hoy, un niño
nutricionalmente saludable es aquel que expresa todo su potencial y no el que
no tiene desnutrición -dice Carmuega-. La adecuada nutrición es una condición
necesaria, pero no suficiente para estar saludable. Por eso, después de los
seis meses, hablamos de «alimentación perceptiva»: cuando comienza la
introducción de las primeras papillas, es tan importante lo que va dentro de la
cuchara como lo que va afuera. Aprender a identificar las señales de saciedad
de los niños, respetar sus tiempos y gustos, favorecer el contacto y el
aprendizaje en esta etapa trascendente es clave para la nutrición y sienta
bases neurológicas para la relación futura con los alimentos."
Y vuelve a recalcar el
mensaje que intenta instalar definitivamente en la agenda pública:
"Tomando las decisiones correctas en estos mil días tenemos a nuestro
alcance las medidas para aumentar el capital humano prácticamente sin
inversión".
EMBARAZO Y PARTO
RESPETADOS
Para atender nacimientos
en el entorno más cuidado
·
Diez pasos
La OMS y Unicef otorgan
la acreditación de Hospital Amigo de la Madre y el Niño a los centros que
cumplen con la promoción y protección de la lactancia materna. En el país ya hay
57
·
Derechos que protegen
El equipo del Hospital
Materno Infantil Ramón Sardá desarrolló un modelo de Maternidades Seguras y
Centradas en la Familia con abordaje intercultural
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!