05 de agosto de 2012 |
10:55 CET
Hace un tiempo ya os
explicamos cuáles eran las posibles
razones de que los niños se descalzaran tan a menudo. A pesar de ello,
los padres muchas veces insistimos en ponerles los zapatos, incluso
cuando no los necesitan, porque no caminan.
Sabíamos lo cómodos y
felices que están los niños explorando sus pies descalzos. Ahora, un estudio
señala que la costumbre de calzar precozmente a los bebés y los niños puede
afectar negativamente a su desarrollo y que, por contra, los niños
descalzos desarrollan mejor su inteligencia:
En
la actualidad hay una tendencia a calzar a los niños precozmente. Existen calzados
denominados calzado para preandantes y calzado para gateo. En este artículo se
pretende ofrecer argumentos científicos que justifiquen la necesidad de dejar
descalzos los pies de los bebés no andantes. Como método se ha utilizado el
análisis y lectura crítica de distintas fuentes bibliográficas en relación al
desarrollo psicomotriz del niño, tratados de neurología y las principales
Teorías sobre el desarrollo de la inteligencia en el niño. Encontramos que el
movimiento físico y el estímulo sensorial del bebé a través de los pies
descalzos es factor de aceleración de maduración, del desarrollo propioceptivo
y del desarrollo intelectual del niño.
Así comienza el
estudio, titulado “Podología preventiva: niños descalzos igual a niños
más inteligentes“, elaborado por Isabel Gentil García, Profesora de la
Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad
Complutense de Madrid.
En él, se hace una
crítica a la profusión de publicidad y comercios de calzado para “preandantes”,
así como a la excesiva recomendación pediátrica de calzar a los bebés. En su
opinión, este acto solo debería ser necesario con el fin de abrigar los pies, y
como demostración ofrece argumentos científicos que justifcan la necesidad de
dejar descalzos los pies de los bebés no andantes, a través de un enfoque
interdisciplinar.
Por qué son tan
importantes los pies del bebé
Desde el punto de vista
del desarrollo neurológio y de la sensibilidad táctil, los pies del recién
nacido tiene una sensibilidad mucho más fina que la de la mano hasta los
ocho o nueve
meses.
Por ello en los primeros
meses los pies tienen una función esencial: informar del mundo
exterior al bebé, que toca con ellos todo lo que tiene a su alcance, los
manipula con sus manos y los lleva a la boca donde las terminaciones nerviosas
sensitivas son mayores. A partir de esta edad el pie de forma gradual pierde
este tipo de sensibilidad.
El hecho de calzar
continuamente a los bebés que no caminan les priva de información táctil y la
percepción de la posición y movimiento de los pies en relación con el espacio,
que juegan un papel importante en el sistema nervioso central. Por ello para la
maduración de las habilidades motoras son necesarios el desarrollo de la
coordinación visual manual y la adquisición de estas informaciones táctiles y
perceptivas.
El estudio además se
basa en las
etapas de Piaget de desarrollo de la inteligencia, centrándose en la
primera, en la
etapa sensomotriz (desde el nacimiento a los
dos años), cuando son importantes la manipulación, el movimiento y aprender
a organizar de forma hábil la información sensorial. Se adquiere la primera
noción del yo, del espacio, del tiempo y la idea de causalidad.
Sin duda los pies, como
receptores privilegiados, contribuirían a un mejor desarrollo de la
inteligencia del bebé, y ello es así porque la inteligencia se desarrolla
mediante:
- La maduración del sistema nervioso, esto es
la capacidad de diferenciar y discriminar cada vez un mayor número de
estímulos y tiene que ver con la diferenciación de las células nerviosas.
- La experiencia de interacción con el mundo
físico, esto es la manipulación, el manejo de los objetos. Significa
conocer el funcionamiento de los objetos a través de manipular con ellos.
El desarrollo de la inteligencia no sería posible sin esa manipulación,
pues la maduración del sistema nervioso no es independiente de la experiencia.
Junto a las manos y la boca, los pies también tienen un papel fundamental.
- La necesidad de aprender. La mente humana
tiende al equilibrio cognitivo. Cada vez que hay un estímulo exterior que
no comprendemos tendemos a comprender. El sistema cognitivo tiende a
buscar nueva información para reequilibrar, por eso el interés por
aprender tiene que ver con buscar estructuras de conocimiento cada vez más
complejas y estables.
Además de Piaget la
autora se centra en otros autores para demostrar su teoría, y es que al final
todos coinciden que el desarrollo es fruto de una compleja interacción entre el
ambiente y el organismo y que uno de los factores ambientales que más
interviene en su desarrollo es el propio cuerpo y su autoconocimiento.
Una de las imágenes más
graciosas que descubrimos del bebé hacia los tres meses es que se
mira y se toca las manos y los pies con curiosidad. Empieza a
descubrir su cuerpo, y los zapatos en buena medida le restan
sensibilidad, movimiento… A partir de los seis-siete meses, los bebés se
suelen llevar los pies a la boca en ese proceso de autoconocimiento y aportando
nuevas sensaciones y experiencias motoras que contribuyen al desarrollo de su
inteligencia.
Además, el hecho de
apoyar el pie descalzo en todo tipo de superficies, también irregulares,
contribuye al desarrollo muscular. El calzado denominado preandante o el
calzado para el gateo impide recibir sensaciones, además añade un peso excesivo
a los pies impidiendo que se muevan libremente. Todo ello explica por qué los
niños, cuando tienen un mayor control de su cuerpo, se quitan los zapatos
continuamente.
Unos calcetines valdrían
para que no tuvieran frío, aunque si los bebés se suelen llevar los pies a la
boca no son convenientes, y de todas formas aprenden muy rápidamente a
quitárselos también. Y, como comenté hace tiempo, considero que los
zapatitos para bebés son muy bonitos pero poco útiles, mis hijas los
llevaron realmente poco, también por el tema del precio: probablemente sean las
prendas más caras en relación a su tamaño.
En definitiva, el
estudio concluye que calzar a los más pequeños cuando aún no saben
caminar puede perjudicar su desarrollo, y que esos zapatos “preandantes” no
tienen justificación. Parece esta una nueva razón para dejar que los niños, si
no hace frío, vayan descalzos por casa, aunque nos bastaba con ver lo cómodos y
lo contentos que estaban explorando los pies, ¿no os parece?
Fotos | Dermot O’Halloran y lou & magoo en Flickr-CC
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