El embarazo es uno de
los momentos más enriquecedores en la vida de una mujer, y, si sabemos
aprovecharla, una oportunidad única para crecer, sanar el pasado y adentrarnos
en la maternidad de una manera empoderada y firmemente enraizadas en nosotras
mismas.
Mis dos embarazos han
sido muy distintos. El primero fue idílico. Físicamente me sentía de maravilla,
y a pesar de algunas circunstancias
difíciles a nivel familiar, tuve la suficiente tranquilidad para entregarme a
la introspección que me pedía el cuerpo.
Durante el segundo, el
malestar físico fue constante, y con un niño pequeño que demandaba mucha
atención no tuve demasiado tiempo para entregarme de lleno a mis pensamientos.
Y como la vida es impredecible, de nuevo hubo circunstancias que no estaban muy
a mi favor. Sin embargo, y a pesar de todo ello, pude aprovechar ambos
embarazos para crecer como mujer y como madre. Porque ese es el reto: vivir un
embarazo consciente a pesar del malestar, de los problemas, de la falta de
tiempo y de apoyo, a pesar de las circunstancias y a pesar de nosotras mismas.
Estas son cinco cosas
que aprendí en mis dos embarazos:
1. Aprendí a confiar. En mi cuerpo, en mi bebé, pero sobre todo en la vida.
Cuando te conviertes en el canal que hace posible que un nuevo ser humano
llegue al mundo, no puedes dejar de maravillarte ante lo perfecta que es la
naturaleza, lo sabio que es tu cuerpo, y lo fuerte y poderosa que es la vida
abriéndose paso a través de ti.
2. Aprendí a abandonarme. Aprendí que no siempre tengo el control y que es perfecto
que sea así.
3. Aprendí a cuidarme. Porque cuando estás embarazada, la mejor manera de cuidar a
tu bebé es cuidarte a ti misma. Si tú estás bien, tu bebé también lo está. Y
eso también es cierto una vez que tienes a tu bebé en brazos. Sólo cuidándote
primero (descansando lo suficiente, comiendo sano, satisfaciendo tus
necesidades emocionales, escuchándote) es que puedes convertirme en la mejor
madre para tus hijos. Y esto da para un post entero.
4. Aprendí a "pasar al otro lado" del
dolor y el malestar. A no resistirme a
ello, sino al contrario, a permitir que las cosas sucedan como tienen que
suceder. Aprendí que al no resistirme al malestar físico éste se hacía más
soportable. Y haberme dado cuenta de ello fue fundamental a la hora del parto.
5. Aprendí a pedir ayuda. Y esto es algo importante en una sociedad que nos empuja a
ser independientes, súper mujeres con casas relucientes, hijos tranquilitos y
"buenos", carreras profesionales y altos puestos de trabajo, y por supuesto, siempre bellísimas, delgadas
y a la última moda (exactamente lo opuesto a como nos sentimos estando
embarazadas). No está bien visto admitir que no podemos más, que necesitamos
ayuda. En mis embarazos aprendí que no soy autosuficiente, que soy vulnerable y
que está bien serlo, que puedo pedir ayuda cuando la necesito y que no por eso dejo de tener mérito.
¿Y tú? ¿Qué has
aprendido en tus embarazos?
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