Las relaciones humanas
toman muchas formas, pero las más intensas, las que producen mayor placer y a
veces mayor dolor, son aquellas con la familia, amigos y personas amadas.
Dentro de este círculo interno de relaciones íntimas, quedamos vinculados o
adheridos unos a otros con un "adhesivo emocional", vinculados o adheridos
con amor. La habilidad individual para formar y mantener relaciones haciendo
uso de este "adhesivo emocional" es diferente en cada uno de
nosotros.
Algunos parecen ser
"naturalmente" capaces de amar y establecer relaciones íntimas, otros
no tiene tanta suerte, carecen de capacidad afectiva y les cuesta hacer amigos,
además de establecer una relación distante con la familia.
Tanto la capacidad como
el deseo de formar relaciones emocionales están asociados a la organización y
funcionamiento de partes específicas del cerebro humano, así como al equilibrio
de los neurotransmisores (sustancias químicas que permiten la transmisión del
impulso nervioso y sus conexiones) Así como el cerebro nos permite ver, oler,
gustar, pensar y movernos, también es el órgano que nos permite amar o no amar.
Estos sistemas cerebrales que nos permiten formar y mantener relaciones, se
desarrollan durante la infancia. Las experiencias durante estos primeros y
vulnerables años del desarrollo evolutivo de un individuo, influyen
significativamente en el moldeado de la capacidad para formar relaciones
íntimas y emocionalmente saludables.
La empatía, el afecto,
el deseo de compartir, el inhibirse de agredir, la capacidad de amar y ser
amado y un sinnúmero de características de una persona asertiva, operativa y
feliz, están asociadas a las capacidades medulares de apego formadas en la
infancia y niñez temprana.
Definición de apego
En el campo del
desarrollo infantil, el apego se refiere a un vínculo específico y especial que
se forma entre madre-infante o cuidador primario-infante. El vínculo de apego
tiene varios elementos claves: 1) Es una relación emocional perdurable con una
persona en específico. 2) Dicha relación produce seguridad, sosiego, consuelo,
agrado y placer. 3) La pérdida o la amenaza de pérdida de la persona, evoca una
intensa ansiedad.
Los investigadores de la
conducta infantil entienden como apego la relación madre-infante, describiendo
que esta relación ofrece el andamiaje funcional para todas las relaciones
subsecuentes que el niño desarrollará en su vida. Una relación sólida y
saludable con la madre o cuidador primario, se asocia con una alta probabilidad
de crear relaciones saludables con otros, mientras que un pobre apego parece
estar asociado con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida.
Teorías del apego
La preocupación por la
relación temprana del niño con su madre fue uno de los temas centrales de
muchos investigadores. Los primeros trabajos en esta línea fueron realizados
por René Spitz, (1935) psicoanalista, quien comenzó sus trabajos observando el
desarrollo de niños abandonados por sus madres que llegaban a centros de
huérfanos. Estas observaciones le permitieron concluir que la madre sería la
representante del medio externo y a través de ella el niño podía comenzar a
constituir la objetividad de éste.
En 1958, Bowlby plantea
una hipótesis que difiere por completo de la anterior. Postula que el vínculo
que une al niño con su madre es producto de una serie de sistemas de conducta,
cuya consecuencia previsible es aproximarse a la madre. Más tarde, en 1968,
Bowlby define la conducta de apego como cualquier forma de comportamiento que
hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro
individuo diferenciado y preferido. Como resultado de la interacción del bebé
con el ambiente y, en especial con la principal figura de ese ambiente, es
decir la madre, se crean determinados sistemas de conducta, que son activados
en la conducta de apego.
Generalmente el apego
tiene lugar en los primeros 8 a 36 meses de edad. En resumen sostiene que el
sistema de apego está compuesto de tendencias conductuales y emocionales
diseñadas para mantener a los niños en cercanía física de su madre o
cuidadores. Formas de apego Las formas de apego se desarrollan en forma
temprana y poseen alta probabilidad de mantenerse durante toda la vida.
En base a como los
individuos responden en relación a su figura de apego cuando están ansiosos,
Ainsworth, Blewar, Waters y Wall, definieron los tres patrones más importantes
de apego y las condiciones familiares que los promueven, existiendo el estilo
seguro, el ansioso-ambivalente y el evasivo.
* Los niños con estilos
de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una base de
seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a
sus necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán
disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad. En el dominio
interpersonal, las personas con apego seguro tienden a ser más cálidas,
estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio
intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas
coherentes de sí mismo.
* Los niños con estilos
de apego evasivo, exhiben un aparente desinterés y desapego a la presencia de
sus cuidadores durante períodos de angustia. Estos niños tienen poca confianza
en que serán ayudados, poseen inseguridad hacia los demás, miedo a la intimidad
y prefieren mantenerse distanciados de los otros.
* Los niños con estilos
de apego ansioso-ambivalente, responden a la separación con angustia intensa y
mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y
resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus
cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso
y respuesta de sus cuidadores.
* Las experiencias que
forman vínculo El acto de poner el bebé al hombro, mecerlo, cantarle,
alimentarlo, mirarlo detenidamente, besarlo y otras conductas nutrientes
asociadas al cuidado de infantes y niños pequeños, son experiencias de
vinculación. Algunos factores cruciales de estas experiencias de vinculación incluyen
la calidad y la cantidad. Los científicos consideran que el factor más
importante en la creación del apego, es el contacto físico positivo (ej:
abrazar, besar, mecer, etc.), ya que estas actividades causan respuestas
neuroquímicas específicas en el cerebro que llevan a la organización normal de
los sistemas cerebrales responsables del apego.
Durante los primeros
tres años de vida, el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño adulto y coloca en
su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables de
todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el
resto de la vida. De allí que las experiencias de vinculación conducen a un
apego y capacidades de apego saludables cuando ocurren en los primeros años. La
relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador
primario, esto es así, ya que esta primera relación determina el
"molde" biológico y emocional para todas sus relaciones futuras.
Un apego saludable a la
madre, construido de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia,
provee una base sólida para futuras relaciones saludables. En la actualidad
está tomando importancia la relación o vínculo de apego del niño con el padre,
figura ésta de gran importancia para el normal desarrollo evolutivo de todo
ser.
Dr Eduardo R. Hernández
G.
Pediatra y Especialista
en Conducta Infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!