Amamantar es mucho más
que dar el mejor alimento: también es contacto, consuelo y comunicación.
Y, fundamentalmente, es
un derecho de la mamá y del bebé, recuperado por las mujeres después de muchos
siglos, desde que se instituyó el nodrizaje como una forma de trabajo esclavo
en el año 2000 A.C., hasta el estallido de las leches artificiales después de
la Segunda Guerra Mundial. La recuperación de la cultura del amamantamiento es
el fruto de una larga lucha femenina.
El banco de leche humana
En nuestro país, la leche
de los Bancos de Leche Humana es para uso exclusivo de los bebés prematuros
internados en el mismo hospital donde funciona el banco. Se utiliza cuando no
pueden recibir la leche de su propia madre. La leche donada se pasteuriza antes
de entregarla a la mamá solicitante para garantizar que esté en óptimas
condiciones de seguridad biológica y alimentaria. No sólo se la pasteuriza,
sino que se la somete a estrictos controles bacteriológicos, de acidez y de
tenor graso, para excluir el riesgo de infección por HIV, hepatitis y
citomegalovirus. No se recomienda la donación de madre a madre por el riesgo
La teta no tiene
horarios. La clave es seguir las señales del bebé (cuando él quiera, con la
frecuencia que demuestre necesitarlo) y el deseo de la madre, que si siente muy
lleno el pecho puede ofrecérselo a su hijo.
El bebé no sólo pide la
teta porque tiene hambre o sed. Puede tener sueño, miedo, dolor, angustia,
deseo de succión o simplemente ganas de estar en contacto directo con su mamá.
Durante los primeros
días puede ser útil amamantar para ayudar a descongestionar los pechos, tan
frecuentemente como se necesite. Hasta que la lactancia esté bien establecida
es importante asegurarse que el bebé haga como mínimo ocho tomas diarias, y que
no pasen más de tres horas entre el inicio de una toma, y la siguiente.
Madres
con HIV
Existe
controversia sobre el riesgo de que el bebé adquiera el virus HIV a través de
la leche materna. La Organización Mundial de la Salud está llevando a cabo estudios
sobre el tema. La recomendación del Ministerio de Salud de nuestro país es que
las madres portadoras de HIV no amamanten.
La clave para tener una
buena producción es amamantar siguiendo las señales del bebé, y sin
interferencias de pezoneras, chupetes y mamaderas.
Cuantas más veces por
día tome la teta, mayor será la producción y más pis hará el bebé.
Durante las primeras
semanas es esperable que el bebé moje unos 5 o 6 pañales descartables por día
(o 4 si son de tela).
Además del peso, las
mamás se pueden dar cuenta si su bebé se está alimentando suficientemente
observando su estado de ánimo. Si el bebé está inquieto o irritable es probable
que quiera tomar la teta, sea por hambre o por otros motivos igualmente
atendibles. Si el bebé está sano y crece normalmente no hace falta despertarlo
para mamar.
El chupete lo induce al
sueño, por lo que no es recomendable ofrecerlo hasta que la lactancia esté
encarrilada. No antes de las ocho semanas, ya que puede interferir con este
proceso tan vital.
Solamente si el bebé ha
sido prematuro y/o de bajo peso al nacer, o está subiendo de peso muy
lentamente, puede hacer falta intentar despertarlo.
Al dejar que el bebé
decida cuánto tiempo quiere mamar del primer pecho, nos aseguramos que reciba
el balance adecuado de líquido y calorías. Al terminar, podemos ayudarlo a
eructar, aunque muchos bebés no lo necesitan.
Entonces, le ofrecemos
el segundo pecho. Si lo rechaza, no pasa nada. La próxima vez, le ofreceremos
el último para que lo vacíe bien y así evitamos la congestión. Es esencial
verificar que el bebé se prenda al pecho correctamente.
Dar de mamar no debería
doler. El dolor es señal de un mal acople, pero se puede corregir. Un acople
adecuado se da cuando el bebé mama con la boca muy abierta y el pezón llega a
la parte blanda de su paladar. Los labios evertidos (doblados hacia afuera) son
otra señal de que el bebé está bien prendido y podrá hacer el vacío necesario
para succionar eficientemente.
Cuando el acople no es
eficiente no estimula la producción de la mamá y el bebé se
queda con hambre.Además, puede lastimar
el pezón. Para asegurar un buen acople durante los primeros
meses sirve la postura “panza con panza”:la panza de la mamá y el
bebé en contacto, como si el bebé fuera un cinturón. De esta
forma se evita que el bebé se contorsione y tironee de la teta.
Casi la totalidad de las
mamás podemos amamantar, son ínfimos los motivos de índole médico que lo
impiden.
Aunque existen mujeres
que optan por no amamantar, la mayoría de ellas no lo decidió de manera previa
y consciente, sino que fue una consecuencia de no haber recibido apoyo e
información suficiente cuando lo necesitaron.
Durante los primeros
tiempos podemos sentirnos solas, angustiadas y desorientadas. Es entonces
cuando más necesitamos compartir nuestro mundo interno, cargado de emociones
intensas, con otras mujeres que atraviesan o han atravesado la misma
experiencia, de forma de poder elaborar en conjunto el impacto que implica la
crianza de un bebé.
No existe sustituto para
la leche materna. Las leches artificiales están preparadas a partir de leche de
vaca y contienen sólo una parte de los nutrientes y ninguna de las hormonas y
los anticuerpos que están en la leche humana.
Existen numerosos
riesgos asociados con la leche artificial (sustituto): mayor riesgo de asma,
alergias, infecciones de las vías respiratorias y gastrointestinales,
digestivas, oclusión dental alterada, infección por contaminación de la leche
artificial, carencias de nutrientes, enfermedades crónicas a lo largo de la
vida, como diabetes Tipo I, celiaquía, algunos tipos de cáncer, enfermedades
intestinales inflamatorias, obesidad, otitis media e infecciones del oído.
Para resolver las dudas
que surgen al dar el pecho existen Grupos de Apoyo de la Liga de La Leche,
donde las mamás comparten información y experiencias en las distintas etapas de
la lactancia:
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