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SOCIEDAD | LUNES, 19 DE
AGOSTO DE 2013
- La Organización Mundial de la Salud recomienda no superar el 15%
- En España, de cada cuatro partos uno es por cesárea
AURORA MUÑOZ
Las cesáreas salvan
vidas. En muchas ocasiones, esta operación obstétrica es la única alternativa
para que el bebé y la madre salgan indemnes del parto. Si la mujer que tiene
que dar a luz sufre alguna alteración que impide físicamente la salida del niño
por el canal del parto, hay sufrimiento fetal, placenta previa o desproporción
cefalopélvica, no hay discusión. El médico indicará esta intervención que
consiste en realizar una abertura en la pared abdominal y el útero a la madre.
El debate surge cuando la embarazada, voluntariamente, opta por programarla.
Aunque, a priori, dar a
luz es algo inherente a los mamíferos, muchas mujeres temen ese momento. El
tratamiento mediático no ayuda. Las noticias que alertan sobre una atención al
parto excesivamente agresiva e intervencionista y el ejemplo de algunas
celebrities animan a las parturientas a infravalorar los riesgos de esta
cirugía mayor, entre los que se incluyen una reacción adversa a la anestesia,
sangrado interno, coágulos de sangre, lesión de órganos abdominales e infección
uterina, de los riñones o la vejiga.
"En Europa hay una
raya. De la mitad para abajo, la cifra de cesáreas es altísima. Eso tiene mucho
que ver con la cultura", advierte Manuel Fillol, secretario de la Sección
de Suelo Pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
"La nuestra conlleva una sobreutilización de los servicios de Urgencias y
una hipertrofia de los controles. Por mucho que le digas a una mujer que todas
las sociedades científicas indican que con tres ecografías es suficiente, ella
demandará más", señala. Ese bíblico "parirás con dolor" se ha
grabado a fuego en el imaginario de muchas embarazadas y el miedo les acompaña
durante toda la gestación. "Las cifras de cesáreas electivas no bajarán
hasta que no haya una mayor conciencia crítica y se priorice una medicina
basada en las evidencias científicas por encima del negocio", concluye
este especialista.
Las cifras no concuerdan
En intervalo entre 1996
y 2009, uno de cada cuatro partos en España era por cesárea, según los datos de
los Indicadores Clave del Sistema Nacional de Salud (INCLASNS–BD). Esta
estadística, que se elabora por consenso entre las administraciones
representadas en el Consejo Interterritorial del SNS, contrasta con las cifras
del Instituto Nacional de Estadística (INE), donde se registra un descenso de
ocho puntos en 2008 y 2009.
Si éstas últimas
reflejasen la realidad de los paritorios, España se encontraría entre los
países mejor posicionados con respecto a este indicador, sólo dos puntos
porcentuales por debajo de la recomendación de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), situada en torno al 15%. Sin embargo, un año después [2010] el
balance sube al 26,18%. La comparación entre ambos porcentajes resulta, cuanto
menos, chocante y parece indicar que la potente reducción de cesáreas de los
ejercicios precedentes fue debida a un error de registro en las cifras de los
ficheros de microdatos del INE.
Santiago Dexeus,
obstetra: "La cesárea en nuestro país no se hace, en ningún caso, por
comodidad del médico o del hospital"
En cualquier caso, los
tocólogos matizan que es difícil plegarse a las cifras que propone la OMS.
"No puede ni debe valorarse el porcentaje de cesáreas de una institución
determinada, sin tener conocimiento de las condiciones sanitarias de la
población que atiende", especifica Santiago Dexeus, director de la Cátedra
de Investigación en Obstetricia y Ginecología de la Universidad Autónoma de
Barcelona y presidente de honor de la Sociedad Española de Citología. "En
algunas partes del mundo, si la paciente no ha parido a las dos horas de su
ingreso, se le tiene que realizar una cesárea porque la plétora de partos que
tienen, ocasionaría que las mujeres pariesen sin asistencia alguna",
agrega.
Distintas formas de
luchar contra el porcentaje
Afortunadamente esto no
ocurre en nuestras latitudes, gracias a los progresos de la medicina perinatal,
que permiten diagnosticar antes los riesgos fetales. "La cesárea en
nuestro país no se hace, en ningún caso, por comodidad del médico o del hospital,
sino por criterios estrictamente científicos. Las cifras sólo se pueden
reducirse aquí por un exceso de celo ante el aumento de las demandas y
conductas defensivas que pueda condicionar la realización de intervenciones de
este tipo", considera Dexeus.
Desde El Parto es
Nuestro, una asociación reivindica mejores condiciones de atención a madres,
ponen en duda esta valoración. Opinan que la mala praxis tiene mucho que ver
con el alto número de partos que terminan en cesárea. "Hay más de las
necesarias", sentencia Claudia Pariente, responsable de comunicación de
este colectivo. "En general, representan el último eslabón de una larga
cadena de intervenciones innecesarias. El 70% de las inducciones fracasan,
terminan en partos instrumentales o cesáreas. Si hubiesen dejado que el proceso
fisiológico siguiera su curso, se hubieran evitado en la mayor parte de los
casos", apunta.
El Hospital Santa
Bárbara de Puertollano (Ciudad Real) tenía en 2008 una tasa de cesáreas del 55%
La asociación ha
denunciado en más de una ocasión las cifras del Hospital Santa Bárbara de
Puertollano (Ciudad Real), al que apodan "la fábrica de cesáreas".
"En 2008, tenían una tasa del 55%. Reclamamos una revisión de sus
protocolos de atención al parto porque ahí debe estar la clave", comenta. ZoomNews
ha consultado a este centro para poder contrastar el dato y su gerencia ha
preferido no hacer matizaciones. Para evitar estas situaciones, Sanidad ha
impulsado el Proyecto Multicéntrico de Adecuación a Estándares Clínicos de las
Cesáreas Urgentes y Programadas. Este proyecto cuenta con la participación de
más de treinta hospitales del Sistema Nacional de Salud y su objetivo principal
es disminuir la realización de cesáreas innecesarias. Lo dirige Andrés Calvo,
jefe de servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital de Manacor.
"Esas estadísticas sólo pueden significar que hay poco seguimiento del
protocolo estandarizado", concluye.
Su hospital, en cambio,
es uno de los que realiza menos intervenciones de este tipo. Sólo registran un
15% de cesáreas entre el total anual de los partos que asisten. "Todo debe
empezar por seguir los partos conforme a las pautas marcadas en la guía
nacional de atención al parto normal. El documento establece unos parámetros
que detallan cómo es un alumbramiento sin complicaciones. La cesárea sólo
debería practicarse cuando las cosas transcurren de manera diferente",
aclara Calvo. "Si está programada
es, en la mayoría de los casos, porque el médico tiene claro que un parto
normal sería arriesgado", añade.
La mayoría de los
hospitales públicos ronda el 24%, mientras que los privados superan el 40% de
cesáreas
El debate se centra,
sobre todo, en las que se practican de urgencia. En ese caso, Calvo reconoce
que hay una diferencia cuantitativa entre los centros públicos y los privados.
"La mayoría de los hospitales públicos ronda el 24%, mientras que los
privados superan el 40% de cesáreas con respecto al total de los
alumbramientos. Esto sucede, en primer lugar, porque no suelen trabajar en
equipo. La mayoría de las decisiones profesionales se toman individualmente y
eso hace que el criterio sea muy variable a la hora de decidir si debe hacerse
una cesárea o no. Por otro lado, tengo la sensación de que hay mucho parto
inducido y eso significa que están empezando por forzar las cosas",
advierte.
Un difícil equilibrio
para controlar la mortalidad
Un 5% de los bebés
vienen de nalgas. Es un porcentaje pequeño, pero la mayoría de estos casos
acaban en cesárea. "Sólo los hospitales de Las Cruces, en Bilbao, y el de
Las Palmas de Gran Canaria hacen partos de nalgas", señala Patricia
Barbero, especialista ginecología y obstetricia en Hospital 12 de Octubre.
"La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia recomienda hacer
cesárea en ese caso, porque evita complicaciones. Nosotros tratamos de evitarlo
desde hace cinco años con una versión cefálica externa, que consiste en
intentar darle la vuelta al niño desde fuera para que se ponga de cabeza. Lo
hacemos con control ecográfico y con la madre despierta para que pueda indicar
cualquier molestia, pero aún así, si no va bien, acaba en intervención
quirúrgica", concreta.
José María Lailla,
presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO),
recuerda que lo fundamental es mantener a raya las cifras de morbimortalidad
fetal. "Los hospitales de nivel III, los que tienen el máximo de patología
en España, tienen índices de cesáreas que no superan el 23% con una incidencia
de morbimortalidad fetal y neonatal realmente bajo. Es cierto que hay algún
centro con porcentajes muy superiores, pero son excepciones", manifiesta.
"Además, la Comunidad Europea ha publicado un informe en el que señala los
índices de acuerdo a las patologías por países y el nuestro es de los que
refleja un mayor aumento. La edad de la maternidad en España es la más elevada
del continente, después de las de Italia. Aquí tenemos también un mayor aumento
de fecundaciones asistidas, de embarazos múltiples, de restricciones del
crecimiento fetal y de prematuridad. No se pueden dejar de lado esas
cifras", argumenta.
La edad de la maternidad
en España es la más elevada de la Unión Europea, después de las de Italia
A veces, los estudios
que se publican en revistas científicas tienen un efecto determinante en las
prácticas hospitalarias. "Hace unos diez años se publicaron unos estudios
transnacionales que desaconsejaban rotundamente el parto de nalgas por el grave
riesgo que había de mortalidad fetal. Han pasado los años y no se ha
corroborado, pero ahora es muy difícil revertir el efecto", cuenta el jefe
de servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital de Manacor. "La indicación
de cesárea en esos casos ha generado comodidad, tanto por parte de los
profesionales como de las mujeres. Se ha corrido la voz de que un parto de
nalgas es peligroso y, además, los profesionales de menos de 40 años no han
atendido nunca un alumbramiento de ese tipo. Coincide que los médicos más
jóvenes son los que hacen la mayoría de las guardias y no quieren correr
riesgos", añade.
Las futuras madres
escuchan a las veteranas
Volvemos al miedo. Al
temor irracional a que algo salga mal. "Después de una cesárea, suele
venir otra en el siguiente parto. Es así, a pesar de que todos los estudios
indican que los resultados son más favorables, tanto para la madre como para el
bebé, si se hace un intento de alumbramiento natural. Además, la mayoría de los
especialistas aconseja no realizar más de tres cesáreas en una misma
mujer", indica Francisco José Pérez, coordinador del Plan de Humanización
en la atención perinatal de la Consejería de salud y bienestar social de la
Junta de Andalucía. "Lo que sucede es que, después del procedimiento queda
una cicatriz en el útero. La herida puede haberse curado perfectamente o haber
producido una cierta debilidad de la pared muscular. Si nos encontramos ante el
segundo caso, a lo largo del parto se puede producir una rotura del útero, y
cuando un profesional comunica este riesgo a una mujer, se horroriza",
añade.
Después de una cesárea,
suele venir otra tras el siguiente embarazo. Los estudios, sin embargo, indican
que los resultados son más favorables con un parto natural
El boca a oreja puede
inclinar la balanza en favor de la cesárea. "Un pueblo de 50.000
habitantes puede concentrar dos casos de roturas uterinas en el mismo año por
pura casualidad y, sin embargo, eso sienta un precedente entre las embarazadas
de la localidad. Ninguna quiere pasar por lo mismo y pueden llegar a exigir a
sus doctores que programen la intervención", ejemplifica.
Pérez admite que, ante
este tipo de presiones, los profesionales prefieren curarse en salud. "Un
médico que tiene reciente la muerte de una mujer o un bebé en el paritorio,
aunque no se deba a ninguna negligencia, tendrá cierto respeto durante un
tiempo a cualquier tipo de complicación y puede que opte por la cesárea, por si
acaso", justifica. "También sucede que la embarazada insiste porque tarda
en dilatar, está desesperada, y amenaza con denunciar si no se le hace la
intervención quirúrgica. El deber del doctor es informarle de que no está
indicada, pero a veces no queda más remedio que ceder para esquivar la
demanda", lamenta.
Calvo, en cambio, no
tiene tan claro que las futuras madres tengan esa capacidad de elección.
"En la sanidad pública, la clientela es un poco cautiva", destaca.
"Es difícil que una persona de Lugo se vaya a parir a Castellón porque
tiene una tasa de cesáreas mejor, pero es cierto que en Valencia, por ejemplo,
han notado una fuga de parturientas y están tratando de limitar el trasvase de
alumbramientos de unos hospitales a otros. Las mujeres se informan y, al final,
se cargan de trabajo los que intentan hacer las cosas mejor", reconoce.
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