Evânia Reichert,
psicoterapeuta familiar
18/05/2011 - 02:14
Foto: VÍCTOR - M. AMELA
La edad sagrada
Nacido su primer hijo,
las cuidadoras se lo retiraron durante dos días. Con su segundo hijo se repitió
la operación, pero esta vez se plantó como leona para reclamarlo. Hoy se sabe
que el contacto madre-hijo desde el nacimiento es básico para la buena crianza
del niño, y ella es una gran experta en educación infantil, cuyos saberes
vierte en Infancia, la edad sagrada (La Llave), libro que sintió que era
urgente escribir... al saber del suicidio del hijo de una amiga, un niño de
diez años de buena familia. Mejorar el trato con la infancia mejorará el mundo
más que ninguna otra política, afirma Evânia, que charla este viernes en
Barcelona en la Fundación Claudio Naranjo www.fundacionclaudionaranjo.com
¿Qué es un niño?
Una persona con todas
las posibilidades por desplegar, que podrá ser todo lo que quiera.
Fabuloso.
Si los adultos no lo
impiden.
¿Boicoteamos a los
hijos?
Los machacamos, les
inyectamos complejos de inferioridad, les traspasamos neuras, les cortamos
alas, segamos sus talentos, les impedimos desplegar todas sus posibilidades.
Quizá educar sea eso...
¡Discrepo! Educar es
guiar, es formar sin castrar las potencias del niño.
¿Dejándole a su aire?
No. Contención, que no
represión. Hay que fomentar en el niño su autorregulación: que aprenda a
regular sus acciones en cada fase.
Poniendo límites, ¿no?
Las paredes del vientre
materno son un cálido límite para el embrión. Los brazos paternos que le mecen
son para el bebé un amoroso límite... Por tanto, hay contenciones, ¡pero con
afecto y calidez y ánimo formativo!
¿Maltratamos a nuestros
hijos?
¿Quién no ha abroncado a
su hijo sólo porque en ese momento se sentía irritado, malhumorado? Nos
vengamos en ellos de nuestros malos rollos, los humillamos, ¡y hasta llegamos a
insultarlos!
Mujer…
Sí, sí: ¡los adultos
somos muy cobardes! Lo que no osaríamos decirle o hacerle a un adulto en la
calle o en el trabajo, ¡se lo decimos o hacemos a nuestros niños!
¿Tanto?
Los hogares albergan las
mayores violencias consentidas.
¿Con qué consecuencias?
Fraguamos niños más
inseguros, que no se valorarán, que tenderán a maltratarse o maltratar, a ser
agresivos...
¿Cómo evitar eso?
Con conciencia:
ayudarlos a autorregularse, evitando fustigarlos con nuestros brotes de rabia y
fragilidades. Todo lo que hagamos o digamos debe tener propósito educativo.
Pero claro, como es más fácil conducir a un niño reprimido que a un niño sano y
libre... ¡tendemos a modelar a niños reprimidos!
¿Y cómo modelar a un
niño sano?
Con la vacuna que la
neurociencia nos confirma: cariño, afecto, amor.
¿Qué dice la
neurociencia al respecto?
Que el afecto estimula
la sinapsis, las interconexiones entre neuronas.
¿Sí?
¡Sí! De 0 a 1 año se
establece en el cerebro humano el mayor número de interconexiones neuronales de
toda su vida. Y se ha constatado que el amor de los padres y cuidadores, el
cariño, el afecto expresado en caricias, besos, cosquillas, abrazos,
pedorretas, achuchones... ¡fomenta las sinapsis, multiplica las redes
neuronales!
O sea, que ese cerebro
será más rico.
Tendrá mejores cimientos
sobre los que levantar ulteriores capacidades. Haber sido mecido, acunado,
besado, acariciado, amado, respetado... ¡te hará más inteligente! A más amor
recibido, más inteligencia futura.
¿Qué se entiende por
respeto al niño?
Tratarlo según lo que
pueda esperarse de él en cada franja de edad.
Ponga un ejemplo.
De los 1,5 a los tres
años, el neocórtex infantil es incapaz de procesar más de dos o tres
prohibiciones. Si dirigimos 30 ¡noes! al niño... nos parecerá que nos
desobedece 27 veces. ¡Y no es eso!
¿Y qué es?
Que no es capaz de
grabar las órdenes. Y que decirnos ellos no es un primer paso de su autonomía
personal, de perfilar su identidad: es, pues, algo saludable.
¿Y cuándo estará el niño
en condiciones de entender los “noes”?
A partir de los 3,5 o
cuatro años graban bien cualquier orden. Entonces sí hay que estar vigilante
para evitar filiarcados.
¿Qué es eso?
Hay patriarcado
(hegemonía del padre), matriarcado (de la madre) y filiarcado (del hijo):
¡busquemos mejor la heterarquía, es decir, que cada cual tenga un lugar!
¿A qué edad aparece en
el niño la conciencia de género?
De los tres a los seis
años se desarrolla la pulsión sexual a la par que la epistemofílica.
¿Qué pulsión es esa?
Curiosidad de saber, de
conocer, de explorar: si reprimes la pulsión sexual de un niño, ¡reprimes su
impulso de saber!
¿Qué hicieron mal sus
papás?
Vivíamos en el campo y,
por ignorancia, me pusieron a trabajar de muy niña, cargaron sobre mí altas
responsabilidades familiares... Eso me ha hecho emprendedora, pero también
sentirme imprescindible para el bienestar de los demás, cosa muy dañina...
El Gobierno español
propone escolarizar a los niños desde su nacimiento...
Eso puede comprometer
esa primera fase de formación de la persona, en la que el principal alimento es
el afecto. ¡Alerta: la OMS anticipa que en 20 años la primera dolencia de la
humanidad será la depresión!
Dígame que es optimista
y que pronto mejorará la educación de los niños.
Seremos cada día más
conscientes de la importancia de las primeras edades de la vida... o estaremos
jugándonos el futuro de la humanidad. Nunca antes supimos tanto sobre la
infancia: ¡si lo aplicamos, daremos lugar a la única gran revolución de verdad!
¿Sí?
Sí, la paz sobre la
Tierra empieza en el vientre de la madre.
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