viernes, 23 de agosto de 2013

La extinción de la embarazada sana

23/08/2013
Creo que hubo un tiempo en el que las embarazadas éramos felices, en el que éramos cuidadas (no ninguneadas), consideradas portadoras de gracia y buenas noticias. De vida, que es lo que tenemos dentro, definitivamente. Evidentemente ese tiempo quedó atrás. Las embarazadas, que deberíamos estar exultantes de felicidad, vivimos nuestro embarazo atemorizadas y amenazadas. Bajo la excusa de “por nuestro bien y el de nuestro bebé”, de “comprobar nuestra buena salud”, se han establecido y protocolizados unos procedimientos generalizados a partir de excepciones. Algunas de ellas graves, no digo que no, pero excepciones. El resultado: la embarazada sana no existe.

Y no me digáis que soy una exagerada…

La que no tiene diabetes, tiene una pelvis estrecha (que digo yo, que hay por ahí gente que tiene un compás obstétrico incorporado en los ojos, y que no sabe del papel de la relaxina en el embarazo ni del movimiento de contranutación), la que no tiene un bebé demasiado pequeño, lo tiene demasiado grande (también está la variante de la que lo tiene al principio “demasiado grande” y se pasa casi todo embarazo saliendo a caminar después de comer, y al final “demasiado pequeño” y se pasa los 2 últimos meses tumbada del lado izquierdo después de comer; conozco varios casos), la que no tiene el exudado positivo tiene el cuello “duro y demasiado arriba y atrás” (que digo yo que qué pocos partos de “horita corta” han visto; que conozco varios también), y si por fin alguna se escapa y logra llegar al final del embarazo indemne, resulta que se “pasa de fecha” (veánse amenazas de inducciones desde la 40+3, e incluso desde la 39; la Navidad o agosto o mismamente un fin de semana se encontraban sospechosamente cerca…) y si de esta también sale victoriosa porque pare “en su fecha” (esto también da para otro post), no tiene el bebé colocado como el personal de turno quiere o no pare en el tiempo X que el personal, o unos protocolos del siglo pasado (literalmente) decidan.



En conclusión, que es muy difícil que nos dejen pasar el embarazo tranquilas y que podamos parir cuando y cómo se nos apetece. Y que alguna llegue al final del embarazo sin mácula roja en su irónicamente llamada “Cartilla de salud de la embarazada”.

Esto es nefasto, no ya sólo en el plano de derechos humanos (derecho a la libertad), sino en el plano de la fisiología del parto, ya que va en contra de ésta. Si la hormona reina del parto, la oxitocina, es la hormona que segregamos cuando nos sentimos felices, alegres, llenas de placer, seguras… ¿cómo quieren que la segreguemos, rodeadas de estas circunstancias? ¿Cómo nos vamos a vincular con un bebé del cual sólo sabemos cifras, percentiles, números, gráficas, días, horas, niveles…? ¿Cómo vamos a conseguir que nuestro cuerpo libere esa oxitocina si estamos de adrenalina hasta el cuello?

Somos embarazadas, no enfermas. Somos fuente de vida, representantes de la parte más sana de la población. Somos mujeres, no máquinas, y nuestros bebés, seres humanos, no números. Cuando nos hagáis una ecografía, entendemos que teneís que mirar la pantalla, pero mirad también nuestras caras, nuestros ojos; no os limitéis a cuchichear con vuestro residente, decidnos en lenguaje que entendamos cómo está nuestro bebé. Porque recordad que es nuestro, no vuestro objeto de estudio, “eso” que veis en la pantalla es NUESTRO bebé, no un placa de Petri.

Las mujeres embarazadas nos sentimos peor que los sospechosos de un delito, ellos al menos tienen derecho a la presunción de inocencia, a nosotras, ni siquiera se nos concede la “presunción de salud”. Las mujeres embarazadas estamos poniéndonos en pie para defender al fruto de nuestro vientre, para que no se nos trate como enfermas, y reivindicamos nuestro derecho a tener un embarazo y un parto feliz y, ya que estamos de pie, nuestro derecho a parir como nos dé la gana y con nuestras propias hormonas de la felicidad.

Dejadnos ser felices, y traeremos hij@s felices a un mundo feliz, y no precisamente el de Aldous Huxley, sino todo lo contrario.

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