Muy interesante, no dejen de leerlo!!!
Una joyita
de entre muchas del sitio de Casilda Rodrigañez Bustos.....gracias Casilda!
Por
cuestiones de espacio omitimos algunos párrafos del texto.
Para
disfrutar del texto completo entrar a:
(...)
Llevo
muchos años buscando explicaciones fisiológicas coherentes para entender el
parto, y la verdad sea dicha, me ha costado bastante encontrarlas, pese a que
dichas explicaciones existen, eso sí muy diseminadas y en obras de difícil
acceso para las personas de a pie. El mero funcionamiento básico neuromuscular
del útero no lo encontré hasta que leí Revelation of childbirth de Read (6):
unos músculos longitudinales y otros circulares que funcionan como un par
sincronizado. Los circulares son los que cierran (el cervix) y los
longitudinales los que empujan para hacer descender el feto. Cuando esto sucede,
el sistema nervioso simpático que inerva las fibras circulares tiene que
desactivarse para que estas fibras aflojen la tensión y no ofrezcan resistencia
al movimiento de las longitudinales, que están inervadas al parasimpático. Este
funcionamiento le hizo concluir a Read (7) que el miedo, que mantiene activo el
simpático, es el que produce el parto con dolor, porque mantiene las fibras
circulares contraídas y apretadas ofreciendo resistencia al movimiento de las
longitudinales; los tirones que entonces pegan las fibras longitudinales a las
circulares producen el conocido dolor del calambre. Efectivamente, la
dificultad del parto en general no tiene que ver con las famosas caderas
estrechas sino con la distensión de los músculos del útero, y el dolor de las
contracciones del parto son calambres. Read comparaba el funcionamiento del
útero con la vejiga urinaria, que tiene un funcionamiento aparentemente
similar: las fibras circulares cierran para retener la orina, y se aflojan para
permitir que el movimiento de las fibras longitudinales expulsen la orina de la
vejiga. En la comparación que hace Read
entre la vejiga urinaria y el útero creo que está la clave de la parte
importante que le faltó para entender el funcionamiento del útero, porque los
músculos del útero a diferencia de los de la vejiga urinaria, tienen receptores
de oxitocina, y esto indica la existencia de un dispositivo específico para
activar el reflejo muscular; un dispositivo que forma parte del sistema sexual.
Comparando
el funcionamiento del útero con el de los otros órganos en los que interviene
el sistema sexual, podremos entender globalmente el funcionamiento del útero.
Como
explica Martín Calama (8) la presión que ejerce el bebé al succionar el pezón
no sería suficiente para extraer la leche, y es necesario un dispositivo
interno en la madre para el bombeo y eyección de la leche; un movimiento
reflejo de las fibras mioepiteliales que recubren los alveolos de los pezones.
Este dispositivo se activa al encajarse las moléculas de oxitocina, que llegan
por el torrente sanguíneo, en receptores que se encuentran en dichas fibras
mioepiteliales. Es decir, que el dispositivo que activa el reflejo de eyección
de la leche pertenece a un proceso sexual, porque la oxitocina se segrega con
la pulsión sexual; de ahí la relación entre el deseo materno y el éxito de la
lactancia como ya señaló en su día Niles Newton (9).
En su
explicación sobre la fisiología de la lactancia, Martin Calama explica que los
receptores de oxitocina en las mujeres, se encuentran además de en las mamas,
en las fibras mioepiteliales de la vagina y del útero, y que a lo largo del
embarazo aumentan incrementando la sensibilidad a la oxitocina que se segregará
durante la lactancia. Esto nos aproxima a entender el continuum de la
maternidad, como una continuidad de procesos del sistema sexual de la mujer.
El tipo de
mecanismo que activa la eyección del flujo que lubrica la vagina para el coito,
o el que bombea el líquido seminal desde la vesícula seminal y produce el
reflejo de eyección del semen, es el mismo que el del reflejo de eyección de la
leche; y también el del reflejo de los músculos uterinos para el proceso del
parto.
Por eso se
dice que el amor nos licua; por eso la humedad ha sido símbolo de la sexualidad
y la sequedad de la castidad, de la penitencia y de los retiros espirituales en
los desiertos (ver diccionarios de simbologías (10), Ortiz Osés (11), El agua,
la vida y la sexualidad de Michel Odent (12), Mircea Eliade, etc.); por eso el
propio deseo, la misma pulsión inicial que segrega la oxitocina, nos licua
antes de proceder al acto sexual. Esther Pérez en su ponencia en las Jornadas
Feministas de junio 2006, sobre su experiencia de relactación con una niña
adoptada, explicaba que al ver salir las primeras gotas de leche de sus pechos
pensó que era el amor que se licuaba en gotas blancas.
Obviamente,
el sistema sexual está implicado en muchísimas más funciones que la de activar
los reflejos musculares de los órganos sexuales que aquí menciono, y la misma
función de la oxitocina es un fenómeno muy complejo del que aquí se abstrae
solo un aspecto para entender el parto. Tan sólo el seguimiento y la
interacción de las demás hormonas sexuales conocidas nos da una idea de dicha
complejidad. Creo que esto es obvio, pero es preciso decirlo, pues tan legítimo
es el afán de conocimiento como necesaria la humildad ante la diversidad y la
complejidad de la vida orgánica de la que tan sólo podemos aprehender una
parte; pues creo que la inteligencia humana, al menos hasta el momento, no ha
sido capaz de expresar semántica y conceptualmente lo más básico del
funcionamiento de la vida, aunque ha dado pasos importantes en esta dirección
(Kropotkin, Laborit... ver el artículo La función orgánica y social de la sexualidad
en este site).
Volviendo
al parto después de esta pequeña digresión: el sistema sexual que activa el
reflejo muscular en diferentes partes del cuerpo es el mismo, pero los músculos
del útero no se parecen en nada a las finas capas mioepiteliales de los pechos
o de la vagina: los del útero son anatómicamente los músculos más potentes y
fuertes del cuerpo humano, a la vista del impresionante trabajo que tienen que
hacer para que salga el feto por ese famoso canal de nacimiento estrechado por
el bipedismo de nuestra especie.
Se ha
dicho que el problema que este estrechamiento planteaba para el nacimiento se
resolvió con el nacimiento prematuro. Pero no es del todo exacto. Si el
nacimiento prematuro por sí solo hubiera resuelto la cuestión, sin duda habría
más mamíferos en posición erecta. La especie humana no es la única que nace
prematuramente y la neotenia no es un fenómeno específico humano. La resolución
de la contradicción supuso, además del nacimiento prematuro, un desarrollo de
la sexualidad sin precedentes en la cadena evolutiva, es decir, un desarrollo
que sí es único y específico de los humanos, para promover el fantástico
movimiento de los músculos del útero: el orgasmo femenino; porque el placer se
produce con el movimiento pulsátil (vibración, temblor, latido) de los tejidos
musculares, movimiento cuya expansión percibimos con la sensación de placer.
La
envergadura de las fibras musculares del útero nos da la medida de la fuerza
expansiva de las mal llamadas contracciones del útero, (y digo mal llamadas
porque en realidad es un movimiento de contracción-distensión, sístole y
diástole, fibras que se encogen y luego se distienden, se vuelven a encoger y
se vuelven a distender…); quiero decir, que la fuerza expansiva de este latido
del útero es mucho más importante que la que pueden producir las fibras
musculares de las mamas o de la vagina.
Entonces,
la relación entre el pecho, el útero y la vagina se debe a que la oxitocina
viaja por el torrente sanguíneo y alcanza sus receptores allí donde están, a
saber, en las llamadas zonas erógenas del cuerpo, y cuando se desencadena un
movimiento más o menos simultáneamente en dichas zonas, tenemos la sensación de
una conexión entre ellas (los meridianos de placer dibujados por el arte
neolítico). Ambroise Paré (1575) (13) atribuía la relación entre las mamas y la
matriz, a conexiones del sistema nervioso, pero ‘la conexión’ no la realiza el
sistema nervioso (por impulsos nerviosos), sino el sistema sexual, mediante la oxitocina
está en el torrente sanguíneo y se engancha allí donde encuentra receptores
adecuados. Esto explica que la excitación sexual de las mamas se extienda al
útero, y que el proceso de expansión del placer puede empezar por donde sea
pero si se mantiene y acaba en orgasmo, implica siempre al útero, el órgano de
mayor masa muscular y que tiene o debería tener la mayor cantidad de receptores
de oxitocina (según claro está el estado del útero; una ginecóloga me contaba
que los úteros que operaban estaban a menudo en un estado atrófico
impresionante).
Por otra
parte, la sexología ha explicado que efectivamente el útero es el centro
erógeno básico de la mujer. Maryse Choisy (14) tras un seguimiento concreto
durante 10 años de la sexualidad de 195 mujeres definió muy claramente el papel
del útero en el orgasmo femenino. Aunque no sintamos el útero sino sólo el
placer que expande, podemos imaginar la fuerza expansiva de esos supermúsculos…
y saber a ciencia cierta que la intensidad del orgasmo es correlativa a la
intensidad de los latidos del útero, como se ha comprobado por medio de
electrouterograma. El matrimonio Masters y Johnson (15) efectivamente comprobó
que en todos los orgasmos se producen ‘contracciones’ del útero, sea cual sea
el origen del proceso orgásmico, y además registraron el latido del útero
durante el orgasmo con electrodos intrauterinos (orgasmos simples, múltiples,
relajación final…), registrando simultáneamente, con electrocardiograma, el
sobre-esfuerzo del corazón correlativo al esfuerzo de los músculos uterinos. Hay
que decir que en el útero hay un tercer tipo de fibras musculares que
constituyen una capa interna en la pared de la bolsa uterina. Son músculos que
rodean los vasos sanguíneos haciendo ochos y espirales, y su función es
estimular y activar el riego sanguíneo para aportar el oxígeno necesario para
el intenso trabajo que realiza el útero, y para retirar las sustancias de
desecho (6). Poco a poco vamos entendiendo las claves del gran potencial y de
la gran capacidad orgástica femenina.
La
desconexión interna corporal de las mujeres ha permitido la ocultación del
papel del útero en la sexualidad; así por ejemplo, el ‘yoni’ de los tratados de
sexualidad tántrica, literalmente quiere decir ‘útero’, y sin embargo se ha traducido
por vagina, porque en nuestro paradigma de sexualidad el útero no existe. Pero
digan lo que digan los manuales de sexualidad, lo sintamos o no, el útero es el
órgano de expansión del placer por antonomasia. El funcionamiento y la
envergadura muscular del útero, como digo, explican la famosa capacidad orgásmica
femenina puesta de manifiesto por Serrano Vicens, quien comprobó que dicha
capacidad no es ni mito ni enfermedad, y que la ninfomanía es un epíteto
calumnioso y misógino para tratar de hacer anormal y patológico lo que es
normal y natural.
Así pues,
el parto orgásmico no lo produce el roce de la cabeza del feto en la vagina, y
todavía menos es ‘un eufemismo del dolor’ (para esto último me remito también a
Read). El parto orgásmico se produce porque el propio movimiento del útero es
en sí mismo productor de placer, siempre que los músculos funcionen
acompasadamente, según el proceso sexual normal; que es lo que sucede cuando el
parto se produce de forma natural y se activa según la forma establecida
filogenéticamente, por el sistema sexual de la mujer. Leboyer (16) sin
necesidad de electrodos intrauterinos también describió los dos tipos de
contracciones, las generadoras de placer y las generadoras de calambres y de
intolerables sufrimientos.
En la
‘contracción’ normal del parto, dice Leboyer, el útero se encoge muy lentamente
en un movimiento que empieza arriba y va bajando poco a poco, al llegar abajo
hace una pausa y luego empieza lentamente a distenderse de abajo hacia arriba,
y al llegar arriba vuelve a hacer otra pausa; dice Leboyer que se asemeja a la
respiración de un niño cuando duerme plácidamente y vemos cómo su pecho sube y
baja lentamente con cada respiración. También describe las otras contracciones
que conocemos tan bien: el útero en lugar del movimiento lento que empieza
arriba y va bajando lentamente, se contrae entero en bloque, todo a la vez. Es
un movimiento brusco que se suelta también bruscamente. Es decir, es un
movimiento espasmódico en lugar de un latido lento y pausado.
El tipo de
movimiento que realizan los haces musculares del útero en el parto es el mismo
que el que realizan durante el orgasmo: es decir, son o debieran ser el mismo
tipo de ‘contracciones’; no del todo iguales porque las ‘contracciones’ del
parto tienen que llegar a la total apertura de la boca del útero, un proceso
que debe hacerse despacio y suavemente, para que ni la madre ni la criatura
sufran, y que por eso, en condiciones normales dura entre 1 y 5 horas (mientras
que un útero espástico puede tardar 24 ó 40 horas, (17)). En cambio, el orgasmo
fuera del parto no tiene otra misión que la descarga de la líbido para la
regulación corporal, y concretamente para la preparación del útero para el día
que tenga que abrirse (lo mismo que los óvulos anidan periódicamente para
cuando el nido efectivamente haga falta); este orgasmo fuera del parto, que no
tiene que abrir la boca del útero, dura sólo segundos; pero son contracciones
del mismo tipo que las del parto en cuanto al latido acompasado y sincronizado
de los haces musculares longitudinales y circulares, y también en cuanto al
incremento de la pulsación cardiovascular para acompañar el esfuerzo muscular.
(Hay otras similitudes histológicas, etc., que recoge Niles Newton en un cuadro
comparativo en Maternal Emotions (9)). Una prueba de la similitud entre ambos
tipos de ‘contracciones’ (la del orgasmo y la del parto), la tenemos a la vista
en el electrouterograma del orgasmo realizado por Masters y Johnson (3).
También Leboyer (16) asegura que en su documental Autour de la naissance, estas
contracciones placenteras y verdaderamente adecuadas se pueden reconocer en el
exterior, en el mismo movimiento del vientre que las acompaña (como el del
ejemplo del movimiento que produce la respiración del niño mientras duerme
plácidamene), así como por el rostro de la mujer que camina hacia el éxtasis
(no he visto el documental a pesar de llevar buscándolo desde que leí el libro
de Leboyer, hace muchos años; si alguien lo tiene en su versión íntegra, le
agradecería una copia).
Esto
explica también otros testimonios: los que refieren la existencia de pueblos
enteros que desconocen el dolor en el parto (Montaigne (18), etc.). También el
tono imperativo del ‘parirás con dolor’ que indica que en ese momento no era
así pero que sabían cómo conseguirlo.
Y esta es
la otra pregunta importante: ¿cómo es posible que de forma tan generalizada el
parto se produzca con dolor?
Es de
suponer que no será uno sino muchos (entre ellos, el stress y el miedo que
señala Read) los aspectos de la distorsión del proceso normal del parto. En
cualquier caso, el útero espástico está causado de forma inequívoca por la
represión sexual de la mujer desde la infancia; y esto es coherente con
estudios realizados sobre la densidad de los receptores de oxitocina. Odent, en
la Cientificación del amor (19) recoge un estudio realizado en Suecia y otros,
que ha mostrado que esta densidad es variable y a veces escasa (las muestras de
tejido uterino de mujeres a las que se les había practicado cesárea tenían una
escasa proporción de receptores de oxitocina). Lógicamente, si las mujeres no
desarrollan una suficiente cantidad de receptores de oxitocina y el útero
carece de sensibilidad suficiente a la oxitocina, difícilmente podrán parir. La
variabilidad de la densidad de los receptores de oxitocina nos remite también a
la vida sexual de la mujer antes del parto: en qué medida ha desarrollado o no
ha desarrollado sus pulsiones sexuales, en qué medida ha desarrollado o no lo
ha hecho los receptores de oxitocina. Y aquí es donde cobran sentido las
pulsiones sexuales de la infancia, que claro está no se producen por nada, y
mucho menos porque el demonio habite los pequeños cuerpos humanos, sino porque
tienen una función fisiológica. El desarrollo corporal humano establecido
filogenéticamente, incluye las pulsiones sexuales infantiles para promover la
madurez de sus órganos, y en concreto, promover el movimiento de los músculos
uterinos en las niñas. Por eso nos encontramos con juegos, corros y bailes
sexuales (20) infantiles y compartidos con mayores, en las culturas de
sexualidad espontánea. Estos juegos y bailes estimulaban y promovían la
expansión de las pulsiones que mantenían los úteros de las niñas activos; es
decir, no sólo no se prohibían las manifestaciones de la sexualidad infantil,
sino que se propiciaban y se amparaban culturalmente. En nuestra civilización
siempre había habido algún margen de expansión sexual clandestina, las brujas
con sus escobas (que no eran para volar por los aires) etc.; pero ahora l@s
niñ@s están más vigilados que nunca y más programadas y más aislad@s, y cada
vez tienen menos posibilidades de desarrollar sus pulsiones. (...)
Creo que
hoy, aparte de la medicalización de la maternidad y de las tres generaciones de
partos hospitalarios que, como dicen Wagner, Bergman y otr@s, tanto daño han
hecho y siguen haciendo, tenemos también un mayor deterioro de la sexualidad
femenina, gracias al marketing sociológico del falocentrismo, a la fuerza
impactante de los medios audiovisuales y a las estrategias psicológicas de
dicho marketing. Con esto quiero decir, que si Serrano Vicens emprendiera ahora
su investigación no creo que encontrase los mismos resultados que encontró en
los años 50 del siglo pasado (un 2,5 % de las 1417 mujeres estudiadas tenían
habitualmente 30 ó más orgasmos consecutivos).
El parto
orgásmico y la recuperación de la maternidad implican recuperar una sexualidad
femenina perdida. Aunque ahora las mujeres creamos tener más libertad sexual
que antes, en realidad tenemos más libertad formal pero más represión y más
violencia interiorizada (los úteros espásticos y atróficos, los dolores de
parto y de regla, así como los cánceres de útero y mama serían la punta del
iceberg de esta violencia). Dicha recuperación supondría un cambio de paradigma
de sexualidad femenina, recuperar la noción y el conocimiento antiguo que antes
se tenía de la misma. Hoy por hoy existe una desinformación y un
desconocimiento generalizado de la sexualidad de la mujer, como lo demuestra
este artículo sobre el parto orgásmico.
La Mimosa
28 marzo 2009
NOTAS:
(1) MERELO BARBERA, J.,
Parirás con placer, Kairós, Barcelona 1980.
(2) Citado por Merelo
Barberá y en el monográfico de Integral sobre Embarazo y Parto Gozosos
(3) MASTERS, W. y JOHNSON, V., Human Sexual Response, Little, Brown
& Co, Boston 1966.
(4) HITE, Sh. El Informe
Hite, 1977, citado por Merelo y en el monográfico de Integral.
(5) SERRANO VICENS, R.,
La sexualidad femenina, Júcar 1972; Informe Sexual de la Mujer Española, Lyder
1977.
(6) READ, G.D., Revelation of childbirth, William Heinemann Medical
Books, 1945. El libro más conocido de
Read es: Childbirth
without fear, 4th ed. Harper and Row, New York 1972;
(7) Junto con una
investigación sobre el parto sin dolor en aborígenes africanas y también sobre
los nociceptors que determinan la sensibilidad al dolor.
(8) MARTIN CALAMA, J.,
‘Fisiología de la Lactancia’, Capítulo 7 del Manual de Lactancia Materna,
Asociación Nacional de Pediatría, editorial Médica Panamericana.
(9) NILES NEWTON,
Maternal emotions, Nueva York 1955.
(10) Por ejemplo
Diccionario de Símbolos, Juan Eduardo Cirlot, Ed.Siruela, Madrid 1969, voces
‘sequedad’, etc.
(11) ORTIZ OSÉS, A. Las
claves simbólicas de nuestra cultura Anthropos, Barcelona 1993.
(12) ODENT, M. El agua,
la vida y la sexualidad, Urano, Barcelona 1991.
(13) AMBROISE PARÉ,
L’Anatomie, Livre I, ‘Sur la generation’, 1575. Citado por Yvonne Knibielher
en Histoire des Mères,
Montalba, 1977.
(14) CHOISY, M., La
guerre des sexes, Publications Premières, Paris 1970.
(15) Para quien no tenga
el libro de Masters y Johnson, Human Sexual Response, en donde se publicaron
los electro-uterogramas del orgasmo, están recogidos en mi librito Pariremos
con Placer (2ª edición): www.casildarodriganez.org
(16) LEBOYER, F. El
parto: crónica de un viaje, Alta Fulla, Barcelona 1976.
(17) WILHELM REICH
(1952), en Reich habla de Freud Anagrama, Barcelona 1970.
(18) MICHEL E. MONTAIGNE, Ensayos, libro I, XVI.
(19) MICHEL ODENT, La
Cientificación del Amor, Creavida 2001. Los estudios que cita son:
- REZAPUR, M. et al., Myometrial steroid concentration and oxytocin
receptor density in parturient women at term.Steroids 1996; 61:338-44
- FUCHS, AR., et al., Oxytocin and the initiation of human parturition. Stimulation
of prostaglandin production in human decidua by oxytocin. Am. J. Obstet.
Gyneco. 1981; 141:694-97
- SOLOF, M., HINKO, A., Oxytocin in receptor and prostaglandin release
in rabbit amnion, The Neurohypophisis, Annals of the New Y. A.of Sciences,
1993, Vol 689:207-218
- INSEL Y SAPHIRO en: PEDERSEN ET AL., Oxitocin in maternal, sexual and
social behaviours, Annals of the
New York Academy of Sciences, 1992; 6527
(20) GARRIDO, M.C., El
juego del corro en la cultura femenina, Inédito 2006.
(21)FERNANDEZ DE CASTRO,
CH., La otra historia de la sexualidad, Martínez Roca, Barcelona 1990.
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