Me sorprendió gratamente, linda Buenos Aires
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Lunes 12 de agosto de
2013 | Publicado en edición impresa
Ciudad oculta / Diálogo
Una joven alienta a
descubrir los árboles de la ciudad y, de paso, a probar sus frutos; la
iniciativa, según ella, "fortalece los lazos y enseña a convivir";
pero no todos opinan igual
Por Leonardo
Tarifeño | LA NACION
Foto: Sebastián Dufour |
Un día de hace ya dos
años, tras visitar a su abuelo en el barrio de Floresta, Ludmila se topó en la
vereda con un árbol de mandarinas. Las ramas se doblaban de tan cargadas, y a
ella no le costó nada arrancar una de las frutas para probar su sabor. La
mandarina le supo deliciosa, dulcísima, y mientras la comía se le ocurrió
llevarle varias a su novio. Comenzaba a descolgarlas tranquilamente, cuando oyó
que alguien le chistaba desde la casa de enfrente.
"¿Qué hacés, nena?
¡Pará de robar!", le gritó una señora indignada, tras ver que con chistar
no ganaba mucho. Ludmila no se dejó intimidar y fue a ver a la señora. Le contó
que había sido relevadora del censo de arbolado de 2010 y que estaba a punto de
recibirse en Técnica de Producción Vegetal Orgánica en la facultad de
Agronomía. También le dijo que no entendía por qué en una ciudad como Buenos
Aires, llena de árboles frutales, nadie comía los frutos que, por desidia o
simple desconocimiento, finalmente, se desperdiciaban. Y luego se ofreció a
cosechar un poco para ella, así ambas podían disfrutar de un árbol tan
maravilloso. La señora aceptó el trato y se quedó con una bolsa llena de
mandarinas. Ludmila le llevó unas cuantas a su novio y dejó al árbol con muchas
más al alcance de cualquiera que pasara por allí.
Desde entonces, cada vez
que visita a su abuelo, Ludmila aparece por la casa de la misma vecina de
Floresta con una bolsa repleta de frutos. A veces le lleva mandarinas; otras,
duraznos o paltas. Depende del árbol que se cruce en su camino, del ciclo de
cada uno y de la época del año. Como relevadora del censo descubrió, sobre todo
en Devoto y Parque Patricios, que los árboles porteños se encuentran en un estado
que ella califica de "bárbaro". Y la historia con la señora y sus
mandarinas la hizo pensar. ¿No sería buena idea hacer una web en la que todos
supieran qué árboles tienen cerca, cuáles son sus frutos y cuándo se podría
cosechar? "Me parecía que, por no saber, la gente se perdía muchas cosas
-me dijo Ludmila-. Los frutos se pueden comer y no es difícil cosechar en la
ciudad. Además, al conocer mejor a los árboles uno entiende que lo importante
es el equilibrio de todo el sistema. Cosechar no es saquear: se hace de manera
equilibrada para el árbol, para el vecino y para aquellos que vayan a juntar
fruta más adelante."
Ludmila estaba
convencida de que una web interactiva podía resultar útil, y así fue como junto
con un compañero de trabajo creó "La ciudad nos regala sabores"
(www.facebook.com/EstaTierraQueSuenoNoTieneDuenosSomosHijosDelSol ),
un mapa virtual colaborativo en el que cualquiera puede señalar las veredas
donde hay árboles frutales, distinguir las especies y animar a los demás a
realizar la correspondiente cosecha. "La idea es difundir conocimiento y
evitar el desperdicio de las frutas -explicó Ludmila-. Pero también aprender a
convivir. Cosechar implica relacionarse con los vecinos, fortalecer lazos y que
todos disfruten de lo que ofrece la ciudad."
En el mapa ( arbolesciudad.com.ar )
ya hay casi 1400 árboles registrados. Limoneros, olivos, ciruelos, durazneros,
membrilleros, aguaribay y ginkgo biloba son algunas de las tantísimas especies
relevadas, y con un simple clic se puede saber exactamente dónde está cada uno.
Al mismo tiempo, para que los interesados aprendan a reconocer los distintos
árboles, Ludmila organiza paseos barriales en los que enseña quién es quién en
el mundo del arbolado urbano, qué cuidado necesitan las distintas especies,
cuándo están en flor, en qué e poca maduran y cuáles son sus frutos. La próxima
salida será el sábado 31 en la plaza Monte Castro de Floresta, muy cerca de
donde empezó todo, y la convocatoria en Facebook ya sumó a más de 150
interesados.
Para confirmar que la
información del mapa sea la correcta, fui al barrio de Colegiales dispuesto a
reconocer alguno de los árboles de cítricos registrados entre el 1000 y el 1500
de la calle Conde. Alentado por cierto ánimo explorador, comparé las fotos de
árboles y frutos que Ludmila subió a su página de Facebook con lo que me
ofrecía el paisaje. En apenas cinco calles había encontrado limoneros, naranjos
y mandarinos, y me impresionó darme cuenta de que, si hubiera paseado por allí
sin la brújula virtual, jamás les hubiera prestado atención.
En uno de ellos, el peso
de las frutas doblaba las ramas. No me costó nada arrancar una y probar su
sabor. Mientras la comía, una vecina que lavaba la vereda de enfrente me miró
mal y se acercó con cara de pocos amigos. La mandarina estaba deliciosa,
dulcísima.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1609738-dias-de-cosecha-para-conocer-mejor-a-los-arboles-y-a-los-vecinos
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