“Es importante
asegurarse de que la finalidad principal del adulto no es compensar su estado
depresivo, neurótico o de carencia personal”.
07/08/2013 00:01 | Irene
Kremer*
Una extendida creencia
en relación con la adopción es que todo lo que los niños necesitan son padres
que los quieran. Si bien esto es cierto, también es preciso entender cómo se
gesta una relación entre personas desconocidas, qué nutrientes son necesarios para
construir una vinculación que cambiará la vida de los involucrados, cuáles son
algunas de las principales dificultades que pueden presentarse y cómo
enfrentarlas.
Para mayor claridad, nos
ocuparemos primero de temas referidos a los padres.
Motivación. El deseo de
ser madre/padre está multideterminado y quizás no sea posible, ni necesario,
conocer sus fuentes. Lo importante es asegurarse de que la finalidad principal
del adulto no sea compensar su propio estado depresivo, neurótico o de carencia
personal, sumido en la creencia errónea de que si tuviera un niño para cuidar
mejoraría. Ello suele resultar desastroso para el pequeño y muy frustrante para
quienes aspiraban a resolver así sus problemas.
Capacidad mental (para
adoptar un niño). La capacidad que se requiere del adulto es la de poder tener
en cuenta y amar a otro sujeto. Sólo de este modo podrá resignar en parte sus
necesidades personales y priorizar el cuidado y el contacto afectivo y sensible
durante el tiempo que el pequeño lo requiera. Además, los adultos deberán ser
capaces de realizar los duelos relativos a sus propias carencias –si las
hubiera– (infertilidad por ejemplo), y las que cada niño traiga consigo
(abandonos, traumas, etcétera).
Disposición emocional
(cuando reciben al niño). Ello depende en gran parte del tiempo y de las
condiciones de espera, ya que conocer la fecha probable de nacimiento ayuda a
tolerar el extraordinario cambio de prioridades que se produce en la vida de
personas adultas con una diversidad de intereses cuando esperan un hijo, pero
puede resultar mucho más difícil mantener todo en suspenso si se espera
“indefinidamente”.
Configuraciones
familiares diversas. En la actualidad, el paisaje es variadísimo: concubinato,
familias monoparentales, familias reconstituidas, familias adoptivas, familias
que utilizaron la reproducción asistida, familias de acogimiento. A las que se
agregan las familias homo parentales. Un tema abierto es el vinculado con
inmensos cambios culturales, sociales y jurídicos de las últimas décadas. Desde
el punto de vista de la salud mental, las evidencias indican –que salvo en la
procreación–, las diferencias entre mujer y hombre para la parentalización son
aspectos pasibles de aprendizaje. Según Emilce Dio Bleichmar, “podríamos
resumir el derecho de los niños en contar con padres que los hayan deseado y
que estén capacitados para cumplir con las funciones propias de la
parentalización, funciones múltiples y diferenciadas que suelen definirse por
la fórmula apego seguro o un buen vínculo”.
En relación con los
niños, consideramos dos aspectos básicos.
Historia previa a la
adopción. Cada vez prevalece más la tendencia a pensar que el “self”, la
personalidad, el carácter, los modos de interesarse, de proponer, de resolver,
etcétera, están íntimamente construidos, ligados y tejidos en interacciones
complejas con el entorno, complejas desde su inicio y no sólo a posteriori. El
ser humano va acumulando experiencias, en lo que intervienen su potencial
heredado, las influencias congénitas o intraútero y las relaciones que
establece con otros desde su nacimiento. De este modo, se genera una sensación
de continuidad existencial que permite construir una perspectiva organizada de
sí mismo y de los otros, desde la cual nos relacionamos con el mundo.
Esto implica que las
bases de la personalidad y las pautas de relacionamiento entre las personas se
instauran en etapas muy tempranas y, si alguno de estos aspectos es perturbado,
pueden observarse problemas en la etapa neonatal, en el bebé y el niño pequeño.
Por ello es necesario
conocer el tipo de vínculos que el niño estableció en los días, semanas o meses
que precedieron la adopción. Puede que a los padres adoptivos les cueste
aceptar falencias que no son de ellos, pero hacerlo evitará que se sientan
ineficaces como padres y que tiendan a culparse de todas las dificultades. Si
hubo problemas que complicaron las primeras etapas del desarrollo emocional,
necesitarán ayuda para comprender el tipo de dificultad que puede presentar el
niño y, en ocasiones, tal vez sea necesario que ellos cumplan un rol
terapéutico.
También hay información
dirigida a la construcción de una identidad integrada y saludable.
Decir que los niños
adoptados necesitan información sobre sus orígenes es cierto, pero puede no ser
suficiente. El niño necesita palabras, junto con actitudes, que le permitan
comprender cognitiva y afectivamente aquello que vivió en una etapa en la que
no podía integrar en una experiencia personal lo que le estaba pasando.
Pero ello puede no ser
fácil, pues en esta “verdad” se condensan emociones muy intensas, tanto para
los hijos como para los padres adoptivos. Por eso conviene pensar, más que en
una información puntual, en un pozo profundo del que permanentemente podrán
emerger diferentes tipos de recuerdos (a veces tan solo percepciones aisladas
como un olor, una melodía, una textura, un gesto, o episodios más definidos)
como interrogantes, los que necesitan ser contenidos a pesar de lo inalcanzable
o penoso de las respuestas.
Esta “información” será
fundamental para construir una relación parental y familiar confiable, de modo
que la fórmula de “el doctor me dijo que yo tenía que esperar que el nene
preguntara” solo puede resultar si hay una predisposición genuina a ayudar a
que el hijo integre diferentes aspectos de su vida. Los padres tendrán que
lidiar con sus propias dificultades, y necesitarán hacer el duelo por la
infertilidad, por la ausencia de rasgos físicos o de carácter que los conecten
con sus hijos adoptivos, por tener que hacerse cargo de errores ajenos, etc.
Los hijos deberán afrontar el dolor de preguntarse por qué no están con sus
padres biológicos, si estos nuevos padres los quieren a pesar de tener otro
color de piel o de ojos, que pasó con aquellos que dejaron atrás, cómo serán
ellos mismos cuando tengan un hijo y mucho más.
En estas circunstancias,
la información conecta con aspectos centrales de la identidad personal y evoca
sentimientos de autenticidad, continuidad y valor del sí mismo y del otro.
*Especialista en
Psiquiatría Infanto Juvenil - Profesora de posgrado de la UCC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!